¿Qué le une al presidente de Estados Unidos, Barak Obama?
Un planteamiento y un discurso de reequilibrar el mundo, un factor importante en este momento histórico.
¿Es un aliado estratégico para la política socialdemócrata que usted defiende?
Hay elementos, principios, que compartimos claramente dentro de lo que es un ámbito cultural distinto. No nos equivoquemos, la política y la economía están conformadas de manera muy distinta en lo que es Estados Unidos y lo que es Europa occidental. Pero ahora me siento más respaldado. Hace seis años yo mantuve unas tesis muy sólidas, fui el gobernante democrático que más se opuso a Bush y parece que el tiempo ha dejado claro que la política de Bush no era nada buena para el mundo. Aunque parece que el único seguidor de Bush en el mundo, de sus políticas neoconservadoras, lo seguimos teniendo en España.
Se lo preguntaba porque Obama se deshizo en elogios sobre el papel de España en el mundo y le llamó a usted amigo tras el encuentro que mantuvieron cara cara el pasado 7 de abril en Praga. ¿Qué le dio?
Procuré hablarle muy claro. Le dije que había suscitado un gran entusiasmo en mi país y que yo tenía la mejor predisposición para colaborar, que había seguido todos sus discursos y que me reconocía en su forma de pensar. También le hice un análisis de lo que habían sido las relaciones entre España y Estados Unidos. Le hablé con toda crudeza de lo que yo pensaba de la Administración Bush y le puse de manifiesto cuál era el papel de influencia de España en el mundo. Él tenía muy claro lo de Latinoamérica y le interesa especialmente Cuba, pero también le transmití nuestra creciente influencia en África y nuestro papel como país relevante en la UE. Valora que representemos una generación parecida.
¿Y cómo reaccionó él cuando usted criticaba a Bush?
Se reía.
¿Hubo algo personal en el encuentro, algún guiño compartido?
Al despedirnos le comenté que felicitara a su mujer por exigir a sus hijas que hicieran las camas en sus habitaciones de la Casa Blanca. Al día siguiente, ya en Estambul, me transmitió las gracias de parte de Michelle.
¿Han seguido manteniendo el contacto, aunque sea por teléfono?
La relación antes y después del encuentro la llevan fundamentalmente personas de ambos equipos. Ahí la relación es muy estrecha y hay intercambio de proyectos. Sin embargo, vamos a volver a vernos muy pronto.
¿Qué posibilidades abre esta relación?
Nuestras posibilidades en el programa estadounidense de energías renovables son muy altas, porque las empresas españolas tienen ventaja en este campo. También se mostró muy interesado en el AVE, porque España pasará a ser en 2010 el país con más kilómetros en alta velocidad y Estados Unidos tiene el problema de contar con muchas infraestructuras obsoletas. Aunque parezca sorprendente, lo que más le llamó la atención fue nuestro modelo sanitario. Me explicó el reto que tienen de atender a más de 40 millones de personas que ahora carecen de cobertura sanitaria.
¿Confía en que estrecharán los lazos durante el primer semestre de 2010, cuando España presidirá la Unión Europea?
Sí, porque el objetivo común es renovar la agenda transatlántica en la cumbre UE-EEUU que ambos presidiremos.
¿En qué se centra el interés de Obama por Cuba?
Quiere resolver el problema, poner fin al aislamiento. Ha adoptado medidas positivas en cuanto a viajes, mesas de diálogo, y eso coincide con el proceso abierto por la UE.
¿Y ahora es Cuba quien tiene que mover ficha?
Le toca mover ficha. Tenemos que tener esa expectativa. Estados Unidos parece comprometido. La propia Hillary Clinton reconocía hace unos días el fracaso de la política estadounidense son Cuba. Ahora el Gobierno cubano tiene que hacer reformas y, en mi opinión, deben empezar por lo económico y social.
¿Cómo califica los ataques del PP a su política exterior tras la presencia de España en el G-20 y la Alianza de Civilizaciones que tantas burlas suscitó?
Los resultados en política exterior demuestran que sabíamos lo que queríamos conseguir. Estar donde se toman decisiones significa contar. En definitiva, hay un proyecto de cómo situar a España en el mundo económico y de qué papel debemos tener en lo político, en el diálogo entre continentes, regiones, civilizaciones. La derecha, en cambio, no ha tenido un proyecto, sólo la coyuntura de agarrarse al presidente Bush en algo efímero, como se ha demostrado. España se ha incorporado al G-20 con el apoyo del Reino Unido, de Francia, de Italia, de Japón y de China. Hemos ido trabajando en todas las direcciones con una política exterior abierta, no unilateral. Nuestro objetivo ha sido construir.
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