Cuatro son las grandes citas electorales que quedan tras la celebración de las municipales y autonómicas y las generales del 23J: Euskadi, Galicia, Catalunya y las europeas. Tres de estos cuatro escenarios terminarán por rematar un mapa territorial que el PP y Vox tiñeron de azul en mayo, por lo que están situados en la primera línea de los objetivos de la izquierda para los próximos años.

De estos territorios es Euskadi el que quizá despierte mayor interés en el entorno de la denominada izquierda alternativa en el ámbito estatal. Está gobernada en la actualidad por un ejecutivo de coalición formado por el PNV y por el PSE, y tiene una serie de características que acaparan la atención de una izquierda que va a la zaga en la pugna por el poder territorial.

En primer lugar, es una comunidad en la que las derechas estatales (el PP y Vox) a priori no tienen ninguna opción de gobierno, por lo que no existe, en principio, una necesidad estratégica de frenar una ola reaccionaria como la que se trató de parar, sin éxito, en las autonómicas de mayo y como la que se detuvo, por lo pelos, en el 23J.

En segundo lugar, el partido mayoritario de la izquierda en el territorio, EH Bildu, ha consolidado sus buenas expectativas electorales tanto a nivel municipal como en las últimas generales, donde desplazaron al PNV como el partido soberanista de Euskadi con más escaños en el Congreso de los Diputados. Por lo que sus proyecciones para la próxima parada electoral son positivas.

Sin embargo, aunque la idea de conseguir un gobierno progresista en este territorio es seguida muy de cerca por la denominada izquierda alternativa, el camino a recorrer no se antoja en ningún caso fácil. El PNV sigue siendo la fuerza mayoritaria y, pese a perder su posición como principal partido en las generales, todavía no se constata ningún síntoma real de desgaste en el ámbito de Euskadi.

Las condiciones que permitirían un gobierno de izquierdas

Además, en la izquierda alternativa tienen claro que, siempre que den los números, el PNV podrá contar con el PSOE para lograr la mayoría suficiente, y que la única posibilidad para constituir un gobierno de izquierdas pasa necesariamente por una mayoría de EH Bildu y, ahora mismo Elkarrekin Podemos, a la que se unan los socialistas.

Pero incluso si la suma de PNV y PSE no es suficiente, no estaría garantizado que los de Eneko Andueza formaran parte de una alianza política liderada por los de Arnaldo Otegi. 

En la última legislatura, EH Bildu ha sido una pieza fundamental del denominado bloque de la investidura que sostuvo en el Congreso al Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, y muchas de las reformas legislativas salieron gracias al apoyo de la formación soberanista vasca.

Por otro lado, el PSE se alió en junio con el PNV (con el que, bien es cierto, comparten un gobierno de coalición desde 2020) que impidió que Bildu gobernase en el Ayuntamiento de Vitoria y en la Diputación de Gipuzkoa, donde fueron la fuerza más votada en las municipales de mayo.

Se tendrían que dar, por tanto, dos requisitos fundamentales en las elecciones para comenzar a hablar de la posibilidad de un gobierno vasco de izquierdas: que EH Bildu sobrepase al PNV como partido más votado y que la suma de PNV y de PSE no alcance para una mayoría absoluta.

Elkarrekin Podemos y Sumar

Otra de las cuestiones a resolver de cara a los próximos comicios en Euskadi es la conformación de la izquierda que se aglutina en torno a Sumar a nivel estatal. En la actualidad es Elkarrekin Podemos (coalición formada por Podemos, IU, Equo y Alianza Verde) la que ocupa este espacio bajo el liderazgo de Miren Gorrotxategi.

Sin embargo, Sumar tiene intención de comenzar a desplegarse organizativamente tanto en el ámbito estatal como en los territorios, y los de Díaz tienen claro que quieren estar presentes en las elecciones vascas. En Podemos defienden que la marca consolidada en el territorio es Elkarrekin, con un historial electoral, representación en el Parlamento (seis diputados), una militancia y un liderazgo reconocible (el de Gorrotxategi).

Habrá que esperar para ver si, en primer lugar, se opta por la unidad de ambos espacios, y, en segundo lugar, bajo qué fórmula, marca y condiciones se articularía esta alianza. La izquierda mira a Euskadi como una carrera llena de obstáculos pero cuyo premio final podría reforzar el espacio progresista en un mapa territorial dominado por la derecha.