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La habilidad para contener la propagación de la epidemia y para aplicar medidas de restricción y confinamiento social -en periodos de especial virulencia de la Covid-19- o de restauración de la normalidad y desescaladas en momentos de tregua entre las sucesivas oleadas de contagios, han determinado las políticas de los gobiernos nacionales y regionales. Pero también ha sido un factor esencial de la gestión de las ciudades. Un reciente estudio de Economist Intelligence Unit (EIU) pasa revista, a través de la evaluación de cinco indicadores –estabilidad civil, fortaleza de los sistemas sanitarios, de sus estructuras educativas, sus climas culturales e infraestructuras– a sus niveles de calidad de vida. En retroceso por los rigores de la crisis sanitaria.
De hecho, el EIU admite que su ranking, de periodicidad bianual, ha retrocedido siete puntos en su puntuación global, que abarca 140 grandes ciudades de los cinco continentes, en comparación a su última clasificación previa a la epidemia. Y en el que se admite un ligero repunte tras los primeros meses de campañas de vacunación. Seis de las urbes que componen el top-ten son o neozelandesas o australianas; todas ellas, con rigurosos controles de aislamiento social que les han permitido dar un salto habitacional más rápido hacia el retorno a los estándares de calidad de vida anteriores a la irrupción de la Covid-19. Por contra, numerosas ciudades europeas y canadienses han caído en sus notas. Especialmente tras la segunda oleada de contagios, que dieron lugar a restricciones de eventos culturales y deportivos, cierre de escuelas y de restaurantes. Dentro de una dinámica general de pérdida de eficiencia de sus servicios de asistencia sanitaria que, sin embargo, obtuvo unas tasas de efectividad mayores en las ciudades europeas y de la región de Asia-Pacífico.
Los datos recabados por los expertos del EIU en su Liveability Index 2021 se compulsaron entre el 22 de febrero y el 21 de marzo pasados, cuando las ciudades analizadas mantenían distintos estadios en su batalla contra la pandemia. Auckland (Nueva Zelanda), con la calificación más alta (100 puntos) en gestión educativa; Osaka (Japón), por su estabilidad político-social –que también determinó el quinto puesto de la capital nipona, Tokio–; y Adelaida, en Australia, por sus medidas de prohibición de viajes internacionales, coparon el pódium. Wellington, capital neozelandesa, brilló por su habilidad para abrir o cerrar con celeridad la libertad o prohibición de movimientos entre sus residentes; hasta copar el cuarto peldaño.
Las dos grandes urbes de Nueva Zelanda se han convertido en referentes del adecuado tratamiento de estados de alarma y desescaladas, hasta el punto de haber logrado mantener activos sus teatros, restaurantes y otros eventos de ámbito cultural. Sin desatender a sus estudiantes que han mantenido la asistencia a sus centros educativos. En el caso de Wellington, sube onde puestos, desde el decimoquinto peldaño de la clasificación preliminar que, para este informe, se realizó en el otoño de 2020. Auckland también remontó del sexto al primero durante los meses invernales del Hemisferio Norte. Otras tres ciudades australianas, aparte de Adelaida -Perth, Melbourne y Brisbane- se encaraman a los diez primeros peldaños, en el que aparecen dos suizas: Zúrich y Ginebra, en el séptimo y octavo lugar. A pesar de que persisten medidas restrictivas entre sus residentes.
La radiografía de situación del EIU llama la atención sobre el descenso de las capitales europeas y canadienses, el repunte final de las estadounidenses –coincidiendo con el traspaso de poder de la Administración americana y el inicio de las vacunaciones masivas– y, en general, sobre el adecuado comportamiento de gestión de las asiáticas. Viena, que ocupó el lugar de honor en la clasificación de 2018-20, ha descendido hasta el decimosegundo peldaño. La capital austriaca ha sido una de las más castigadas por la segunda oleada de Covid-19. Con las alemanas Fráncfort, Hamburgo y Dusseldorf protagonizando las mayores caídas de las 140 ciudades del estudio. En este grupo también se encuentran cuatro urbes canadienses: Montreal, Vancouver, Calgary y Toronto. Todas ellas por las presiones asistenciales de sus modelos sanitarios durante la segunda oleada de contagios.
