MADRID
Actualizado:Si las redes sociales son un reflejo de la sociedad, también lo son del sexismo que existe en ella. Y en concreto se aprecia con claridad en la divulgación científica. Cuando una mujer desarrolla su carrera profesional en un campo como la ciencia –tradicionalmente ligada a los hombres– y lo expone en su canal de Youtube tiene que soportar críticas como "claro, aprovecha que es mona para conseguir seguidores" o "¿te pones escotes para que te den más likes"?
Estos comentarios se pueden leer en el canal de Carolina Jiménez, Ok Infografía. Jiménez es artista de efectos visuales especializada en Layout para cine internacional, tiene casi 24.000 suscriptores y sus vídeos han llegado a superar las 95.000 visitas. Y aun así tiene que hacer frente a este tipo de intervenciones cuando sube un nuevo trabajo o a que se ponga en duda sus conocimientos. "He visto cómo no se me ha tomado en serio, cómo se ha presupuesto que mi idea no era adecuada sin motivo aparente", explica para Público. Incluso hay quienes se sorprenden si el contenido es bueno: "Cuando comparto un vídeo siempre hay algún hombre que me dice: '¡Ay! Qué bien que lo hayas explicado cómo realmente se hace'.
Las redes sociales tienen la capacidad de ser un entorno muy hostil. En Youtube las mujeres se pueden ver atacadas al estar más visibles y expuestas. Además, por el hecho de ser una red social, el sexismo y el machismo queda reflejado con más facilidad. "Si yo escribo un artículo científico y firmo con mi apellido nadie sabe si soy un hombre o una mujer, incluso si digo mi nombre, si no me ven la cara no me atacan", asegura Marta Macho, profesora de la Universidad del País Vasco y editora del blog Mujeres con ciencia. "Pero los ataques que las mujeres pueden recibir en Youtube son brutales, sobre todo las más jóvenes, y muchas acaban dejándolo porque no les compensa que se les insulte sistemáticamente en las redes", lamenta.
"Estoy comunicando un contenido divulgativo que no está relacionado con mi físico, por lo tanto que juzguen lo que estoy exponiendo y no mi aspecto"
Aunque no solo se trata de ataques tan explícitos, sino que el machismo también puede aparecer en forma de halagos que, en la mayoría de las veces están fuera de lugar. "Me escriben muchas veces ¡ay, qué bonita estás' o 'qué guapa te ves' –cuenta Sofía Martínez-Villalpando, creadora de The Biologist Apprentice–, invierto mucho tiempo en esto como para que los comentarios que recibo sean así". Macho califica este tipo de comentarios como "sexismo de bajo nivel". "No lo quiero llamar micromachismo porque nada es micro –insiste–, todo es importante y son comportamientos sexistas y hay que llamarlo por su nombre". Por ello, cuando a esta científica le dicen "jó, cómo eres, si te están halagando", ella responde: "No, no me están halagando, yo estoy comunicando un contenido divulgativo que no está relacionado con mi físico, por lo tanto que juzguen lo que estoy exponiendo y no mi aspecto".
El sexismo llega en todas las direcciones en la divulgación científica. Desde los halagos disfrazados de machismo procedentes de fuera, como de comentarios o actos inoportunos con los que las científicas se encuentran dentro de este sector. Algunos son involuntarios –no por ello menos importantes– como dar por hecho que si una mujer participa en el rodaje de una película es porque es la encargada del maquillaje y no la directora de fotografía, un estereotipo muy presente en el mundo del cine que Jiménez ha vivido de cerca.
Pero también los hay más descarados. Martínez-Villalpando, antes de ser divulgadora, trabajaba en una empresa de México que se encargaba de hacer verduras congeladas. Ella era la responsable del control biológico aunque, como parte de su trabajo, también se encargaba de atender a las visitas y hacerles un recorrido por las instalaciones. "Esa labor me correspondía a mí. Siempre que se trataba de estudiantes de secundaria o niños lo hacía yo, pero si venían empresarios o personas importantes mi jefe me dejaba de lado", explica la bióloga. Este fue el motivo que la impulsó a abandonar la compañía y dedicarse, por su cuenta, a hacer lo que más le gusta: la divulgación.
Al preguntarle a Martínez-Villalpando si consideraba que en algún momento se había puesto en duda su conocimiento por ser mujer responde con naturalidad: "¡Un montón de veces! Cuando yo daba una información recibía pregunta tras pregunta… pero en vez de enojarme o enfrentarme mi reacción era responder con conocimiento de causa, que es lo importante", señala.
