Rafael Nadal y Alexander Zverev disputaban este lunes un partido de la fase de grupos del ATP Finals, el gran torneo del tenis mundial conocido popularmente como la Copa de Maestros. Sin embargo, en un evento de tal calado mediático, hubo un espectador que fue capaz de robar la atención de los focos de la pista durante unos instantes. Ese asistente, no era otro que el rey emérito Juan Carlos I. 

El monarca hacía su primera aparición pública en Londres después de su compleja operación de corazón hace apenas dos meses. Sin embargo, ni él mismo fue capaz de acaparar la atención sobre su propia figura, pues, pese a este periodo de ostracismo, muchos espectadores no pudieron evitar quedarse embobados con una aparatosa cicatriz que el Borbón lucía en la frente. 

Se trata, sin embargo, de una herida superficial sin mayor importancia, la cual luce como consecuencia de un golpe con una rama durante uno de sus paseos, según informa El Español. Además, se trata de una marca fruto de percance producido hace ya tiempo, por lo que no reviste ninguna gravedad. 

La sorpresa por esta anodina apariencia que de alguna manera saboteó su reaparición fue, no obstante, relativa, pues se trata de una más dentro de una larga lista de 'heridas de guerra' lucidas por el monarca a lo largo de los años. Este incidente recuerda a otros pasados, aunque solo hace falta remontarse hasta marzo de este mismo año para encontrar el más reciente. Entonces, Juan Carlos I apareció públicamente en la presentación de los carteles de San Isidro 2019 con un moratón junto al ojo fruto de una "pequeña operación.