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El Gobierno mete prisa para investir
a Rajoy antes del 26 de agosto

Los conservadores presionan a PSOE y Ciudadanos con la inconveniencia de retrasar la sesión de investidura ante la necesidad de aprobar los Presupuestos y cumplir con la UE.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante un corrillo con periodistas el pasado jueves. - EFE

PÚBLICO / EFE

MADRID.- El Gobierno y el PP tienen prisa. Los conservadores quieren investir a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno antes del 26 de agosto. Para ello, están presionando a PSOE y Ciudadanos recordando a ambas formaciones que para que la legislatura eche a andar de forma efectiva es necesario formar un Gobierno para, entre otras cuestiones, llegar a tiempo para aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2017.

Desde el PP defienden que el 26 de agosto es la última fecha con garantías suficientes para que haya nuevos presupuestos el próximo año y para, según declaró el propio Rajoy tras aceptar el encargo del rey de intentar su investidura, cumplir con los compromisos de la Unión Europea.

En ese sentido, recordó que el Gobierno debe presentar el proyecto de ley de los presupuestos en el Congreso como fecha límite el 30 de septiembre, ya que, de lo contrario, automáticamente se prorrogarían los actuales. Para que eso no suceda, es necesario disponer de en torno a un mes antes de esa fecha para aprobar el techo de gasto, enviarlo al Congreso y al Senado para su votación, y remitirlo igualmente al Consejo de Política Fiscal y Financiera y a la Comisión Nacional de Administración Local.

Por tanto, eso sólo sería posible, defienden desde el PP, si Rajoy consiguiera los apoyos necesarios para ser investido en una sesión que comenzaría el martes 23 de agosto. El hecho de que la sesión empiece en martes es imprescindible para asegurar que, en caso de que no hubiera un candidato investido, unas hipotéticas terceras elecciones se celebraran en domingo (en este caso serían el 18 de diciembre). Si un candidato a la investidura no consigue el apoyo en la primera votación y nadie lo logra en los dos meses siguientes, se convocarían automáticamente las elecciones y se celebrarían 54 días después. Es lo que ocurrió con los comicios del 26J.

Si Rajoy acudiera a una sesión que comenzara el 23 de agosto, al día siguiente se celebraría una primera votación en la que es improbable que lograra la necesaria mayoría absoluta, y 48 horas después, es decir, el 26, le bastaría una mayoría simple (más votos a favor que en contra). Por tanto, el presidente en funciones tendría una veintena de días para negociar su investidura con el resto de formaciones.

Rajoy se reunirá el martes en el Congreso con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. El miércoles lo hará con Albert Rivera, presidente de Ciudadanos. A ambos les explicará que si la investidura se retrasa aunque sea sólo una semana, es decir al 2 de septiembre, habrá muchas dificultades para presentar los presupuestos. El Gobierno está utilizando dos citas internacionales a las que Rajoy tiene previsto acudir y la inconveniencia de la fecha de unas posibles terceras elecciones para presionar a los líderes de PSOE y Ciudadanos.

Fuentes del Ejecutivos consultadas por Efe argumentan que la fecha del 26 de agosto es mucho más sencilla porque Rajoy, en funciones o como presidente ya ratificado, debe viajar a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G20 que se celebrará en la ciudad china de Hangzhou los días 4 y 5 de septiembre. Desde el Ejecutivo defienden que se trata de una cumbre muy importante y que, después "de lo mucho que le ha costado a España convertirse en un miembro más de la misma", no es aconsejable que Rajoy se ausente de la cita.

El cambio horario con el país asiático le obligaría a salir de España el 3 de septiembre, y si la votación de investidura fuera el día anterior, en menos de 24 horas el BOE tendría que publicar el nombramiento, Rajoy debería jurar su cargo ante el rey, tomar posesión, nombrar ministros, que éstos juraran o prometieran también sus cargos y celebrar una primera reunión del nuevo Gobierno en la que se aprobaría el techo de gasto.

Pero además, una sesión de investidura que comenzara el 30 de agosto tendría el problema añadido de que en caso de que Rajoy no consiguiera su objetivo y nadie lograra los apoyos necesarios en los dos meses siguientes, las nuevas elecciones se tendrían que celebrar el 25 de diciembre, día de Navidad. De la misma forma, una investidura fallida que comenzara el 6 de septiembre (la madrugada de ese mismo día regresaría Rajoy de China) haría que, si tampoco nadie lo logra durante los dos meses posteriores, los terceros comicios fueran el 1 de enero.

Y retrasar una semana más aún la investidura, con lo que la votación final se iría al 16 de septiembre, además de hacer prácticamente imposible que haya nuevos presupuestos, cuenta con el problema añadido, inciden desde el Gobierno, de que ese día Rajoy debe participar en Bratislava en una cumbre de líderes de la UE sin el Reino Unido. En consecuencia, la fecha que más se ajusta a los planes del Ejecutivo y del PP para la posible votación de investidura es la del 26 de agosto, asumiendo que es bastante más difícil que pudiera ser en los dos viernes anteriores, el 12 o el 19. En cualquier caso, las fuentes citadas recalcan que "está todo absolutamente abierto" y que habrá que esperar a la evolución de las conversaciones de Rajoy con el resto de líderes.

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