Sin embargo, en el tramo final del análisis, la recuperación de las ratios de habitabilidad ha sido manifiesta en ciudades estadounidenses como Honolulu o Houston que se convierten en las grandes triunfadoras de la escalada. Por delante de Madrid, en tercer lugar, y de Barcelona, que registra el quinto registro evolutivo. En medio de las ciudades españolas surge Miami. Dentro de un top-ten dominado por ciudades de la primera economía mundial, que sitúa a cuatro más: Pittsburgh, Chicago, Minneapolis Y Boston. Melbourne cierra este capítulo de los grandes saltos de gestión durante la crisis sanitaria. Barcelona, en cualquier caso, obtiene una nota superior a la de Madrid. Los 25 puestos de mejora de la capital española la colocan en el decimonoveno puesto del indicador global de EIU. Mientras que los 22 que repunta la ciudad condal la encaraman tres puestos por encima del peldaño logrado por Madrid.
La lista la cierran ciudades tradicionalmente instaladas en la parte baja del ranking de EIU. Con Damasco, la capital siria, como la que peores registros sobre condiciones de vida. Por detrás de Lagos (Nigeria); Port Moresby (Papúa Nueva Guinea), Dhaka (Bangladesh). Con resultados muy pobres en todas y cada una de las cinco categorías. Y escalada de conflictos sociales y militares. Así como unas notas en el terreno sanitario especialmente alarmantes. Dentro de una tendencia general a la baja, con una caída global en este parámetro de casi 5 puntos. Las condiciones sobre asistencia sanitaria han empeorado marcadamente en Praga (República Checa), Atenas (Grecia) o Yakarta (Indonesia). Donde se han agudizado más el déficit de camas hospitalarias o el acceso a servicios médicos de calidad. En contraste, Honolulu aumentó su marca sanitaria en 33 puntos. Gracias, en gran medida, a que más de la mitad de la población hawaiana han recibido al menos una dosis de la vacuna. Madrid y Barcelona lo elevaron en 25 puntos. Debido a sus paulatinos y graduales descensos de la presión hospitalaria.
A modo de conclusión, los expertos del EIU desglosa la diversidad de efectos derivados por la gestión de las autoridades regionales y municipales. Aspecto en el que pone como botón de muestra la caída de Texas en la eficiencia sanitaria -por ser la primera de EEUU en levantar las restricciones sociales en espacios públicos- frente a la escalada, en este parámetro, de Houston, una de sus grandes ciudades, en el restablecimiento de eventos culturales. La estabilidad social, la educación y las infraestructuras han sido los indicadores que menos volatilidad han mostrado de los cinco analizados, en los últimos seis meses. Educativamente, las urbes neozelandesas y australianas comandan las calificaciones.
En estabilidad, son las asiáticas las que han obtenido un mejor comportamiento –en medio de un clima generalizado de crecientes protestas civiles en todas las latitudes del planeta; sobre todo por derechos y libertades ciudadanas, pérdida de calidad de vida y poder adquisitivo, racismo o cambios legislativos– que se han ido diluyendo en especial por la llegada de subsidios y ayudas desde los planes de estímulo a hogares y empresas. Mientras que las infraestructuras, en las que se incluyen normas de restricción del transporte, han sido altamente protegidas por las distintas autoridades de las tres administraciones.
Sin embargo, el componente sanitario ha debilitado especialmente el indicador general. Muy en especial, en las ciudades de países de rentas bajas. El sistema médico asistencial está bajo unas presiones excepcionales aún, pese al inicio de las campañas de vacunación, más ralentizadas en estas latitudes, en naciones como India. De su evolución actual dependerá, además, el comienzo y el asentamiento de sus reactivaciones económicas, explican desde el EIU.
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