El modus operandi seguido por ETA en sus atentados desde la ruptura del alto el fuego permite a sus miembros actuar con mayor libertad y correr menores riesgos de ser detenidos. Salvo en el caso de
Capbreton (Francia), donde asesinó a los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero con sendos disparos -y dos de los tres presuntos autores cayeron a los cuatro días-, la banda ha optado en sus golpes por el uso de artefactos explosivos. Esta ha sido la tónica dominante desde que dinamitara el proceso de paz en la T4 hace casi un año, el 30 de diciembre, hasta este mismo domingo, con la colocación de otra bomba en los juzgados de paz de Sestao (Vizcaya). El balance arroja ya 11 atentados; tan sólo uno fue con arma.
Esta forma de actuar de ETA supone un cambio respecto a su actividad habitual. De hecho, durante el periodo de cuatro años de violencia (2000, 2001, 2002 y 2003) que hubo entre la anterior tregua, rota a finales de 1999, y este último proceso de paz, los terroristas acabaron a tiros con la vida de casi la mitad de sus víctimas: 22 personas murieron tiroteadas y otras 25 por la deflagración de artefactos explosivos.
Fuentes consultadas de la lucha antiterrorista han percibido que, efectivamente, ETA ha optado por el uso de bombas en esta nueva etapa violenta. Pero, realizan esta constatación con todas las cautelas, sin entrar a valorar posibles hipótesis sobre cuál es la razón
para ello.
Los explosivos
Un portavoz del Departamento vasco de Interior indicó en este sentido que 'atentar con una bomba es menos arriesgado para los miembros de ETA que hacerlo con una pistola, pero sacar conclusiones de lo que ha hecho hasta ahora resulta aventurado'. En la misma línea, se manifestaron las fuentes consultadas en el Ministerio del Interior.
Lo cierto es que, salvo en el atentado de Capbreton, la organización terrorista ha optado siempre por el uso de explosivos: en Isaba al paso del Tour de Francia, contra el cuartel de la Guardia Civil de Durango, en Les Coves de Vinromà (Castellón), en una carretera de
Fuenmayor (La Rioja), frente a la sede del Ministerio de Defensa en Logroño, contra la comisaría de la Ertzaintza en Zarautz, contra el escolta Gabriel Ginés en Bilbao, en los juzgados de Getxo con una bomba trampa contra la Ertzaintza y este último en el juzgado de paz en Sestao. Las fuerzas de la lucha antiterrorista ya detectaron en plena tregua muchos movimientos de ETA para obtener explosivos. En el primer semestre de este año, le intervineron material para fabricar bombas lapa en Atxondo (Vizcaya), Berriozar (Navarra) y Castellón. En junio, un comando robó cerca de Estrasburgo combustible sólido para hacer hexógeno, reforzante usado en el atentado de la T-4. Un mes después, la Policía gala detuvo a tres ‘liberados' que pretendían introducir 165 kilos de explosivo y armas en España.
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