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Actualizado:Familiares con sus mayores en algunas de las residencias de la Comunidad de Madrid denuncian a Público la "pésima" alimentación que estos ancianos reciben en su día a día. En este sentido, Carmen López, presidenta de la Asociación pro Derechos de los Mayores y sus Familias (ADEMAF), asegura que hay residentes que cuando ingresan en los hospitales presentan malnutrición y anemias. Según su criterio, "esto, lógicamente, es debido a la mala alimentación".
Tras el dolor por el fallecimiento de muchos de sus padres y madres durante el periodo más duro de la pandemia, ahora estas familias exigen condiciones de vida dignas para los residentes en estos centros de la autonomía. Aseguran que la mala situación nutricional de los mayores no es una excepción e instan al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a tomar cartas en el asunto. Público ha intentado ponerse en contacto con la Consejería de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid para conocer si se van a tomar medidas para mejorar la oferta nutricional de los mayores en las residencias. Sin embargo, por el momento, no hay respuesta de la institución.
Además, estos familiares dan la cara para denunciar a este medio los centros donde pueden confirmar que se sirven estos menús tan limitados a los mayores. Según María Jesús Valero, miembro de Marea de Residencias, se trata de la Residencia y Centro de Día de Usera gestionada por Macrosad. Mientras, Nacho Varas familiar de un residente de la Residencia de Alzheimer de la Fundación Reina Sofía, denuncia que allí ocurre lo mismo.
Dos croquetas congeladas, tres empañadillas acompañadas de las mismos rodajas de tomate, zumo de naranja y batidos caducados, leche en polvo, fruta en mal estado o purés de harina y espesante son algunos de los platos que los mayores tienen que comer y cenar cada día en algunas residencias de Madrid, según denuncian estos familiares. Alimentos de muy baja y cuestionable calidad que la mayoría de las veces ni alcanzan para repartir un plato por residente. La alternativa, según confirman en ADEMAF, es que las familias compren y lleven su propia comida o que ellos mismos paguen a parte por algún producto de un bar o cafetería del centro en el que residen e incluso de fuera.
"Ya sean residencias públicas, concertadas o privadas, el Ejecutivo regional debe intervenir", según explica Juani Peñafiel, responsable de Dependencia-Madrid en Comisiones Obreras (CCOO). De hecho, lamenta especialmente las que están financiadas con dinero público. En cuanto a las privadas, explica Peñafiel, que "si un anciano va a una consulta médica con problemas de salud provocados por la alimentación, los asistentes sociales deberían abrir un expediente para aclarar cuáles son las causas. El maltrato no lo es sólo por acción, lo es también por omisión".
Desde el sindicato lamentan que al final sean los residentes y las trabajadoras los que pagan el egoísmo de las empresas a costa de algo tan esencial para la salud como es la alimentación. "Lo justo sería que las inspecciones y los controles de la Comunidad fueran más frecuentes y más serias. Que obligaran a disponer de un menú con cantidades y calidades decentes", añade Peñafiel.
Represalias contra los residentes y las trabajadoras
Residentes y trabajadoras han expuesto públicamente una y otra vez el deterioro del servicio de residencias, pero las comidas lejos de mejorar, han empeorado con el paso del tiempo. Además, las familias explican que han tenido que tomar la voz cantante en esta lucha para evitar las represalias contra los mayores y las asistentes de los centros.
"Las auxiliares tienen que esconderse para decir verdades como puños porque las tienen atemorizadas con despedirlas. Y gracias a ellas hemos conocido todas las atrocidades que se cometen. Con el gran trabajo que hacen, en lugar de apoyarlas, las llaman vagas, como ha dicho la señora Ayuso", reprocha María Jesús Valero.
En la misma línea, su compañera Mercedes Huertas alerta de que "hay días que los mayores pasan hambre" y que la dirección de los centros hace oídos sordos: "Cenan tronchos de pan mojado en aceite. El menú degustación que se presenta no se corresponde con lo que suben a comedor". Lamentan que haya noches donde los abuelos ni siquiera prueben el plato de lo mal que huele y del mal aspecto que tiene. "La semana pasada, cómo nadie comió lo que les pusieron, las auxiliares bajaron a cocina a por unas lonchas de jamón york para que comieran algo", relatan con hastío.
Comidas que quitan el apetito
En particular, Valero tiene a su madre hospedada en la Residencia y Centro de Día de Usera gestionada por Macrosad y cuenta que los platos de comida que les dan "quitan el apetito" y que no están adaptados a sus necesidades calóricas y nutricionales. "Hace unos cinco días, hicieron una sopa que presuntamente era un caldo minestrone, pero en realidad era agua con trocitos de verdura. Otras veces les ponen boquerones pasados y con raspa, sabiendo que muchos de ellos no pueden limpiarlos y se pueden atragantar. Es lamentable", exaspera. Con todo, anima a los familiares a participar en la Comisión de Alimentos para promover y asegurarse de que los menús son los apropiados.
Pero lo peor para ella es ser consciente de que se trata de una práctica completamente normalizada. "Cuando un anciano trata de visibilizar que ha perdido 14kg desde que ha entrado a uno de los centros o que no les dan agua mineral y sufren desnutrición e infecciones de orina recurrentes, le llaman exagerado o tratan de desacreditarle a toda costa. Pero es la realidad", sostiene Valero.
Trabajadoras de residencias de Madrid hablan con Público, aunque prefieren mantener el anonimato por miedo a represalias con las empresas que las contratan para esta labor en los centros, y reconocen que "este domingo faltaron raciones para cinco platos. Avisamos a la directora e hizo como suele hacer: encogerse de hombros y echar balones fuera. Otros días, nos faltan cubiertos, platos o pan", confiesan.
Asimismo, sospechan que cada vez son más los recortes y explican que han disminuido desde los desayunos hasta las meriendas: "Antes, a primera hora se les daban dos bollos, eso sí, todo bollería barata e industrial, con un vasito de leche. Ahora sólo uno. A media mañana, se les da un caldo, que viene a ser un vaso de agua con un poco de sazonador, o gelatina para hidratarse". Si bien detallan que lo peor son las comidas y las cenas, ya que se supone que son las grandes fuentes de nutrientes y "no hay por dónde cogerlas".
La circunstancia no mejora si ponemos el foco en la Residencia de Alzheimer de la Fundación Reina Sofía, donde tal y como señala Nacho Varas, familiares llevan tuppers a sus allegados con purés y compotas, después de haber comprobado que los que se les proporcionan en el centro tienen una alta cantidad de agua y apenas llevan proteínas (carne/pescado). Al tratarse de personas con demencia, la vulnerabilidad de estos residentes es aún mayor. Varas afirma que las comidas "no se sabe muy bien de qué están hechas" y detalla que se suele recurrir a los triturados.
Ante la inacción del equipo de Ayuso, Marea de Residencias mantuvo una reunión con el ministro de Consumo Alberto Garzón, y su equipo el pasado septiembre de 2022, donde requirieron una regulación para que los menús en las residencias estuvieran firmados por nutricionistas, siendo estos, ante todo, saludables y preparados con productos frescos de calidad. Sin embargo, después de casi seis meses, aún no se ha publicado la guía de menús para mayores que prometieron.
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