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Coronavirus Suramérica y su reto civilizatorio del siglo: proteger de la covid-19 a los pueblos originarios de la Amazonia

Ante la expansión de la pandemia, que podría extinguir comunidades enteras, las organizaciones sociales reclaman a los especialistas que actúen adaptándose a la cosmovisión de las aldeas indígenas.

Los pueblos Tupinambá y Pataxó se manifestaron el pasado mes de agosto en Brasilia por el respeto de la demarcación de los territorios indígenas en Brasil. TIAGO MIOTTO/ CIMI. 16oct19.
Los pueblos Tupinambá y Pataxó se manifestaron el pasado mes de agosto en Brasilia por el respeto de la demarcación de los territorios indígenas en Brasil. TIAGO MIOTTO/ CIMI. 

VÍCTOR DAVID LÓPEZ

Se preguntaba hace tres semanas el ministro de sanidad brasileño, Luiz Henrique Mandetta, por dónde saltaría en pedazos el sistema de salud brasileño, dando por hecho que lo haría. La respuesta le ha llegado desde Manaus, la capital del estado de Amazonas. "La red hospitalaria del estado ha entrado en colapso", declaraba el domingo el alcalde, Arthur Virgílio Netto: "Ya no es capaz de hacer fluir la demanda por el tratamiento contra el coronavirus". El momento ha llegado con 600 casos positivos y 23 víctimas mortales, demostrando la endeblez de la estructura.

Por el mismo rincón de Brasil por el que ha comenzado el estancamiento del sistema de salud, ha surgido la gran amenaza para los pueblos originarios de la Amazonia en Suramérica, con un sistema inmunitario no acostumbrado a enfermedades de este calibre. En el estado de Amazonas llegó, precisamente, el primer caso positivo de una indígena en Brasil, una joven agente de salud de la etnia kokama, residente en la Aldea de São José, en el municipio de Santo Antônio do Içá, según notificó la Secretaría Especial de Salud Indígena.

Pero eso fue ya hace una semana, y ahora ya se ha extendido el virus en comunidades indígenas de todos los países amazónicos, comenzando por Ecuador, con el desastre centralizado en Guayaquil, que está golpeando a decenas de indígenas migrantes, desplazados en su día desde la selva a la urbe. Ahora, el que sale a la ciudad, ya no puede regresar a la comunidad. Son directrices estrictas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).

Guardias indígenas vigilando las entradas a los territorios

Lograr que todos los países suramericanos amazónicos remen en la misma dirección a la hora de proteger a los pueblos originarios no es tarea sencilla, ni siquiera en época de emergencia. Así lo asume la secretaria general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), Alexandra Moreira, en conversación con Público: "Organizarse toma su tiempo". Moreira, exministra boliviana de medio ambiente y agua, ya se ha reunido bilateralmente con todos los países involucrados. Asume que, para empezar, necesitan algo básico pero trabajoso: "capacitar y difundir las informaciones en lengua propia" a cada pueblo. Además, "ahora se hacen más necesarios aún", indica, "los cordones de protección sanitaria", el respeto a las demarcaciones de las reservas. El "Yo me quedo en casa" se transforma, en el universo indígena, en "Quédate en el territorio".

Lo indígenas de Ecuador critican a Lenín Moreno, por haber decidido pagar una nueva cuota de intereses de la deuda externa antes que destinar esa cuantía a la crisis sanitaria

Cualquier omisión con esta pandemia puede borrar del mapa de golpe a alguno de los pueblos originarios. "Los guardias indígenas están en los puntos de control territorial", avisa Luis Kankui, consejero mayor de la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC), "conteniendo esta pandemia para que no llegue a nuestros territorios". La ONIC ha elaborado un Plan de Contingencia, siempre fiel a su cosmovisión, "partiendo de la premisa de que la mayoría de los pueblos indígenas en Colombia practican la medicina propia tradicional". Para tal efecto, el plan "convocará a rituales para la protección del territorio y de la población; apelará a instituciones de salud indígena, a los convenios con instituciones de salud no indígenas, y a la implementación de mecanismos que vayan de la mano con el Sistema Indígena de Salud Propio Intercultural (SISPI) y el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP)".

Igual de contundente y autosuficiente se posiciona la mencionada CONAIE en Ecuador. "Se ha decidido implementar nuestros protocolos comunitarios, de acuerdo a nuestras realidades". Explicaba Jaime Vargas, su presidente, en una rueda de prensa transmitida por redes sociales este martes. "Ya que no ha habido presencia de las autoridades, nuestras comunidades han tomados sus propias decisiones". Las medidas incluyen "ayuda humanitaria desde el campo a la ciudad, un plan de solidaridad".

En paralelo, la CONAIE critica con crudeza al máximo mandatario ecuatoriano, Lenín Moreno, por haber decidido pagar una nueva cuota de intereses de la deuda externa –tradicional calvario suramericano– antes que destinar esa cuantía –320 millones de dólares– a la crisis sanitaria. Moreno se ha defendido asegurando que gracias a que paga sus adeudos al día Ecuador está considerado un país fiable, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) les prestará más dinero "a través de instrumento de financiamiento rápido". La rueda, por lo tanto, sigue girando.

Pueblos indígenas en contacto inicial

La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, tal y como explica Alexandra Moreira, su secretaria general, trabaja actualmente en dos proyectos que presentará en las próximas semanas al Banco Interamericano de Desarrollo (BID)para tratar de captar recursos a tiempo. El primero de los proyectos está orientado a "facilitar respuestas de emergencia y poscrisis en áreas de frontera de la Amazonia, promoviendo acciones de cooperación transfronteriza"; el segundo proyecto es más sensible: se centra en "los pueblos indígenas altamente vulnerables y en contacto inicial". Sugieren formar grupos de especialistas que actúen adaptándose a la cosmovisión de estos pueblos.

Avisados de la pandemia del coronavirus, la tribu de los Nukak ha decidido volver a aislarse

El reto civilizatorio es grande, y los antecedentes respecto a los pueblos de contacto inicial, temibles. Todos recuerdan lo que les sucedió a los Nukak hace treinta años –finales de los ochenta, principios de los noventa–, cuando estaban intentando gestionar su apertura paulatina a la sociedad no indígena. Eran, y lo siguen siendo, el último pueblo en fase de contacto inicial en Colombia. Una gripe se llevó por delante al 40% de su comunidad. En la actualidad, quedan poco más de doscientos –desplazados de sus tierras, por si fuera poco, debido la brusquedad del conflicto armado–. Avisados de la pandemia de la covid-19, los Nukak han decidido volver a aislarse, y han comenzado a replegarse a su origen, las profundidades de la selva del Guaviare.

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