Barcelona
Aunque preliminares, las negociaciones para la investidura del nuevo president de la Generalitat –y la derivada de formar un nuevo Ejecutivo– se han iniciado en Catalunya a lo largo de esta semana inmediatamente después de las elecciones del domingo pasado. Y como corresponde al resultado de las urnas ERC ha ejercido la iniciativa, o lo que fuentes del partido denominan "el liderazgo" de la negociación. Los republicanos dan por hecho que su coordinador nacional, Pere Aragonès, será el nuevo president, ya que según apuntan "es la única opción viable frente a una irresponsable repetición de elecciones". La incógnita es mayor sobre quién se pueda sentar junto a Aragonès en el Consell Executiu. Y aunque es muy pronto para sacar conclusiones todas las fuentes consultadas apuntan a que en Catalunya se abre paso un nuevo Govern independentista, en que evidentemente Junts tendrá un papel relevante.
Pero Esquerra buscará sumar apoyos des de la izquierda que no solo den un tono más progresista al Ejecutivo si no que permitan debilitar la posición del partido de Puigdemont que aunque ha perdido las elecciones se ha quedado a un solo diputado de ERC y quiere hacer valer lo que su diputada en el Congreso, Míriam Nogueras, llama "empate técnico". Otra cosa diferente es si esos apoyos se darán desde dentro del Govern como anhela ERC o desde fuera. Este es el esquema prefijado sobre el que la delegación negociadora de ERC que encabeza la secretaria general adjunta, Marta Vilalta, ha puesto el rumbo. Lo cual no quiere decir que en Esquerra no se apunten otras fórmulas, más o menos factibles, que pasan incluso por un Govern en solitario.
Para Vilalta la ecuación es evidente en base a los resultados: "Los leemos de forma clara, ha habido un avance independentista claro superando el reto de rebasar el 50% de los votos. Pero no podemos olvidar que el independentismo crece por la izquierda. A diferencia del unionismo que veos como crece por la extrema derecha". Una interpretación que es la que justifica que los contactos se hayan iniciado por la CUP.
Rebajar el peso de Junts con más izquierdas
A partir de esta estrategia inicial, el Consell Nacional de Esquerra mantiene fijado el objetivo del llamado "frente amplio" o "vía amplia" que además de los republicanos incluya en el Govern a JxCat, la CUP y En Comú Podem. Según dijo Aragonès: "Junts, la CUP y els Comuns tenemos la responsabilidad de ponernos de acuerdo para hacer el paso de gigante que requiere el país", y pidió ser el president de un "Govern del 3-O –en alusión a las protestas transversales y mayoritarias en contra de las cargas policiales del 1-O–". Esta es una opción que se da por improbable por el rechazo de lleno que los Comuns plantean a gobernar con Junts y viceversa. Y que el partido de Puigdemont mira con recelo ya que según apuntan algunas fuentes de la formación se ve como "un intento de ERC de diluir el peso de Junts y de paso de Puigdemont". Una tesis que Vilalta rechaza defendiendo que la opción de "vía amplia" es la que permite afrontar "los inmensos retos planteados que van des de la consecución de la amnistía y de un nuevo referéndum de autordeterminación, esta vez definitivo y que permita avanzar en la resolución del conflicto, pero también hacer frente a la pandemia y a la crisis con una reconstrucción del país que no deje a nadie descolgado".
Lo que sí tiene muy claro la dirección de ERC es que no se puede dar un nuevo Govern en que Junts mantenga su política de acoso y derribo contra Esquerra como ha hecho durante toda la anterior legislatura. Y en este sentido sí que hay dirigentes republicanos que se expresan con más crudeza como lo hizo Gabriel Rufián en el atril del Congreso. El portavoz de ERC en el Congreso, llamó el miércoles a la CUP y los Comuns a hacer posible el "frente amplio" y hacer que "las izquierdas predominen de una vez por todas" en el Govern de la Generalitat. Según Rufián, los independentistas "sumamos como nunca", y "esto nos obliga a entendernos". Pero Rufián también envió un mensaje claro y diáfano a JxCat: "Dejen de marcar el ritmo los que habían ganado tanto que pensaban que el país era suyo", porque "no somos los sirvientes de nadie". Un llamamiento a la CUP y los Comuns que no se puede materializar en un Govern sin Junts, ya que los números no dan para ese tripartito de izquierdas. Pero que se puede interpretar como una exigencia a los socios de Podemos y a los independentistas anticapitalistas a no dejar sola a ERC frente a Junts para generar un cambio en el paradigma del ejercicio del poder en Catalunya históricamente ostentado desde las filas convergentes y socialistas.
