Santiago de Compostela
A Alberto Núñez Feijóo no le parece adecuado publicar las cifras actualizadas de coronavirus por ayuntamientos, de hecho, cree que es "peligrosísimo" porque puede estigmatizar a las personas infectadas y según él "merecen protección".
Al barón del PP gallego no le quedó otra alternativa que atender a las peticiones de las alcaldías, cuyos ediles desconocen cuál es la situación real de su municipio. Sin embargo, la concesión de información no va a ser total: la Xunta publicará dos mapas con colores dos veces a la semana, que representarán la situación epidemiológica de cada municipio, pero con horquillas de incidencia con "carácter general".
Es decir, para aquellas localidades de más de 50.000 habitantes, el verde equivale a menos de 28 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, el amarillo significa que existen entre 28 infectados o 55, el naranja son 56 o 111 el número de personas contagiadas y el rojo más de 111. La primera versión del mapa ya se hizo pública y demuestra que el departamento que dirige Julio García Comesaña seguirá sin publicar los casos disgregados por comarcas y en su lugar, elaborará mapas por niveles de alerta. Con todo, el Gobierno autonómico no tendrá en cuenta para su realización la incidencia de la covid-19 en las residencias de mayores, de manera que excluye una elevada cantidad de cifras, puesto que los fallecidos por coronavirus en estos centros suman la mitad del total de muertos en la comunidad.
"No es un problema de ocultación. No tenemos ningún interés en no ofrecer esa información", anunciaba Feijóo a mediados de septiembre. Galicia y Aragón son las únicas autonomías que esconden estos datos. Para la comunidad gallega este tipo de tácticas por parte de la Xunta son viejas conocidas. A comienzos de la pandemia la estrategia de comunicación del Ejecutivo ya apuntaba maneras y por norma general, desde que el PP gobierna Galicia, también se omiten las listas de espera de los pacientes, el número de profesionales que está de baja o el exceso de mortalidad en el territorio, el cual sufre despoblación y envejecimiento. Cuando la pandemia empezó a golpear con dureza, la Consellería no informó de los casos nuevos por coronavirus, ni de la incidencia total por ayuntamientos para conocer la evolución de la pandemia, tampoco la serie histórica, ni los casos individualmente explicados por centros escolares, y a día de hoy todavía se desconocen los resultados de la segunda ola del estudio de seroprevalencia, del que tanto presumió el líder del PPdeG.
No se sabe prácticamente nada de los rastreadores que investigan la raíz de las infecciones. El presidente mantiene en secreto con cuántos cuenta el Sergas, y para más inri, su propio Conselleiro de Sanidade reconoció hace unas semanas que no existe ese puesto de trabajo, y que por lo tanto no puede determinar la cifra exacta. Por ello la autonomía está a la cola del estado en hallar el origen de los contagios y a su vez, es la que más contactos descubre por cada caso con una media de cinco, la mayor de España, según el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad. "Cuando tú no publicas un dato es porque tienes algo que ocultar. La Xunta recibe la información a tiempo real, no tiene sentido que no la faciliten", agrega la secretaria general de CIG-Saúde, María Abuín. "La información nunca es peligrosa, al contrario".
Esta semana el presidente de la Xunta se reunió con la dirección de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), cuyo presidente y también alcalde de Vilagarcía de Arousa, Alberto Varela, solicitó expresamente al Gobierno autonómico que publicase de una vez por todas los datos de coronavirus individualmente por ayuntamientos. Las quejas de los ediles por tal desconocimiento no cesaban. Feijóo pidió colaboración entre administraciones, pero las alcaldías no pueden trabajar en sintonía si no están al tanto de la situación a tiempo real de sus municipios. La Xunta reculó y anunció que empezarían a comunicar el escenario de los concellos pero los gobiernos locales no se esperaban una transmisión tan flaca.
Sobre la valoración de estos mapas, Varela afirma que no fue lo que exigieron y que se lo hicieron constar a la Xunta. Cree que desde las localidades continúan trabajando "a ciegas". "Se nos pide que desinfectemos espacios sin saber si ahí había contagios. Sin información no puedes programar nada", señala. Tampoco considera "idóneo" que se ignoren las residencias en el recuento. Abel Caballero, el alcalde de Vigo, también se pronunció al respecto. Le espetó a Feijóo que "aprenda un poquito" de Portugal y actualice los datos.
La opinión pública, la peor parada
La máquina de propaganda del PPdeG topa su engranaje en los medios de comunicación gallegos, cuya lealtad es férrea con el mandato de Alberto Núñez Feijóo. En el Parlamento la oposición insiste en cumplir estrictamente la Ley de los medios públicos de Galicia para eliminar el control político de los populares, algo que también reivindica desde hace más de 120 "viernes negros" la plantilla de la CRTVG (Corporación Radio e Televisión de Galicia) .
Sin embargo, no es tan fácil tumbar el culto al mandatario después de 11 años en el poder y con una mayoría absoluta en el la Cámara. La campaña electoral que le dio el cuarto mandato a Feijóo se forjó en una pandemia y se cultivó en el canal público que emitía a un presidente que se colgaba medallas sin nadie para rebatirle. Feijóo fraguó la imagen de buen gestor de la covid-19 e intentó ir un paso por delante del Gobierno central, por ejemplo, con las compras de material sanitario que rotuló la TVG. Con la misma tónica, el líder presentó esta semana a Pedro Sánchez una propuesta de reforma de la Ley Orgánica de Salud en medio de una situación crítica con Pablo Casado obviando su figura. A la vez, Feijóo ignoró en Ourense a su alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, y no le notificó el cierre inmediato de la ciudad por la grave situación de la pandemia.
Así las cosas, el médico y portavoz de SOS Sanidade Pública, Manuel Martín, cree que la Xunta pretende que la opinión pública "no esté informada" para manejar la situación con criterios "no sanitarios" sino con "electoralistas". Como consecuencia, el doctor nombra la desconfianza de las personas hacia la administración pública, lo que desemboca en una menor colaboración para el control de la pandemia y la imposibilidad de establecer las correctas medidas de protección para detenerla, como desinfecciones y restricciones. Mientras tanto, la ciudadanía gallega sigue sin conocer los datos reales y exactos de los lugares en los que habitan.
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