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El futuro de Afganistán tras la nueva ofensiva de los talibanes

Aunque los elementos en el tablero afgano son aparentemente los mismos que en los años noventa, la realidad es distinta. Los talibanes han aprendido algunas lecciones y no se están comportando igual. Su conquista de todo Afganistán está a la vuelta de la esquina, pero hay indicios de que la historia no se repetirá.

Un combatiente talibán observa quiero parado en la ciudad de Ghazni, Afganistán, 14 de agosto de 2021.
Un combatiente talibán observa quiero parado en la ciudad de Ghazni, Afganistán, 14 de agosto de 2021. Stringer / Reuters

En los últimos días los talibanes han ido conquistando una tras otra un gran número de capitales provinciales, y la perspectiva dominante es que pronto completarán su objetivo de controlar todo Afganistán, lo que está dando pie a especulaciones sobre el futuro que espera a este país extremadamente pobre y un verdadero galimatías de etnias, lenguas y religiones.

Los servicios de inteligencia estadounidenses pronostican que Kabul podría caer dentro de tres meses, pero no sería ninguna sorpresa que cayera mucho antes por varios motivos. En primer lugar, la población antitalibán está totalmente desmoralizada y lo mismo ocurre con el ejército, y en segundo lugar, los talibanes cuentan cada día con un número de efectivos mayor que está disponible para ampliar las conquistas.

Los responsables antitalibanes están entregando a los talibanes las capitales provinciales

Es importante consignar que las capitales provinciales no están cayendo como consecuencia de encarnizadas confrontaciones armadas sino que los responsables antitalibanes las están entregando a los talibanes por medio de negociaciones puesto que las capitales provinciales no están en condiciones de presentar ninguna resistencia militar.

La estrategia talibán consiste en enviar delegaciones de jefes y notables tribales con la intención de persuadir a los gobernadores para que entreguen las ciudades sin necesidad de llegar a las armas. La estrategia se está revelando acertada y millares de soldados se están entregando a los talibanes sin empuñar las armas. Aún más, ha habido casos en que los talibanes han escoltado a los gobernadores que tras rendirse se han dirigido por tierra a Kabul.

Con cada entrega la moral de las fuerzas antitalibanes disminuye y lo mismo ocurre con la moral del ejército de Kabul, donde hasta la embajada de EEUU ha anunciado su próxima evacuación, lo que da una idea de que incluso la capital está en vísperas de caer.

Pero esto no significa necesariamente que la historia vaya a repetirse. Los talibanes son los primeros interesados en que la historia no se repita puesto que no están satisfechos con lo que ocurrió en los años noventa del pasado siglo, entre 1996 y 2001, cuando dominaron Afganistán pagando un coste excesivo y con la desafección de buena parte de la población.

Los talibanes no quieren volver a cometer el mismo error que en los noventa del siglo pasado

Sin duda habrá cosas que se parezcan, pero no todo será igual. En una ocasión Mark Twain dijo que la historia no se repite sino que rima, y esto es probablemente lo que va a ocurrir. Los talibanes han aprendido de las experiencias del pasado y sin duda no repetirán muchos errores que entonces cometieron. La misma disposición a negociar la rendición de las capitales provinciales con los responsables antitalibanes apunta en esa dirección.

Con toda seguridad no todos los afganos aceptarán la victoria talibán, lo que conducirá a tensiones internas que pueden llevar al país a una guerra civil. Sin embargo, ahora mismo el ascendiente talibán es enorme y su gobierno tendrá la capacidad suficiente para aplastar con facilidad los conatos de rebeldía que puedan surgir, al menos al principio.

Su gobierno no solo contará con desafíos en el interior, sino también desde fuera de sus fronteras, tanto a nivel regional como a nivel internacional. El riesgo de un aislamiento sigue ahí aunque no conviene ni a los talibanes ni a las potencias occidentales. Unos y otros tratarán de evitarlo para no repetir errores del pasado.

La cuestión capital para Occidente es que el país no se convierta en santuario de organizaciones terroristas, como ocurrió con Al Qaeda y los atentados del 11 de septiembre de 2001, que condujeron a la intervención directa de EEUU. El hecho de que tanto Donald Trump como Joe Biden se hayan mostrado favorables a sacar a sus tropas de Afganistán lo antes posible implica que ambos presidentes consideran que los talibanes han aprendido esa lección.

Los llamamientos a la dimisión del gobierno de Kabul han ido creciendo en los últimos días

La flexibilidad que están mostrando en la conquista de las ciudades facilita que otras capitales se rindan. Además, los llamamientos a la dimisión del gobierno de Kabul han ido creciendo en los últimos días, conforme la población observa que el gobierno carece de una estrategia y de la capacidad necesaria para detener el avance talibán.

Los talibanes no reconocen al gobierno de Kabul y no se contentarán con nada que no sea el gobierno de Afganistán. Ven al actual gobierno como un régimen corrupto que fue impuesto por EEUU durante la ocupación, de manera que carece de base legítima.

Dirigentes talibanes han indicado en más de una ocasión en las últimas semanas que su intención es gobernar Afganistán con una administración que refleje la variedad étnica y donde estén representadas las minorías, otra muestra de flexibilidad y de que los talibanes han experimentado cambios ideológicos notables.

Con todo, tendrán que ganarse la aceptación de buena parte de la población que los ve con recelo, además de convencer a los países de la región y de Occidente. No será sencillo que logren una fórmula que satisfaga a todos, de manera que el futuro de Afganistán está en el aire.

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