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El coste del "error colosal" del divorcio británico de la UE: pérdidas de 120.000 millones anuales y 330.000 empleos menos

El brexit ha sido un mal negocio para Reino Unido que ahora su primer ministro, Rishi Sunak, desea resolver. La ahora ya sexta economía global ha perdido el 4% de su PIB por daños directos ocasionados por su salida del mercado interior.

Un hombre protesta contra el brexit.
Un hombre protesta contra el brexit frente a la Oficina de Relaciones Exteriores y del Commonwealth (FCO), en una imagen de archivo  Henry Nicholls / REUTERS

La historia del brexit ilustra cada vez con mayor nitidez que fuera de la UE hace mucho frío y que resulta complejo encontrar cobijo o mantenerse a resguardo. La separación legal de Europa ha sido, en palabras del ex premier conservador John Major, el delfín político de Margaret Thatcher, un "error colosal" alumbrada, auspiciada y ejecutada por la facción más nacional-populista de la formación tory.

Aunque la idea fue propulsada desde el UKIP, o Partido de la Independencia, por el entonces emergente Nigel Farage, antiguo bróker de la City de Londres y euroescéptico diputado entre 1999 y 2020. Acudió a la Eurocámara con el único y declarado propósito de boicotear a las instituciones comunitarias -tras abandonar las filas tories- y se convirtió en su líder entre 2019 y 2021, años en los que la dupla UKIP-Farage volvió a tener un peso residual en el mapa político británico.

John Major, ex primer ministro 'tory': "No soy eurófilo, pero creo que Reino Unido sería ahora más fuerte sin el brexit"

Pero la eurofobia de Farage, que siempre defendió como "amante de la libertad" para recuperar con urgencia la "soberanía nacional perdida" por Reino Unido, y poder gobernar así una nación "sin ataduras" de Bruselas, y que ahora sigue pregonando por televisiones ultraconservadoras, ilustra a la perfección la dimensión del que, para Major, ha sido el mayor error no forzado de Londres en su historia reciente. "No soy un significado eurófilo" -admitió hace unas fechas ante el Comité de Westminster que investiga la eficacia institucional de los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 que fueron el germen de la paz en Irlanda del Norte-, "pero creo que Reino Unido sería ahora más fuerte sin el brexit, como ya lo fue en el pasado, cuando formábamos parte del club comunitario".

Todo un aviso a navegantes, dirigido a la clase dirigente de su país, pero también a quienes solo ven patriotismo y eluden cualquier atisbo de deriva democrática en las conciliaciones o pactos políticos forjados entre partidos de ultraderecha y de corte conservador y tradicionalista porque la consulta popular de 2016, impulsada por David Cameron, se transmitió por la misma longitud de onda que utilizó Farage en su dialéctica nacionalista, con acusaciones contra el establishment de Westminster, y en su retórica contra los "eurócratas" de Bruselas. Al calor del triunfo de su formación, el UKIP, en las elecciones europeas de 2014, con el 27% de los sufragios.

Pero, ¿a dónde ha llevado el brexit a Reino Unido? Y, sobre todo, ¿tiene razones fundadas Rishi Sunak, otro premier tory, para tratar de reconducir el divorcio de Europa con su formación en el momento más bajo de intención de voto desde que alcanzaron el poder en 2010?

La respuesta, con datos empíricos tras siete años de alto voltaje entre Londres y Bruselas, revela pocas dudas. Reino Unido ha sido desde entonces el auténtico enfermo económico mundial con un crecimiento anémico, que ha dejado a su PIB casi en estado recesivo, después de perder con India el quinto puesto en el escalafón productivo global, con un mercado laboral cada vez más restrictivo y con pérdida de población activa, un retroceso de la City como centro financiero de primer orden y un retroceso de su músculo e influencia internacional.

El infeccioso corte del cordón umbilical con Europa

El coste económico de la salida británica del mercado interior europeo supera, según cálculos de Bloomberg Economics, los 100.000 millones de libras anuales -alrededor de 120.000 millones de euros- debido al retroceso inversor de sus empresas y a los expedientes de regulación laboral acaecidos en los tres años desde que Bruselas y Londres firmaron oficialmente su complicado y beligerante acuerdo de divorcio, con Boris Johnson en el 10 de Downing Street.

Pero sus autores, Ana Andrade y Dan Hanson, inciden en otro dato elocuente: la economía británica es cuatro puntos más pequeña por los daños colaterales de haber abandonado el mercado interior. O, dicho de otra forma -aclaran- el PIB sería ahora un 4% superior a los 3,19 billones en los que está cifrado por el FMI y todavía sería el quinto en dimensión global, después de que, en noviembre pasado, India le retrasara un peldaño en el ranking mundial.

La ruptura con el mercado común ha supuesto 370.000 puestos de trabajo menos en Reino Unido respecto al censo laboral previo al brexit

¿Se autolesionó económicamente Reino Unido en 2016? Las evidencias sugieren que lo hizo, se encargan de responder Andrade y Hanson en su nota de análisis. Para ellos, "la ruptura de lazos con el mercado europeo impactó en la actividad británica mucho más de lo que hacían presagiar los estudios predictivos". Como lo revela que las inversiones empresariales equivalen ahora al 9% de su PIB, frente al 13% de promedio de sus socios del G7 y ha crecido desde el referéndum del brexit un 19% menos que sus aliados del club más selecto del planeta. "La incertidumbre por la salida de la UE ha sido uno de los factores determinantes de este comportamiento tan pobre de las decisiones de gasto del sector privado británico", aclaran.

