Los cuatro nuevos magistrados del Tribunal Constitucional (TC) --Juan Carlos Campo, Laura Díez, María Luisa Segoviano y César Tolosa-- han tomado posesión de sus cargos este lunes en un acto solemne que ha supuesto la despedida del presidente con el mandato más breve del Constitucional, Pedro González-Trevijano, apenas un año y un mes. 

En su discurso previo a la toma de posesión de los nuevos magistrados, González-Trevijano, que fue nombrado por el Gobierno de Mariano Rajoy en mayo de 2013, se ha referido a la crisis abierta en el tribunal de garantías por la inédita decisión tomada por la mayoría conservadora de impedir la votación en el Senado sobre la reforma que iba a desbloquear la renovación del propio Constitucional.  

En primer lugar, ha querido referirse a la "interferencia" en la actividad del Parlamento que los magistrados progresistas denunciaron en sus votos particulares respecto a la prohibición de continuar esa tramitación legislativa. "El TC se aleja por decisión del constituyente de los tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; por eso se le encomienda el control de esos tres poderes, y es muy cuidadoso con el principio de presunción de constitucionalidad de las leyes y (...) eso nos impide interferir".

Además ha criticado veladamente la reforma que ha anunciado el Gobierno para impedir que se vuelva a bloquear la renovación del TC: "No apresuremos reformas que incidan sin consenso en el originario pacto constitucional", ha dicho. "No son oponibles soberanías populares que dicen emanar, sin intermediación alguna, del supuesto mandato directo de un colectivo o de una colectividad", ha remarcado.

El acto en el TC también ha materializado el cese de González-Trevijano y de otros tres magistrados: Juan Antonio Xiol Ríos, el vicepresidente; Antonio Narváez y Santiago Martínez-Vares. La renovación de un tercio de los magistrados del TC conforma una nueva mayoría progresista en el tribunal de garantías, pasando a ser siete magistrados progresistas frente a cuatro conservadores. 

Pedro González-Trevijano ha arrancado su discurso invocando la fábula del erizo y el zorro, de Arquíloco, para concluir que el Constitucional tiene de ambos: el carácter cerrado del erizo pero la sabiduría del zorro; además de saber adaptarse a los tiempos, recordando que así lo hizo cuando avaló el matrimonio entre personas del mismo sexo.

En su discurso de despedida ha aludido a la necesidad de autocrítica en el TC y a que este órgano debe "aumentar su pedagogía". También ha dicho que las "voces disidentes son necesarias", en clara alusión a la fractura entre conservadores y progresistas, aunque ha rechazado esta categorización. 

"No comparto la falsaria dicotomía entre magistrados conservadores y progresistas --ha dicho--. El magistrado no representa a nadie ni al órgano que le ha nombrado; está a solas con su conciencia y sólo a ella responde". 

Se ha referido a "las injustificadas recusaciones en cascada con el fin de alterar fraudulentamente su respuesta [del TC]", en referencia a su propia recusación, planteada por el PSOE y Unidas Podemos ante el recurso del PP por la reforma de las leyes orgánicas del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional con la que se quería desbloquear la renovación del TC y que fue finalmente suspendida en una medida inédita. Las recusaciones de González-Trevijano y de Narváez fueron desestimadas por la mayoría del TC.

Por último, el ya expresidente del TC ha instado a la rápida sustitución del magistrado Alfredo Montoya por parte del Senado. Este magistrado, del bloque conservador, renunció al cargo por en enfermedad este verano. Su baja ha provocado que en estos momentos sean once y no doce los miembros del TC. 

Tras la salida de González-Trevijano, el magistrado de mayor antigüedad, Ricardo Enríquez, ha asumido de forma interina las funciones de presidente para convocar un primer pleno, previsiblemente este martes, donde se elegirán a los nuevos presidente y vicepresidente.