5.112.658 personas están convocadas a participar en la votación de este martes, que decidirá la batalla de Madrid, unas elecciones autonómicas que, en primer lugar, decidirán la Asamblea de Madrid y la composición de su gobierno para los próximos dos años. Después, el resultado tendrá también otras lecturas. "Han tenido más repercusión que otras. Han sido seguidas y tendrán muchas implicaciones por el juego de los dos bloques", afirma a Público José Rama, profesor en el departamento de Economía Política en el King's College de Londres.
Son unas elecciones a las que acuden seis partidos con posibilidad de entrar en la Asamblea que, a lo largo de la campaña, de las más tensas que se recuerdan, se han agrupado en dos bloques muy claros. Por un lado, la derecha –Ciudadanos y PP– y la ultraderecha –Vox– y, por otro, la izquierda –PSOE, Más País y Unidas Podemos–, que acude, no en coalición electoral, pero sí unida en torno a dos ideas claras: desalojar del poder al PP –el más liberal– por primera vez en 26 años y, con ello, pegar un cambio de rumbo en una Comunidad que está a la cola del país en casi todos los indicadores sociales; y también impedir que la ultraderecha que irrumpió en la política española en 2018 por primera vez desde la transición en las andaluzas, llegue tres años después a un Gobierno autonómico. ¿Tendrá Vox la primera oportunidad para tener consejerías en la Comunidad de Madrid o la movilización de la izquierda logrará evitarlo?
"Se juega una delimitación de una política de bloques, una dinámica que recuerda al modelo de EEUU, dos bloques muy antagonistas y con un escenario muy polarizado. [Las elecciones las decidirán] la participación y la movilización que consigan los distintos bloques. Puede ser además la primera vez en que haya un gobierno de coalición PP-Vox, si las encuestas no fallan. Ya no sería un apoyo externo, sino que sería formalmente un gobierno de coalición, o habría muchos acuerdos con Vox", analiza Rama.
Isabel Díaz Ayuso, la presidenta que quiere revalidar el cargo, lleva toda la campaña diciendo que quiere gobernar en solitario, con puertas abiertas a independientes que le rindan lealtad, pero nada se puede descartar. Los propios resultados electorales y la misma estrategia de Vox –¿querrá Rocío Monasterio entrar a toda costa en el Ejecutivo?– también serán factores relevantes.
Estos comicios, además de decidir el Gobierno de Madrid, tendrán también su lectura en clave nacional.
La situación de Casado
El PP, tras el fracaso histórico de su partido en Catalunya, donde fue superado por Vox y por Ciudadanos, tiene la necesidad de aparecer como una alternativa real y sólida al PSOE de Pedro Sánchez. Su líder, Pablo Casado, se ha agarrado a Díaz Ayuso, quien, durante este largo año de pandemia, se ha convertido en un auténtico ariete contra el Gobierno de España y que, en cuanto vio la ventana para someter Madrid a una suerte de plebiscito –o yo o Sánchez– que además, le daba la oportunidad de comerse el espacio del partido de Inés Arrimadas, se lanzó sin pensarlo más y convocó estos comicios.
"Están ya preparando la celebración y de inmediato Casado se presentará como candidato alternativo a Sánchez. El PP entrará en una política de acoso y derribo al gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Esto puede tener un cierto problema, porque Ayuso va a necesitar a Vox. Si a Vox le interesara más influir en la política que estar en el Gobierno, eso facilitaría muchísimo las cosas a Casado. Ser alternativa con Vox... Eso es muy difícil de colocar en otros lugares de España", analiza Zubero.
Y viceversa, aunque este escenario es remoto, si el PP pierde el Gobierno de Madrid por primera vez en 26 años –o si Ayuso se queda lejos de esa amplia mayoría que anda buscando–, Casado se metería en un túnel del que le costará hallar la salida. El presidente del PP se ha garantizado, en los procesos orgánicos, fuertes anclajes en las provincias, pero la voz de los barones considerados moderados se escucharía alta y clara.
Gabriela Ortega, coordinadora del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político de la Universidad Camilo José Cela, pronostica que "no se va a dar una mayoría absoluta; principalmente por la fragmentación en los dos bloques tanto de derecha como de izquierda".
"Sin embargo, –augura– será el mejor resultado del PP en los últimos diez años si no en escaños, en número de votos, volviendo a conseguir o sobrepasando el millón y medio de votos que obtuvo en 2011 y que le dieron la mayoría absoluta con 72 escaños, pero que en esta ocasión, con el mismo número de votos tendrá que conformase con 59-61 escaños dada la fragmentación (esperando que Ciudadanos no ingrese porque si no serán menos)".
Ciudadanos y el 5%
Para Ciudadanos, un partido de autor, arrasado por las deserciones tras el fiasco de la moción de censura en Murcia, que anda en una búsqueda desesperada de su alma centrista, que se dejó por el camino, perdida en diversos pactos con el PP y con Vox, estos comicios son decisivos y, aunque ha tratado de jugar a cierta equidistancia, su apuesta es, una vez más, clara: Díaz Ayuso.
