BARCELONA
Hace unos meses surgía una nueva polémica que volvía a situar el foco en los narcopisos de El Raval en Barcelona y generaba alarma por si había mayor consumo de drogas en la calle, un tema recurrente en los medios. Sin negar que esto exista, los expertos apuntan a que las adicciones son una realidad presente en el conjunto de la ciudad y el área metropolitana e instan a evitar la estigmatización de colectivos y barrios concretos.
Las adicciones al alcohol y la cocaína son las principales
En el 2020, según el Idescat, se trataron a más de 11.000 personas por adicciones en Catalunya, la mayoría hombres (76%). Los principales consumos son alcohol, cocaína y cannabis. Jessica Farias y Francesc Bonfill, terapeutas del servicio de primera atención de la entidad Projecte Home, explican que después de la pandemia han detectado un mayor volumen de gente que ha pedido ayuda.
Los profesionales alertan de que la situación en El Raval "no es nueva" y no ven señales de alarma. Lo que sí destacan es que las listas de espera para acceder a tratamientos son considerables fuera de la capital. En parte, esto se debe a que Barcelona tiene prácticamente un centro para la atención y el seguimiento de las drogodependencias (CAS) por cada 100.000 habitantes, mientras que en el resto de municipios grandes de Catalunya esta cifra sube hasta uno para más de 200.000. Esto provoca la "saturación" de los servicios.
Es el caso de Hospitalet, Terrassa, Badalona y Sabadell, por ejemplo, que tienen un solo CAS para el conjunto de la ciudad. "No puede ser que estas ciudades grandes tengan tan pocos recursos. Tenemos que ir más allá de Barcelona", señala Bonfill.
Algunos de estos CAS tienen espacios para consumir de forma supervisada, donde se realiza tratamiento y reducción de daños. A pesar de los buenos resultados que han demostrado, a veces han sido foco de polémicas vecinales, como el CAS Baluard, en El Raval: "Son un grupo de personas muy concreto, que están en una situación de mayor vulnerabilidad y necesitan un lugar donde estar, y donde el consumo está presente", reivindica Bonfill.
Rehacer la vida después de una adicción
La atención y el tratamiento de las adicciones se trata en red desde el sistema público y también de entidades especializadas necesarias para llenar los vacíos que no cubre la Administración. Projecte Home es una de ellas, y es donde Antonio Jiménez está recibiendo tratamiento desde hace ocho meses.
Después de toda una vida de adicciones, ya sea al alcohol, la cocaína o la heroína, el consumo lo había alejado de su familia. Los padres y los tres hijos hacía tiempo que no querían saber nada de él y a Antonio le dolía especialmente no poder conocer a su nieta, que ahora tiene dos años. "Ahora he recuperado a mi familia", explica satisfecho en una llamada con Público.
Las adicciones llevaron a Antonio a vivir en la calle durante cinco años
Antonio recibe tratamiento en el centro de día de Projecte Home en Montgat (Maresme) y vive en una habitación alquilada en el Bon Pastor, su barrio. Por la mañana hace terapia, cuida el huerto y participa en grupos de ayuda mutua. "Toda la mañana estás ocupado y por la tarde vives la vida real, no estás encerrado. Es lo que yo necesitaba", reconoce.
Por la tarde regresa a su barrio, donde lleva una vida tranquila y va a nadar en la piscina municipal cada tarde. "Proyecto Home me ha vuelto a la vida", explica. Antonio estuvo cinco años viviendo en la calle porque una vez quedó sin el apoyo familiar lo perdió todo. Había ido haciendo otros tratamientos, pero una vez salía del centro, volvía a recaer.
Fueron unos años duros, en los que malvivía durmiendo en cajeros, albergues o lo que encontrara, principalmente por Nou Barris o Sant Adrià, y en los que se llevó dos puñaladas. "Consumía sin cesar, todos los días, toda clase de drogas", explica. Comía lo que encontraba, también de la basura. Consiguió salir de la calle pero no detuvo el consumo, lo que le llevó a distanciarse aún más de la familia.
Antonio ha visto a mucha gente que ha perdido la vida por las adicciones: su pareja, muerta de sobredosis hace 14 años, y varios familiares alcohólicos. "A gente que esté como estaba yo le diría que no lo piense, que a vida es muy bonita y el tren pasa tan sólo una vez". Asegura que en su barrio ve a mucha gente consumiendo, y los conoce, pero se mantiene alejado para no recaer. "Les diría que si se lo proponen, pueden salir de ello", sostiene.
La estrategia de Barcelona: 15 CAS y 10 espacios de consumo
En Barcelona todos los distritos tienen un CAS, y algunos dos. Son un total de 15 y más de la mitad tienen espacios para el consumo supervisado. Hay dos más, por lo que en la ciudad hay un total de 10 centros donde se puede consumir. En el resto de Catalunya, sólo cuatro: en Badalona y Sant Adrià del Besòs, dentro del AMB, y fuera, en Lleida y Constantí (Tarragona).
Fuera de la capital sólo hay cuatro espacios de consumo supervisado
El Ayuntamiento afirma que "los buenos resultados" de estos equipamientos demuestran que "habría que ampliar y reproducir" el modelo en el resto del área metropolitana y de Catalunya para "unificar" el abordaje de las adicciones. Un dato que muestra la falta de estos espacios fuera de la capital es que el 23% de usuarios del CAS Baluard no viven en Barcelona.
La capital catalana, además, abrió durante la pandemia un albergue para personas sin hogar con adicciones que sigue abierto y que tiene una lista de espera de hasta cinco meses. Se trata de un centro "pionero" y único en el conjunto del Estado porque no exige a los usuarios que dejen el consumo que ya ha sacado de la calle a 213 personas y ha conseguido que unas 60 recuperen su autonomía.
Estos equipamientos donde se puede consumir persiguen el objetivo de controlar las adicciones para ir reduciéndolas: "El trabajo del día a día que realizan desde estos centros tiene un resultado, en algunos casos a largo plazo", sostiene Farias. Sin embargo, esto no impide que desde sus inicios, hace casi un par de décadas, hayan creado polémicas y puntualmente también hayan generado el rechazo del vecindario. En el caso del albergue, fue cuando se trasladó a la sede definitiva, en el barrio del Baix Guinardó. Entonces, profesionales y usuarios reclamaban "respeto" y no estigmatizarlos.
Barcelona es pionera en su estrategia, definida en el Plan de Acción sobre Drogas y Adicciones de Barcelona (2021-2024) y dirigida por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB). En 2020, 3.647 personas empezaron tratamiento por abuso o dependencia a las drogas en la ciudad, la mayoría por alcohol y cocaína.
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