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"Aquí huele a niños"

El mexicano Alberto Rodríguez convierte ‘La leyenda del chupacabras’ en un cuento de terror infantil, un subgénero que ha evolucionado desde las perversas, algunas sádicas, historia de las primeras producciones de Disney hasta las maravillas de Tim Burton o las aventuras de Harry Potter

'La leyenda del Chupacabras'

El mexicano Alberto Rodríguez se ha marcado una comedia de terror infantil con la popular leyenda del Chupacabras. El monstruo que bebe la sangre de los animales y que ha sobrecogido a pueblos enteros en todo el planeta reaparece ahora en modo ‘para toda la familia’, mucho menos aterrador, en animación, a color y acompañado por dos tiernas calaveritas de azúcar, Finado y Moribunda. La leyenda del Chupacabras, dentro de la tradición del género adaptado al público infantil, es una broma —es la intención— comparada con algunas de sus predecesoras, clásicos que dejaron una oscura huella y muchas pesadillas. “Aquí huele a niños”, repetía el Cazador de Chitty Chitty Bang Bang y su voz envuelve aún los peores horrores de la niñez.

Todavía resuenan los llantos desconsolados de las primeras generaciones que vieron en el cine cómo un cazador disparaba a la madre de Bambi. “Llegamos, ya no hay peligro. Mami, mami, ¿dónde estás?” Estaba muerta. La película debería haber puesto en alerta a madres y padres del mundo entero que, sin embargo, siguieron sometiendo a sus hijos al sadismo de Walt Disney. Cierto que poco más se vendía en las carteleras para el público infantil.

Por cortesía de Walt Disney

De hecho, no era el primer trauma que cargaría ese público infantil gracias a la perversión de Disney. La bárbara Pinocho, segunda película del productor, colaba en la mente de inocentes niños espantosos terrores terrenales. Secuestro, esclavitud infantil, placeres letales... Todo ello pasado por el tamiz de la hipócrita moral conservadora que, por supuesto, los niños no podían advertir. La transformación de Polilla en burro, su sufrimiento y el desesperado grito llamando a su mamá provocan escalofríos todavía en los adultos.

Y, por supuesto, Dumbo. El terror de aquella película ha dejado daños imborrables en algunos de sus espectadores. Obligado a trabajar bajo la lluvia, humillado, acosado por un abusón, borracho viendo cómo las siniestras ‘ánimas del terror’ danzan a su alrededor y, lo peor, separado de su madre, a la que encierran. Donald Trump debió, sin duda, ser un espectador entregado a las malvadas películas de Disney. Una rata atacando a un bebé (La dama y el vagabundo), una barracuda matando a la madre de Nemo, el siniestro momento Una noche en el monte pelado de Fantasía, el sentido de culpa del pequeño Simba por la muerte de su padre (El rey León)… la lista de atrocidades que han visto los niños del mundo entero por cortesía del maligno Disney es larguísima.

'Chitty Chitty Bang Bang'

'Chitty Chitty Bang Bang'

El terrorífico cazador de niños

También fue bastante efectivo, en este caso, aterrador, Ken Hughes —que, por cierto, terminó su carrera con Psicosis II— cuando adaptó la novela de Ian Fleming, el creador de James Bond, Chitty Chitty Bang Bang. Con guion escrito del director y el escritor Roald Dahl, en la película aparecía uno de los personajes más perturbadores de la historia del cine infantil, el mencionado Cazador de Niños, escalofriante Robert Helpmann, con una nariz enorme que detectaba a los pequeños. “Aquí huele a niños”.

El cine moderno ha adaptado el terror para el público infantil prescindiendo de matices tan siniestros y perversos. Tim Burton es uno de los maestros del subgénero. Los personajes de Bitelchus, esos fantasmas encantadores y ese asusta-mortales inolvidable a lo mejor daban un poco de miedo, pero terminabas queriéndolos mucho. La novia cadáver, a pesar de que la protagonista fuera un esqueleto en un cementerio, era entrañable y divertidísima. Frankenweenie es una maravilla que asusta un poco a los más pequeños, que terminan, sin embargo, rendidos a la ternura del cuento.

Y el precioso cuento gótico navideño que produjo Burton y dirigió Henry Selick, Pesadilla antes de Navidad. Esqueletos en la noche de las brujas, un protagonista que está harto de dar miedo y vaga por su cementerio anhelando el amor, una bella muñeca de trapo… estética de lo macabro para deleitar a toda la familia.

'Bitelchus'

'Bitelchus'

"Soy una maníaca homicida"

Diversión garantizada para todos los públicos fue la adaptación al cine de la serie de televisión La familia Addams, que dirigió Barry Sonnenfeld y que convertía la estética de lo tétrico y del horror gótico en un ambiente amable frente a un moderno mundo hostil. El personaje de Miércoles, interpretado por una jovencísima Christina Ricci, se hizo con un enorme club de fans con diálogos como el de: “Este es mi disfraz, soy una maníaca homicida. Ellos parecen una persona más”.

Y llegó la saga de Harry Potter, donde los misterios y la magia, los villanos y los monstruos eran parte de una gran aventura que erizaba un poco el vello de los más pequeños, pero que los atrapó durante años y años, convirtiendo los libros y las películas en un fenómeno mundial irrepetible. Como decía Albus Dumbledore (el actor Michael Gambon), el respetado mago de la serie en Harry Potter y el prisionero de Azkaban, “la felicidad se puede hallar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz”.

'La familia Adams'

'La familia Adams'

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