madrid
Actualizado:"Mis hermanas huyeron de casa y hasta hoy no hemos tenido noticias de ellas. Y cuando mi padre se enteró, me quemó los pies para que no
pudiera salir a la calle. Dijo que si no tienes pies, no puedes salir. Me
quemó con hierro, me marcó con hierro y fuego para que no huyera como mis hermanas. Hui de mi pueblo para ir a Dakar (Senegal). [...] No quería que me encontrara y me hiciera las mismas heridas o me obligara a casarme. Quería estar lejos de él".
Este es solo uno de los casi 70 testimonios de mujeres y adolescentes migrantes que la ONG Save The Children ha recogido para su informe "Niñas en movimiento en el norte de África", que ha publicado este miércoles. El trabajo aborda el viaje migratorio hacia España e Italia desde países del norte de África, pero lo hace desde una perspectiva de género, centrado en los numerosos peligrosos y en las diferentes razones para la huida que solo recaen sobre las mujeres y, más a menudo, sobre chicas jóvenes.
Según este trabajo, una de cada tres niñas o adolescentes migrantes que llegan al sur de Europa desde el norte de África ha sufrido o ha sido testigo de violencia sexual o de género, bien durante el trayecto migratorio o bien en sus países de origen, de donde escapan de conflictos armados, pero también de situaciones de maltrato, matrimonio infantil forzoso, encierros y aislamiento, violencia sexual o trata.
El informe distingue entre las niñas procedentes de Marruecos, que hablan del cruce hacia España como algo común y normalizado, "un rito de paso" motivado por la falta de oportunidades en su país; y las que proceden de países subsaharianos y, tras su paso por Marruecos, Túnez o Libia, buscan una oportunidad en Europa. Estas hablan de la violencia sexual y de género como uno de los factores que las empujan a migrar y que las envuelve también durante todo el trayecto.
Viajar en grupo o vestirse de niño
Gran parte de las niñas no son conscientes de los riesgos que implica el proceso migratorio: robos, violaciones, embarazo o detenciones. Pero lo emprenden por situaciones de urgencia y sin apenas planificación ni recursos y a espaldas de sus familias. Es lo habitual entre las entre las chicas de África subsahariana, aunque las procedentes de Marruecos sí suelen participar en la planificación del viaje y la toma de decisiones.
"Las niñas mencionaron con frecuencia el abuso sexual para acceder a las necesidades básicas a lo largo del viaje"
Familiares y conocidos que ya están en Europa o los países de tránsito y redes sociales como Facebook o YouTube se erigen como principales fuentes de información, aunque no siempre resultan fiables, constata el informe.
Sin embargado, gran parte de las jóvenes migrantes eran conscientes de los "riesgos inherentes" a los que se exponían durante la ruta y tras su llegada a los países del norte de África. Por ello suelen adoptar medidas de protección como viajar en grupo (sobre todo en grupos de hombres), contratar a contrabandistas o vestirse de niño. Sin embargo, estas medidas no siempre funcionan.
Violencia sexual como moneda de cambio
"Las niñas mencionaron con frecuencia el abuso sexual para acceder a las necesidades básicas a lo largo del viaje, incluyendo el alojamiento, la protección y el dinero", especifica la ONG, que incide en que "parecían ver el abuso sexual como una forma estratégica de lidiar" con su desprotección. Aunque también se describen los abusos a menores como una constante.
"Llegamos a un pequeño pueblo. [...] Unas personas vinieron a recogernos y a llevarnos a otro lugar con mujeres y niños. Nos quedamos unos días sin salir de allí, sin comer ni beber. En este lugar,
violaban a la gente e incluso a los niños y niñas. Estuvieron a punto de violarme también, pero mi madre consiguió salvarme", relata a Save The Children, Marie, una niña de 14 años de Camerún que fue encerrada varias veces en casas en Marruecos y Argelia.
Retos en el país de llegada
El informe también pasa por la difícil situación que experimentan las niñas en los países de llegada. Destacan la alta de atención especializada en salud mental para jóvenes que arrastran profundos traumas, pero también la escasez de atención sanitaria en general.
Barreras lingüísticas, desconfianza en los centros médicos, miedo a ser sancionadas o detenidas por estar indocumentadas y, sobre todo, el acceso a la vivienda y a la educación se consolidan como los factores de mayor vulnerabilidad
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