Público
Público

El último combate contra las drogas se libra en un gimnasio de Barcelona

Cerca de 200 personas con adicciones han pasado por este proyecto en el que el deporte hace de "trampolín" para dejar el consumo. Garantizar la vivienda a las que viven en la calle es una de las principales dificultades.

El Mani, l'entrenador, i l'Isaac, un dels participants en el projecte de boxa.
Mani, el entrenador, e Isaac, no de los participantes en el proyecto de boxeo. Emma Pons Valls

Para Isaac, el boxeo ha sido un salvavidas. Hace cinco años, por la noche dormía en un cajero y durante el día se drogaba. En pocas cantidades, pero a menudo. Para él era "un oasis". En aquella época tenía poca relación con su familia y prácticamente nunca había trabajado. Pero se cruzó con Pau Sevilla, un educador que impulsó entrenamientos de boxeo para personas drogodependientes: "El primer día aluciné, me iba de lujo, me enganché y poco a poco fui dejando el consumo", explica Isaac en el gimnasio DKSR, en el barrio barcelonés del Poble-Sec. Tres veces por semana entra en el ring y se convierte en Isaac 'El Nervio'.

Como él, una veintena de personas con adicciones participan regularmente en los entrenamientos capitaneados por Álex Penas, educador del CAS Baluard, y Mani, el entrenador. "Está dirigido a gente que consume activamente y quiere empezar a parar. Va en paralelo, el boxeo es un trampolín", afirma Penas mientras Isaac y varios compañeros calientan y empiezan a dar los primeros golpes.

El deporte es un aliado a la hora de salir de la espiral del consumo

La disciplina, tener unos horarios y un grupo con el que se genera un compromiso son algunos de los factores que hacen que el boxeo sea una aliado a la hora de salir de la espiral del consumo. No es un proceso fácil: "Al inicio cuesta que se afiancen, algunos vienen un día o un mes y ya no vuelven", dice Mani. Pero los que se quedan ven un progreso que les engancha. "Cuando comienzan no se puede entrenar con mucho ritmo, pero poco a poco ven que les es beneficioso", añade el entrenador.

L'Isaac, l'educador Álex Penas i un altre company d'entrenament.
Isaac, el educador Álex Penas y otro compañero de entrenamiento Emma Pons Valls

Cerca de 200 personas han pasado por este local del Poble-Sec, algunas redigiridas desde el CAS Baluard, la sala de consumo supervisado del Raval. Mejorar la coordinación con estos centros para la atención y seguimiento de las drogodependencias (CAS), que en Barcelona son 15, es uno de los objetivos que se han marcado. Quieren que les envíen a más gente. Actualmente, el grupo lo forman entre 20 y 25 personas fijas y otras variables.

Un proceso complejo, con altibajos y recaídas

El acompañamiento de Mani y Álex va mucho más allá de los entrenamientos que hacen tres días a la semana. "Estamos 24/7 activos", dice riendo el entrenador. Pero es cierto: la salida de las drogas es un proceso complicado, con altibajos, y ellos están ahí para que la motivación no decaiga. Es lo que le ocurrió a Isaac, que después de tiempo sin consumir, el pasado verano recayó. "Es muy difícil curarte del todo, y entonces me distancié", explica sobre esos meses.

Isaac recayó, pero poco a poco ha vuelto a los entrenamientos

Mani apunta que mantuvieron el contacto, por teléfono. "Las drogas te aíslan, me daba vergüenza volver y ver a los compañeros", reconoce Isaac. Pero poco a poco se volvió a motivar, y uno de los motivos fue el Interclub, una competición entre gimnasios. Ahora ha recuperado la práctica y explica que el boxeo le hace estar muy diferente: "Tengo mi orgullo, mi dignidad, me cuido. Me ha permitido ir con la cabeza bien alta, y sentirme bien", describe.

Estos entrenamientos forman parte del proyecto Fight4Fun de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), la entidad que gestiona el CAS Baluard. Algunos de los usuarios se medican y acuden a terapia como parte del proceso para dejar las drogas, pero otros no. Cada uno hace su propio camino y a todos les une este deporte: "Intentamos hacer salidas, que conozcan a gente nueva, porque es difícil salir de este mundo", dice el educador.

Entrenament de boxa al gimnàs del Poble-Sec.
Entrenamiento de boxeo en el gimnasio de Poble-Sec. Emma Pons Valls

Garantizar la vivienda, una de las dificultades

Ambos han ido viendo el progreso de muchos usuarios y eso "hace ilusión porque es muy difícil", reconoce Mani. Algunos de los que entrenan llevaban 20 o 30 años consumiendo drogas, y muchos viven en la calle o no tienen las comidas garantizadas. "Hasta que no tienen techo, que sigan viniendo es difícil. Si no has descansado, si no comes bien, es complicado entrenar", apunta Penas.

Penas: "Si no has descansado, si no comes bien, es complicado entrenar"

En Barcelona, los recursos están saturados y cuesta mucho encontrar un sitio donde dormir. La propia entidad, ABD, gestiona un albergue pionero para personas con adicciones que tiene una larga lista de espera. Quienes entrenan viven en pisos de reinserción, albergues o, también, en la calle.

Isaac pasó de vivir en la calle en un albergue, pero cerró de golpe y ahora está temporalmente en casa de un amigo. También se ha incorporado al mundo laboral y ha tenido varios trabajos, desde el sector de la limpieza al de la seguridad.

"Es difícil no dejarse, a veces vienes sin almuerzo y entonces no puedes hacer esfuerzos...", explica. Pero la superación es uno de los resultados del proyecto, y Mani lo ve día a día: "La gente se engancha porque cree que tiene unos límites y luego aquí los supera".

L'Isaac i el Mani durant l'entrenament.
Isaac y Mani durante un entrenamiento Emma Pons Valls

Algunos de los que han pasado por el DKSR son ahora entrenadores de boxeo. Otro, pronto hará una maratón. "Dejar las drogas es complicado, y venir aquí aumenta sus posibilidades de salir de ello", sostiene Mani.

El combate cuerpo a cuerpo con el que tienes delante estrecha vínculos. "Coges buen feeling a base de hostias", dice el entrenador mientras se ríe. Cuando acaban los jabs y los cross, llega el abrazo, y eso es lo que, en el fondo, es el salvavidas para no perderse en el mar del consumo: "A alguien que esté como estaba yo antes le diría que lo pruebe. Pero necesitas algo de suerte, una mano que te lo ofrezca", reconoce Isaac.

Para que haya más salvavidas, y más manos, Álex y Mani hacen un llamamiento a tener más recursos: falta material y faltan 'sponsors' para poder llegar a muchos más Isaacs.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias