madrid
La verdad es que es todo un desafío hablar de una mujer de la talla de Hebe de Bonafini en una humilde sección de un podcast. Todo lo que ha hecho para los DDHH alcanza para varias vidas y desde luego no cabe ni en una película, ni en un programa.
Sin embargo, no podemos tampoco no rendirle homenaje a alguien que, sin exagerar, ha cambiado la historia argentina. Falleció el pasado domingo, a los 93 años.
Una organización que plantó cara a los genocidas sin miedo a las consecuencias, en plena dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983. Hebe de Bonafini salió a su primera marcha en la Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977, con un pañal blanco. Luego el pañal lo sustituyó con una tela con nombres y fecha de desaparición de víctimas de la dictadura de Videla, y después, con un pañuelo blanco con la inscripción "Aparición con vida de los desaparecidos".
Hasta que aparecieron mujeres como Hebe para ponerles rostros a todas las víctimas y a sus verdugos.
"Hasta que se llevaron a mi hijo mayor yo era Kika Pastor. En el mismo momento en el que desaparece, me convierto en Hebe de Bonafini", recordó en una ocasión.
Hebe fue a marchar por primera vez dos meses después de que un grupo de policías secuestraran a su hijo Jorge. Antes de Jorge le habían secuestrado a otro hijo, Raúl. Y más tarde se llevaron a su nuera, María Elena. En la Plaza de Mayo se juntó con otras mujeres que buscaban a sus hijas e hijos. Desde entonces,
de hecho, el movimiento se transformó, a lo largo de los años, en una fuerza más bien política. Dejaron de llevar las fotos de cada una de las víctimas y sus nombres particulares, porque consideraban que todos eran sus hijos, sin distinción. Pero el pañuelo blanco siempre quedó y se volvió todo un símbolo en Argentina, y sí que lo reivindicaba.
Con la llegada de la democracia, en los años 80, comenzó el juicio a las Juntas. En esos meses Hebe se trasladaba al Palacio de Tribunales y allí se ponía con un megáfono a nombrar uno por uno los nombres de centenares de represores que se conocían en ese momento. El 9 de diciembre de ese año pudo entrar en el recinto porque iban a leer el veredicto. "Voy con el pañuelo y me dicen que me lo tengo que sacar porque el pañuelo es un símbolo político. Si los milicos están con la gorra, ¿por qué no puedo estar yo con el pañuelo?" – se preguntaba Hebe.
Los juicios de los años 80 les dejaron un sabor amargo a las madres de la Plaza de Mayo, porque poco después se aprobaron las denominadas Leyes de Impunidad, en concreto Leyes de Punto Final y Obediencia Debida que prescribieron todos los crímenes que se realizaron durante los 6 años de la dictadura.
A las madres no las pudieron detener los milicos, así que qué les iba a hacer Menem, cada vez sus protestas se hacían más fuertes: la marcha de las siluetas, la marcha de los pañuelos, iban casa por casa a realizar funas a los militares.
En 2001 estaban en la Plaza de Mayo no solo denunciando la impunidad de los genocidas, sino también el modelo neoliberal y el hambre que traía. Encabezaron aquellas protestas y fueron brutalmente reprimidas. Ahí es cuando Hebe protagonizó el famoso "Ojo con lo que haces" que le gritó a un policía que había agredido a un periodista.
Durante los gobiernos de Nestor y Cristina Kirchner, las madres de la Plaza de Mayo finalmente vieron a los verdugos de 30.000 hijos sentados en el banquillo y enviados a la cárcel. De hecho, inicialmente Néstor Kirchner no le generó confianza a Hebe.
Según Hebe, cuando asumió Néstor Kirchner pensó que su gobierno sería "la misma mierda con distinto olor". Pasó algo de tiempo, se disculpó y reconoció que ya no tenían un enemigo en La Casa Rosada.
Cuando se hizo la justicia, ni Hebe, ni las madres dejaron de militar. Siguieron buscando a sus nietos, bebés que fueron robados a sus hijos antes de asesinarles y han logrado encontrar a 130 de esos niños.
En 2011 quedó en el ojo de la tormenta cuando se conocieron presuntas irregularidades en la construcción de viviendas sociales Sueños Compartidos. Una investigación periodística señaló que uno de los principales referentes de la iniciativa, Sergio Schoklender se habría aprovechado de su cercanía con la Fundación Madres de la Plaza de Mayo para desviar dinero público. Algo que Hebe tachó de traición a todas las Madres y que a ella le salpicó fuertemente.
Inicialmente la citaron como testigo, pero luego, tras el nombramiento de un nuevo juez, la convocaron para interrogarla. Centenares de personas se movilizaron entonces formando un muro humano alrededor de su casa para impedir el ingreso de la policía. Hasta prácticamente sus últimos días Hebe daba entrevistas, participaba en encuentros.
En una entrevista dijo que el día que se muera no tienen que llorar. "Tienen que bailar, cantar, hacer la fiesta en la Plaza porque hice lo que quise, dije lo que quise y peleé con todo".
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