madrid
La Cumbre del Clima de El Cairo (COP27) ya tiene presidente. El Gobierno egipcio ha elegido a su ministro de Exteriores, Sameh Shoukry, para dirigir las negociaciones climáticas que reunirán nuevamente a más de 200 países a finales de año para tratar de determinar acciones concretas en la lucha contra la crisis climática.
La elección de Shoukry es una forma de perpetuar la presencia desmesurada de los hombres en las cumbres internacionales del clima que se organizan anualmente bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). De los 26 encuentros multilaterales que se han celebrado hasta la fecha, sólo cinco han contado con la presidencia de una mujer.
Shoukry no es una persona involucrada en asuntos relacionados con la crisis climática
La elección choca de manera frontal con el hecho de que Shoukry no es una persona involucrada en asuntos relacionados con la crisis climática o con la transición energética. Su cargo en el Ejecutivo tampoco tiene demasiadas competencias en la materia, más allá de las negociaciones estratégicas con países vecinos para el abastecimiento energético. La controversia de la elección es aún mayor, pues el Ministerio de Medio Ambiente, quien habitualmente suele ostentar el cargo de la presidencia de las COP de la ONU, está en manos de una mujer, Yasmine Fouad, con un pasado importante en la lucha contra la crisis climática, tanto en el ámbito del activismo, como en el ámbito científico y académico.
Fouad, que acudirá a la cumbre en un plano secundario –en calidad de coordinadora y enviada ministerial–, es una reconocida científica climática que participó en la elaboración del informe especial sobre desertificación de 2017 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Además, tuvo cierta relevancia en la pasada COP26 de Glasgow, siendo una de las voces más críticas del bloque de países africanos durante los plenarios finales relacionados con la falta de financiación por parte de los países más enriquecidos.
Este currículum no le ha servido para liderar el complejo encuentro diplomático de El Cairo, una cumbre clave en la que los países deberán presentar actualizados sus compromisos para reducir sus emisiones de CO2. Tal y como ha adelantado Climática, Shoukry será la cabeza visible del país y, por tanto, la persona que moderará los ritmos de diálogo y encargada de presionar a las diferentes delegaciones para elevar la ambición de los acuerdos. Sobre sus espaldas recaerá el resultado final de las negociaciones, como en su día
Su formación y su pasado profesional le avalan como diplomático, pero no cómo experto en asuntos ambientales pues nunca ha ejercido ningún cargo relacionado con los retos climáticos a los que se enfrenta la humanidad. En 2008 asumió el cargo como embajador en Washington del todavía presidente Hosni Mubarak. Un puesto que conservó hasta 2012, años después de los primeros levantamientos populares adscritos a la denominada Primavera Árabe. En 2014 volvió a tener un cargo diplomático. Esta vez llegaba al Gobierno de Abdel Fattah el-Sisi como ministro de Relaciones Exteriores, responsabilidad que sigue conservando en la actualidad.
"Su comportamiento personal, revela momentos de mano dura, como en la forma burlona en que trata a su chofer"
Según las declaraciones de otros cargos diplomáticos, no se trata de un perfil empático y asertivo, sino un hombre rígido con el que es difícil entenderse. Algo que importa en una cumbre como la COP27 donde centenares de países con intereses encontrados deben alcanzar acuerdos por la vía del consenso y la unanimidad. Warren Tichenor, embajador de EEUU en Ginebra en 2008, describía Shoukry, por entonces su homólogo egipcio, como un tipo "agresivo", "bruto y grosero" y "de mano dura", tal y como revela el prestigioso portal de noticias ambientales Climate Home News.
En unas conversaciones filtradas por WikiLeaks, el mismo Tichenor describía al entonces embajador egipcio como "agresivo con la diplomacia multilateral de Ginebra, en busca de objetivos que Estados Unidos no apoya". "Incluso en su comportamiento personal, revela momentos de mano dura, como en la forma burlona en que trata a su chófer", decía la filtración. No en vano, recalcaba que Shoukry era un "amable anfitrión" y resaltaba su "excelente" inglés y español.
La elección de Shoukry casa con la intención de Egipto de hacer de la COP27 un escenario dedicado a la resolución de sus propios conflictos diplomáticos, en este caso relacionados con el agua y la energía. La cumbre podría ser un encuentro idóneo para que el país busque apoyos internacionales en el conflicto por la represa hidroeléctrica del Renacimiento, un proyecto que Etiopía está tratando de levantar en la frontera con Sudán y que podría disminuir el caudal del Nilo y poner en peligro a gran parte de los cultivos de rivera de los que depende el país egipcio.
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