No al tripartito de izquierdas y voces de Govern en solitario
Aunque nada es descartable en la compleja política catalana, el movimiento que de momento descarta Esquerra es el de un Govern con En Comú Podem con el apoyo externo del PSC. Incluso hay voces en el partido que apuntan a intentar fórmulas en solitario: "Si no puede haber un Govern independentista mi opción personal pasaría antes que gobernar con los Comuns por intentar uno de Esquerra en solitario", apunta la exconsellera Dolors Bassa, que aunque no ostenta cargos de dirección tiene un peso político específico como miembro del colectivo de presos y presas. Aunque parece difícil que con 33 diputados ERC pueda obtener apoyos suficientes para la investidura de Aragonès en solitario. Ahora bien, que se descarte públicamente la opción de un bipartito con los Comuns no quiere decir que los republicanos no sean muy conscientes que la existencia de esta posibilidad es un buen as en la manga durante las negociaciones con Junts y la CUP.
El debate sobre la brutalidad policial irrumpe en las negociaciones
Así las cosas, el nuevo Govern apunta ahora mismo claramente a que será independentista, con muchas posibilidades que Junts forme parte de él y la incógnita de que hará la CUP. Las negociaciones de ERC con los anticapitalistas han empezado con buen pie, pero la actuación policial frente a las protestas y los disturbios por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, con una joven que ha perdido un ojo por una posible bala de foam disparada por los Mossos, han enturbiado el clima de relaciones en el independentismo. Especialmente entre la CUP y Junts que ostenta la conselleria de Interior. La exigencia de los anticapitalistas de abordar un nuevo modelo policial, especialmente en lo referente a la Brigada Mòvil (BRIMO) de antidisturbios, y de que la Generalitat deje de presentarse como acusación particular contra manifestantes detenidos o identificados, será un elemento importante que se ha incorporado definitivamente a la mesa de negociación.
Para muestra un botón, la importancia de la irrupción de este tema en las negociaciones lo demuestra la rápida reacción de Esquerra exigiendo una investigación sobre posible mala praxis policial en los Mossos y con una declaración urgente en tono presidencial de Pere Aragonès en que remarcó la importancia de "fortalecer" el modelo de policía "democrática basado en la confianza" entre la ciudadanía y los "servidores públicos" que salen a la calle cada día y lo hacen "con profesionalidad". También dijo contar con los 17.000 agentes del cuerpo de Mossos y los 10.000 de policías locales "comprometidos". Y insistió en que los "primeros interesados" en dirimir responsabilidades en casos de malas prácticas son los propios Mossos. "No voy a entrar en batalla de partidos. Tenemos que situar en el centro el derecho a la seguridad de la ciudadanía y no nos vamos a tirar la seguridad ciudadana por la cabeza", añadió Aragonès. La conselleria de Interior será sin duda una de las patatas calientes de Aragonès al frente de la presidencia, con unos Mossos d’Esquadra que se muestran indignados por lo que consideran en el ámbito sindical de "falta de apoyo político al cuerpo" y con amenazas veladas de "un plante" o protestas de los agentes.
En todo caso, respecto a las perspectivas para la formación de Govern, el debate está vivo en el interior de la CUP. Pero una de las principales organizaciones que la conforman, Endavant, ya ha rechazado de lleno la participación en el Ejecutivo. Aunque otros colectivos como Poble Lliure u organizaciones coaligadas como el Guanyem de la presidenciable Dolors Sabater serían más proclives a asumir responsabilidades de gobierno, las posiciones de Endavant acostumbran a imponerse en el complejo sistema de decisión asambleario de la CUP. Y la polémica policial no ayuda a las tesis favorables a gobernar. Pero habrá que esperar a ver como se posicionan las bases sobre si entran en el Govern o si optan por investir a Aragonès en primera votación con un sí o en segunda con una abstención. Las fuentes consultadas de la CUP ven difícil que lo que se imponga sea el no a la investidura que supondría el veto al primer president de Esquerra des de la República, después que los anticapitalistas hayan investido a dos presidents postconvergentes como Carles Puigdemont y Quim Torra.
Más allá de la táctica frente al sempiterno adversario de Esquerra en el frente independentista que es Junts, los republicanos tienen muy claro que es necesario forjar una mayoría lo más estable posible que con Junts no tienen del todo garantizada. Con lo cual si ni la CUP ni los Comuns entran en el Govern como mínimo las negociaciones tendrían que permitir llegar a acuerdos de legislatura en el Parlament que vayan más allá de la simple investidura de Aragonès. Comenzando por los presupuestos del año en vigor. Una cuestión en que puede ser crucial el hecho de que ERC sea clave para aprobar las cuentas en el Ayuntamiento de Barcelona que preside la alcaldesa Ada Colau o para las del Gobierno español de PSOE y UP. A nadie se le escapa que el PSC y los Comuns tendrán muy en cuenta esta coyuntura.
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