El final del anclaje con la Europa continental ha supuesto una merma de 370.000 trabajadores, cifra en la que este informe estima que en la actualidad engrosaría el censo de empleos en caso de que Reino Unido permaneciera en el seno de la Unión. Además de haber generado presiones inflacionistas por la expulsión de ciudadanos europeos que pasaron a ser declarados en situación de irregularidad y, en consecuencia, un nuevo lastre sobre el crecimiento. Doble daño colateral que "a corto plazo", en plena espiral de precios y de números rojos, "no supone una buena señal de prosperidad precisamente", pero que a largo plazo perpetúa una tendencia de estancamiento de una senda que apenas ha rebasado el 1% de dinamismo medio anual desde el brexit.

Desde otros centros de investigación, como el Centre for European Reform (CER), un think tank europeísta y próximo desde sus orígenes al laborismo británico, y el UK in Changing Europe, se hacen eco de una reducción de 330.000 trabajadores -460.000 de origen europeo menos, frente a los 130.000 de otras nacionalidades que se ha sumado al mercado de trabajo- desde la firma del divorcio. Una "pérdida neta" de alrededor del 1% de la fuerza laboral británica.

"Nuestros análisis sugieren que, aunque la inmigración de trabajadores ha recuperado las cotas previas a la pandemia, el post brexit desvela una ruptura clara respecto de los niveles anteriores a la rúbrica del acuerdo de secesión de Reino Unido de las instituciones comunitarias", lo que ha repercutido negativamente en la oferta de trabajadores en algunos sectores, asegura el profesor Johathan Portes y su colega John Springford, autores del informe conjunto de ambos organismos en el que dejan constancia de que el reemplazo de puestos de trabajo de baja cualificación "no parece haberse cubierto con visas adicionales bajo las nuevas reglas de juego".

A su juicio, "el final de la libre circulación de trabajadores entre Reino Unido y la UE dentro del espacio interior ha cambiado radicalmente las dinámicas laborales". El número de ciudadanos europeos en la Pérfida Albión ha caído dramáticamente. Apenas 43.000 recibieron visados para trabajar, por reagrupación familiar o estudios en 2021, lejos de los entre 230.000 y 430.000 por cada año en los seis ejercicios anteriores a que Londres abandonara el club europeo, según la Oficina Nacional de Estadísticas británica.

Sin embargo, y también contra todo pronóstico, en el terreno comercial los temores han sido más infundados. "El diferencial de mercancías y servicios entre Reino Unido y la UE y respecto a otros socios del G7 no ha sido significativo" en estos años, escriben en su nota los analistas de Bloomberg Economics, que advierten, en cualquier caso, que a largo plazo el impacto podría ser de mayor envergadura.

La difícil tesitura de Sunak sobre el brexit

La victoria tory en 2010 ha dado lugar a un largo decenio de atonía económica, con alzas del PIB de entre el 1,3% y el 2,6%, con la excepción de la drástica caída del 9,7% de 2020 y del despegue del 7,5% de 2021, además de devorar a cinco primeros ministros. Cameron duró cinco años hasta 2016, tras el referéndum, al que sucedieron Theresa May, primero, y Johnson, después, ambos con tres años en el cargo. Además de Liz Truss, que apenas duró cinco meses por la demolición de su agresivo plan liberal de rebajas de impuestos a empresas y grandes fortunas por parte de los mercados, y Sunak, que se ha convertido en el quinto en discordia y que no tiene visos de poder revertir el castigo electoral que pregonan las encuestas en el último bienio.

De ahí que Sunak maneje un doble discurso. En el que manifiesta la "enorme oportunidad" que ha supuesto el corte del cordón umbilical con Europa a Reino Unido en términos de liberalización de servicios portuarios, aceleración del comercio y reformas financieras que benefician a bancos de la City, por un lado, y en privado, por otro, sondea la opinión de su gabinete para restablecer los vínculos con la UE. Al considerar que el año de guerra en Ucrania y el anacronismo del brexit en un momento de reorientación de la globalización y cambios geopolíticos y económicos en el orden mundial, generan más tensiones e incertidumbres para estimular un PIB que registró tres décimas negativas entre julio y septiembre y se manifestó plano en el último cuarto de 2022, si bien en diciembre marcó una contracción mensual de medio punto.

Sunak se juega en la economía buena parte de su credibilidad como cabeza de cartel electoral de los tories para los próximos comicios para los que cuenta con un compás temporal de dos años -hasta enero de 2025- en el que deberá mostrar una substancial mejoría de la coyuntura del país si desea restar la dramática ventaja de 31 puntos que los sondeos concedían, a finales de año, a Keir Starmer, líder laborista, frente a los diez a los que llegó a reducir el diferencial en septiembre Truss. Evidentemente, antes de presentar su plan económico que finalmente fue el que lapidó su carrera política.

Como Chancellor of Exchange de Johnson, el ahora premier logró unos índices de aceptación como arquitecto económico británico más que aceptables que ahora pretende recuperar a marchas forzadas para mantener en vilo las opciones electorales tories.

De ahí que haya hecho llegar con conductos diplomáticos a Bruselas su firme determinación en resolver de inmediato el espinoso asunto del tránsito de ciudadanos y de mercancías por Irlanda del Norte, sobre el que pretende hilvanar un acuerdo en las filas conservadoras que evita otra larga y tortuosa batalla sin armisticio. Una encrucijada compleja en la que en Bruselas entienden que Sunak tenga que barajar, al mismo tiempo, una dialéctica en la que defienda que el brexit es la "herramienta generacional" con la que Reino Unido ha "recuperado su soberanía comercial y sanitaria", en alusión a su campaña de adquisición de vacunas de la Covid-19 al margen de la UE, y con la que "ha restablecido su independencia económica y financiera". Aunque su espíritu se aproxime más a la declaración de intenciones de Major.

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