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Espacio El espejo dorado del nuevo telescopio espacial se despliega por última vez en la Tierra

El nuevo telescopio espacial se despide de la Tierra.

Telescopio espacial
Representación artística del telescopio James Webb desplegado en el espacio. ESA/ATG MEDIALAB

Parece que por fin ha llegado el momento de que el telescopio espacial James Webb, considerado el sucesor del mítico Hubble, viaje al espacio para observar todo tipo de objetos y sucesos del Universo como nunca antes. Su lanzamiento, a bordo del cohete europeo Ariane 5, se ha fijado para el 31 de octubre próximo, tras años de retrasos, el más reciente debido a la pandemia.

Por última vez se ha podido ver desplegado su complejo y caro espejo primario segmentado, antes de proseguir con su laboriosa integración como carga útil del cohete para una arriesgada misión.

Mientras que el Hubble, que lleva 31 años de servicio, da vueltas a la Tierra a apenas 600 kilómetros de altura, suficientes para evitar la distorsión de la atmósfera, los planes para el Webb son más ambiciosos. Se dirigirá al punto de Lagrange 2, un lugar mucho más lejano en el espacio, a 1,5 millones de kilómetros, donde se equilibran las fuerzas y puede permanecer prácticamente estacionario. Tardará en llegar un mes y durante el viaje desplegará primero su escudo solar, del tamaño de una pista de tenis, y luego su espejo primario, hecho de berilio y recubierto de oro, de 6,5 metros de diámetro.

Este despliegue y el bloqueo en su lugar de las distintas partes del espejo, en forma de panel de abeja, es el que se ha ensayado por control remoto con éxito en la empresa Northrop Grumman, contratista principal del telescopio para las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense. El proceso ha sido el mismo que el que tendrá lugar en el espacio.

Para poder recoger más luz y ser 100 veces más sensible que el Hubble, aunque observa en otras frecuencias, el tamaño del espejo tiene que ser grande, pero para poder enviar el telescopio completo sobre un cohete se tiene que poder plegar hasta caber en un espacio de apenas cinco metros de diámetro. No solo debe estar diseñado para eso sino que todos sus elementos, móviles y no móviles, tienen que ser resistentes a las fuerzas que sufrirán durante el lanzamiento y a las exigentes condiciones del espacio.

El director del proyecto, Lee Feinberg, del centro Goddard de la NASA, lo tiene claro:  "El espejo primario es una maravilla tecnológica. Los ligeros espejos, el recubrimiento, los actuadores y mecanismos, la electrónica y las mantas térmicas, cuando se despliegan del todo forman un espejo único y preciso que es verdaderamente notable". Es fruto del trabajo durante muchos años de equipos de centenares de personas, recordó.

El James Webb es el mayor y más potente telescopio espacial construido hasta ahora. Si todo sale bien, hará avanzar mucho la astronomía, como lo ha hecho el Hubble, al revelar aspectos escondidos del Universo, como las atmósferas de los exoplanetas o la formación y evolución de las galaxias.

Precisamente uno de sus primeros objetivos previstos son los sistemas planetarios 51 Eridani y HR 8799, dos de los más próximos a la Tierra que tienen planetas situados más lejos de sus estrellas y están bien orientados para su observación. Los avanzados instrumentos del Webb estudiarán en frecuencias del infrarrojo medio los cuatro planetas gigantes del segundo sistema y más tarde el planeta gigante del primer sistema. Esta ventana de observación es uno de los puntos fuertes del Webb porque desde la Tierra es difícil observar en estas frecuencias debido a la atmósfera.

Mientras se prepara el lanzamiento del Webb, hay otros movimientos previstos en la actividad espacial, especialmente la relativa a los nuevos cohetes gigantes de Estados Unidos. Por un lado, ya está en cabo Cañaveral la etapa principal del nuevo SLS, que con la cápsula Orion forma el sistema Artemis con el que Estados Unidos pretende volver a la Luna, con participación europea. La primera misión, Artemis 1, sin tripulación, que alcanzará la órbita lunar y volverá, no tiene fecha todavía.

Por otro lado, la empresa Space X ha anunciado el primer vuelo de prueba del enorme cohete reutilizable Starship, el mayor de la historia, con 120 metros de altura. En este ensayo no tripulado rodeará la Tierra durante 90 minutos desde el sur de Texas a la caída controlada en el océano Pacífico cerca de Hawái en una fecha todavía no decidida, pero dentro de este año. La versión más potente ideada del Starship tendrá el doble de potencia que el cohete Saturno 5 que llevó los primeros astronautas a la Luna.

Los dos temas están relacionados porque hace poco la NASA dio a Space X un contrato de 2.900 millones de dólares para desarrollar una versión del cohete que lleve astronautas a la Luna. No lo hará directamente, sino que los astronautas, a bordo del sistema Artemis de la NASA, se citarán con un módulo no tripulado de Starship en órbita de la Luna, que los depositará en la superficie, desde donde volverán de la misma manera. Un plan de ruta novedoso, complejo y arriesgado cuya aprobación por la NASA ha suscitado una gran polémica en el sector espacial.

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