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Tus metadatos para el 'hombre-imperio'. Lo que quiere Musk de Twitter

Inna Afinogenova en La Base
Inna Afinogenova en La Base.

¿Para qué quiere Twitter Elon Musk? ¿Es una nueva excentricidad del tipo más rico del planeta? ¿Son sus ganas de ayudar a la humanidad, tal y como ha dicho él mismo? ¿Es su lucha contra la censura que ha ido aplicando Twitter?
Podría ser. Puede ser que haya pagado 44.000 millones de dólares para restablecer las cuentas de Donald Trump, Kanye West, y otros personajes censurados por la red por incumplir sus políticas, supuestamente. 

Es muy poco probable: según distintas estimaciones, Twitter no es que sea un buen negocio. La revista The New Yorker indicó recientemente que es una plataforma disfuncional, que no consigue seguir el ritmo de sus competidores como Facebook o Tiktok.

Efectivamente. Entonces, además de convertir Twitter en una plataforma de libertad de expresión, signifique lo que signifique eso para Musk, ¿qué otra cosa le puede interesar de allí?

Dos cosas: nuestros metadatos y el poder y la influencia que dan. Y todo ello responde a la pregunta que planteamos en el título de nuestro programa. ¿Cerrará Twitter? No, no cerrará, porque al capital no le conviene. 

Cualquier movimiento con el ratón que hagas navegando en internet ya trae un metadato. Lo que tuiteas, cada foto que tomas, las actualizaciones que publicas, las páginas que visitas, cosas a las que pones 'me gusta' o las que compartes. 

Cada empresa, como Meta de Marc Zuckerberg (propietaria de Facebook e Instagram), como Google, o como Twitter, tiene el poder de recopilar los datos de sus usuarios o de cualquier individuo que la visita, a través de sus algoritmos. Donde vives, qué haces, qué compras, qué te puede gustar o disgustar. Toda esta información vale mucho dinero. Porque al fin y al cabo es la información que ayuda al algoritmo a entenderte mejor y a sugerirte lo que, según el algoritmo, podrías 'comprar': y no hablamos solo de publicidad de productos y servicios. 

Y si les parece exagerado, recuerden el escándalo de Cambridge Analytica, que se dedicaba, precisamente a recopilar información de millones de usuarios de Facebook sin su consentimiento para hacer propaganda política. Operaron en las campañas de Donald Trump en EEUU, de Mauricio Macri en Argentina o en la de Brexit en Reino Unido... todas victoriosas. 

Y ahí, Twitter, siendo uno de los megáfonos más grandes del mundo, tiene mucho poder... que a largo plazo le puede resultar muy útil a Musk. Ahora el señor nos impone en la agenda el tema de las cuentas recuperadas de Trump o de Kanye West, o el debate sobre si pagamos 8 dólares por la insignia azul o no.

Elon Musk, nos guste o no, se está convirtiendo en una figura política. Sin serlo formalmente, emerge como una suerte de tercera fuerza en el bipartidismo estadounidense: ni demócrata, ni republicano... aunque parezca más simpatizante de los segundos. 

Y últimamente ha hecho muchas declaraciones y gestos que serían un indicio de sus ambiciones políticas. No se le escapa nada del radar. No es solo la cuenta de Donald Trump.

Hace unos días, intervino por videoconferencia en la cumbre del G20 y propuso apostar por transbordadores espaciales y túneles subterráneos para cruzar el globo de una punta a otra en menos de 45 minutos. 

Hace unas semanas propuso su plan de transformación de Taiwán en un distrito administrativo chino con una amplia autonomía.

Se manifestó en contra de una guerra abierta entre China y Taiwán porque eso supondría enormes pérdidas para la economía mundial. Habló también de la necesidad de alianza estratégica entre China y EEUU para desarrollar energías renovables, inteligencia artificial, etc. 

Publicó recientemente su plan de pacificación del conflicto entre Rusia y Ucrania. 

Dijo que Rusia debería tener la soberanía sobre Crimea, que Ucrania tendría que declararse neutral, y que en los territorios en disputa habría que organizar referéndums bajo el amparo de la ONU.

Sobraría decir que el plan no fue muy bien visto en Ucrania, el propio Musk recibió numerosas críticas, incluidas algunas de parte de los altos representantes ucranianos. Algo que es bastante ridículo, porque si de apoyo se trata, poco le pueden recriminar desde Kiev: muy al principio de la guerra Musk entregó a Ucrania el sistema de internet satelital Starlink, desarrollado por SpaceX.

Según numerosos analistas de guerra, ha sido clave en esta guerra en medio de cortes de internet y energía. Los equipos de drones, por ejemplo, pueden conectarse a Starlink... Y al país, al menos de momento, todo esto le sale gratis. 

Luego de que se hiciera público ese plan de pacificación, Bloomberg informó de que la Casa Blanca estaba considerando someter algunas empresas de Musk a revisiones de seguridad nacional. The Washington Post, un medio propiedad de Jeff Bezos de Amazon, planteó la idea de que Tesla también podría ser una «amenaza para la seguridad nacional». Sin embargo, días después la portavoz de la Casa Blanca desmintió esas informaciones. 

Todo esto son episodios de tan solo los últimos meses. Como ven, por la cantidad de iniciativas que se sacó de la manga en este tiempo, no sería descabellado pensar que no estamos ante un empresario del sector tecnológico sin más, sino ante alguien a quien el sector tecnológico podría servirle de trampolín para dar un salto hacia la política. Y para eso, controlar Twitter, y tener acceso a datos de sus usuarios, no vendría para nada mal.

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