El candidato Edmundo Bal así lo ha expuesto en alguna ocasión en esta campaña: O el socio del PP es Vox o es Ciudadanos. Si el partido que preside Inés Arrimadas no supera la barrera del 5% y se queda fuera de la Asamblea de Madrid, el intento de reflotamiento habrá recibido una estocada que está por ver que no sea mortal.
"Solo puede subsistir a la sombra del PP. No tiene más remedio. Toda su expectativa de ser una fuerza capaz de centrar la política ya no se sostiene", razona Imanol Zubero, sociólogo y profesor de la Universidad del País Vasco.
Para Ortega "considerando las últimas tres elecciones (2011, 2015 y 2019) en los últimos 10 años, lo que podría cambiar el tablero político es que Ciudadanos entre en la Asamblea. Tiene posibilidades. En el peor resultado a nivel nacional, el 10N obtuvo más de 300.000 votos, suficientes para obtener el 5 % en Madrid, en las encuestas le han dado menos y puede ser una sorpresa. De entrar en la Asamblea, pone a Ayuso en el aprieto de elegir entre ellos y Vox".
La apuesta de Iglesias
"Son unas elecciones muy relevantes. Si hubiese un ascenso de Más Madrid y un debilitamiento de Unidas Podemos pese a la llegada de Pablo Iglesias. ¿Llevarán a una reformulación, que parece que es en lo que están?", se pregunta Rama, al respecto de las implicaciones de estos comicios para el eje de la izquierda.
Iglesias ha sido el gran agitador de la campaña electoral, desde que decidió lanzarse a la piscina, y durante la misma ha ido marcando jalones e hitos, a los que los demás han ido respondiendo. Aunque su partido, si esta campaña lograra movilizar a la izquierda que lleva años en la abstención, no se lleve el grueso de los votos, es innegable que su papel habría sido decisivo en ese escenario.
"La media de participación en las pasadas tres elecciones es del 65,3%. Si la participación es más elevada será porque se ha movilizado más allá que el voto duro de los partidos que tienen una gran estructura como PP y PSOE, por lo que beneficiaría a cualquiera de los otros cuatro partidos", afirma Ortega.
Iglesias, al respecto de la reformulación que plantea Rama, ha venido esbozando su idea de una retirada de la escena a lo largo de la campaña. Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo, será quien lidere en el futuro el proyecto que irrumpió en las europeas de 2014, y que, impulsado por los aires de renovación y revolución del 15M ha llegado hasta el Gobierno de España.
Gabilondo y el PSOE
¿Qué pasará en el PSOE? A Ángel Gabilondo las elecciones de Madrid le han atrapado entre dos aguas, por así decirlo. Por un lado, la implicación temprana del presidente del Gobierno en la precampaña de Madrid –no tanto en la campaña, en la que ha elegido intervenir puntualmente y mantener una agenda institucional relevante– y el intervencionismo de Ferraz sobre la candidatura llevaron al candidato a pasarse media campaña defendiendo su autonomía, y, por otro lado, la presencia de Pablo Iglesias como candidato de Unidas Podemos y el hartazgo frente a los excesos de la ultraderecha acabaron por modificar los ejes de su campaña.
Si Gabilondo arrancó esquivando un pacto con Iglesias, el comportamiento de la candidata ultra, Rocío Monasterio, en el debate de la Ser –"lárgate", le espetó a Iglesias–, le pegó un vuelco a la campaña y le señaló el camino. Gabilondo se desplazó irremediablemente hacia la izquierda. Si el PSOE vuelve a perder, se producirá una catarsis en la federación madrileña.
Ortega cree que el "PSOE tendrá peor resultado que en 2019 cuando obtuvo su techo electoral en Madrid, pero mantendrá su segundo lugar en escaños".
Sea cual sea el resultado, para Zubero este se quedará en el nivel de Madrid, pero no afectará al liderazgo de Sánchez: "En el PSOE no hay nadie que mueva nada. Pondrán un cortafuegos y dirán: esto es una cosa local. Y que es bueno que las izquierdas se miren de forma constructiva".
Cada uno en su estilo, con sus modos y maneras, pero los tres, Gabilondo, Iglesias y Mónica García, la candidata de Más País, han acabado en el mismo automóvil, el del cambio de rumbo en Madrid.
Más Madrid y el caso Mónica García
A García la campaña, parece, le ha sentado muy bien y, si aciertan las encuestas, podría consolidar el proyecto de Íñigo Errejón, como mínimo en la Comunidad de Madrid. Está por ver aún si es exportable a otras comunidades, pero, desde luego, superar al propio Iglesias en Madrid le podría dar otro tono a Más País. "En una campaña como la de Madrid, tan ideológica, con su posición, [García] se ha hecho un hueco muy interesante", afirma Zubero.
"Después del 4M solamente podrá haber una voz opositora a Isabel Díaz Ayuso y será o debería ser, Mónica García, tal y como lo ha hecho estos dos últimos años ante un desaparecido Gabilondo. Ahora cuenta con una fortaleza adicional, es más conocida y tiene una valoración positiva para legitimarse como portavoz de la oposición, pero también tiene una amenaza y es Pablo Iglesias intentando ocupar ese lugar a pesar de tener la mitad de escaños. Veremos qué papel juega cada uno", analiza Ortega.
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