El déficit fiscal es el principal problema para el autogobierno en Catalunya, que ve también año tras año y de forma "estructural" la inejecución de la inversión prevista por el Estado. "Dentro de la Unión Europea, Catalunya está en los primeros vagones en cuanto a regiones con más PIB, mientras que en bienestar social se sitúa en los de la cola", ha señalado Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera de la Universidad Pompeu Fabra, trazando una línea directa entre ambos fenómenos.

Estas conclusiones forman parte del Informe Autogovern 2022, un estudio que ha hecho por primera vez el Institut d'Estudis de l'Autogovern, que pertenece a la Generalitat. El objetivo es iniciar un "balance periódico" de la labor de la institución.

El director del Instituto, Joan Ridao, ha apuntado al "cambio cultural" de la última década en cuanto a la evaluación ciudadana de las políticas públicas y ha destacado que faltaba una herramienta como la presentada.

Por su parte, la consellera de la Presidencia, Laura Vilagrà, ha afirmado en la presentación que "el panorama político ha cambiado" y ha destacado el crecimiento de la extrema derecha como preocupación ciudadana. Sin embargo, ha puesto en valor que "las instituciones catalanas mantienen la confianza".

22.000 millones que lastran el bienestar ciudadano

El déficit fiscal, que respecto a 2021 el Govern ha situado en 22.000 millones de euros, supone un lastre para una economía que, según Amat, se situaría en la posición 25 en un ranking mundial. "El déficit fiscal significa que se empeora el bienestar de la gente y el nivel de competitividad de Catalunya", ha apuntado el catedrático, autor del capítulo dedicado a este ámbito.

La elevada internacionalización de la economía es uno de los factores que incide en la competitividad, pero sin embargo esto no se traduce de igual modo en bienestar en una sociedad marcada por un 30% de riesgo de pobreza. "El cubo de la riqueza tiene un agujero, que es el déficit fiscal, y un agujero menor que son la burocracia y las cargas administrativas".

Además, la falta de ejecución de la inversión prevista por el Estado también incide en ello, con unas cifras cercanas al 15%, mientras que la media estatal es del 25%. Con todo, Amat ha apuntado que en los últimos 10 años Catalunya ha perdido riqueza per cápita.

Más autogobierno, una demanda transversal

Por otro lado, el pesimismo político y la "clara irresolución" del conflicto con el Estado atraviesan el estado de opinión de los catalanes. Berta Barbet, técnica de investigación del Observatori Català de la Joventut y autora del capítulo dedicado a este ámbito, ha destacado la demanda "que el conflicto no pare la gestión del día a día".

Barbet también ha afirmado que el reclamo de mayor autogobierno es transversal entre los catalanes, independientemente de su forma preferida -autonomía, Estado independiente o Estado federal. "La mayoría de la población quiere un aumento del autogobierno, y también crece el número de personas que quieren ejercer el derecho a decidir".