Para triunfar... "sácate la chorra"
Las actitudes y comportamientos machistas son muy habituales en el día a día y así se refleja en los comentarios de los usuarios de Youtube. Aunque no sean intencionados, la mayoría de las veces los comentarios pueden resultar ofensivos, como por ejemplo, si un hombre le dice a una compañera que "se saque la chorra". Una conducta que hay que reconocer y cambiar.
Anna Quirant es biotecnóloga y creadora del canal Cienciacional!. Es una de las youtubers que, con valentía, ha denunciado el machismo que ha sufrido. Este año, uno de sus compañeros pidió consejo en un grupo de Whatapp para presentarse a Famelab, un concurso internacional de monólogos científicos. La respuesta: "Sácate la chorra".
Tras varios comentarios de este tipo Quirant les dijo que ya valía con "la bromita". "Se intentó suavizar la situación con comentarios del tipo ‘Anna, tienes poco sentido del humor’, incluso el compañero que me faltó al respeto se atrevió más tarde en el grupo a repetir la broma de sacarse la chorra para demostrar, supongo, su chulería", relata Quirant, a este diario. "Me escribieron tres compañeros por privado dándome apoyo, pero nadie le hizo ver que su comportamiento, desde mi punto de vista, estaba siendo machista", añade.
La indignación de Quirant le llevó a publicar en Twitter un hilo contando lo ocurrido. "Al principio me acusaban y me decían que no fue para tanto. Pero luego les llamó la atención la cátedra de la universidad que les subvencionaba. Entonces el tema pasó a ser importante cuando la financiación estaba en juego", asevera. A Quirant le acusaron miembros de la comunidad científica de la que ella formaba parte de llevar tan lejos un rifirrafe y de llevarse este tema a lo personal. "Si ni siquiera lo conozco", justifica. "Acabé saliendo del grupo porque no me apetece pasar mi tiempo con personas que no son capaces de tomarse en serio episodios machistas, por muy sutiles que sean", sentencia.
70 universidades, siete rectoras
Aunque el sexismo está presente en toda la sociedad, la ciencia es uno de los campos en los que el techo de cristal está más alto, especialmente en la academia. "La evidencia está en que en España hay 70 universidades y siete rectoras. Esto es la investigación", critica la vicepresidenta de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC).
"Hay una inmensa mayoría de investigadoras en formación, estudiantes de doctorado –explica–. De hecho, la mayoría de las becas a los mejores expedientes para empezar en esta camino se les entrega a mujeres porque sus resultados académicos son mejores". Sin embargo, en las escalas superiores el número de mujeres disminuye. "Es en torno a los 30 años, cuando llegan las maternidades", apunta Lázaro. Y ellas se quedan en la base, de profesoras interinas, ayudantes… "En la Academia las mujeres tienen un tipo de trabajo distinto al que tienen los hombres, como ocurre en otros ámbitos también, ellas están colocadas en puestos más bajos y tienen trabajos distintos, posiblemente hacen más temas de gestión", explica Macho.
"Contra el estereotipo lo mejor es usar el método científico, enseñar las evidencias, hay muchas mujeres en ciencias haciendo muy buen trabajo"
Aun así, la vicepresidenta de la AECC destaca que con los años esta situación ha ido en progreso. En el ámbito de la comunicación científica, varias organizaciones han llevado a cabo diferentes iniciativas para romper con el sexismo. Desde la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), se ha puesto a disposición de los medios una guía de mujeres expertas para atender a la prensa en caso de urgencia informativa. "Entendemos que se necesitan voces rápidas, e históricamente los hombres han sido más rápidos para ocupar estos espacios", señala Lázaro. Ahora, en cambio, ya no hay excusa.
Además, la AECC aprobó un código por el que ninguno de sus miembros ni participa ni colabora en un ningún evento de divulgación en el que no se garantice la presencia de al menos el 40% de mujeres.
"Soy madre de una niña de 19 y otra de 16 –relata Lázaro– y soy bastante optimista respecto a quién les acompaña. El fruto lo vamos a ver a largo plazo. Creo que si Emilia Pardo Bazán, que luchó tanto por la igualdad, me viera a mí ahora, pensaría que qué bien dónde hemos llegado". "Lo que no podemos es bajar la guardia, caer en la autocomplacendia –prosigue–, pero creo que para luchar contra el estereotipo lo mejor es, sencillamente, usar el método científico, enseñar las evidencias, hay muchas mujeres en ciencias haciendo muy buen trabajo". "No podemos dejar que sean invisibles", concluye.
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