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Actualizado:Todas las elecciones encierran numerosas preguntas, todos los partidos afrontan cuestiones que los ciudadanos responden. En estos comicios, sobrevuela una muy relevante: ¿Le robará el PP al PSOE la cartera? ¿Logrará Juanma Moreno, después de 37 años de gobiernos consecutivos del PSOE, consolidar a la derecha y convertir al PP en el "gran partido de referencia como Andalucía", lo que fue el PSOE durante muchos años?
Si se hace caso a las encuestas, Moreno lo tiene al alcance. El presidente ha lanzado una campaña muy centrada en sí mismo, alejada de polémicas, hasta ahora solo quebrada, en lo interno, por su mano derecha Elías Bendodo, que se metió en un charco semántico, que en su electorado más españolista no sentó bien, al hablar de España como un país plurinacional. ¿Estaba Bendodo, cuando lo dijo, buscando pescar en un electorado que nunca ha votado al PP en Andalucía: "Socialdemócratas, socioliberales, enfadados con el PSOE: este es un partido de base ancha, donde deben caber todos los andaluces", es lo que viene repitiendo el presidente.
¿Un exceso de moderación de Moreno le restará votos por la derecha? Vox ha echado el resto en Andalucía y lleva meses en campaña. El presidente, con el viento de cola de las encuestas, quiere protegerse frente a una desmovilización de su electorado por la vía del adormecimiento, como ya le pasó al PSOE andaluz en la campaña de 2018.
Moreno es muy consciente de que fue presidente de manera inesperada en 2018 –"tuve suerte", admitió el día de su investidura–, cuando con 26 diputados –esa es la referencia en escaños, aunque el objetivo del PP es gobernar, independientemente del número de diputados– obtuvo uno de los peores resultados del PP en Andalucía. Sin embargo, sonó la flauta y la irrupción de Vox y el giro de Ciudadanos le facilitaron las llaves de San Telmo.
"Tenemos enfrente la maquinaria más poderosa que existe en España desde el punto de vista electoral, engrasada durante 40 años de socialismo, y va a poner todo para derrotarnos, pero nosotros tenemos ilusión, la razón de nuestro lado y la palabra dada y cumplida y contra eso es muy difícil ganar", advirtió a los suyos, con la idea de evitar que den por hecho el escenario de una victoria fácil, que revelan prácticamente todas las encuestas, que resumen estas elecciones en un solo debate: Moreno logrará gobernar en solitario como Ayuso o deberá pactar un Gobierno con Vox.
Sin embargo, los socialistas, que solo han quedado una sola vez por detrás del PP en autonómicas, las de 2012, que alumbraron el Gobierno de coalición entre PSOE e IU que duró hasta el 2015, aseguran que están en condiciones de pelear la victoria. "Si votamos, ganamos", repiten.
Después de haber perdido el Gobierno andaluz y de unas primarias en las que Juan Espadas se hizo con el control del PSOE andaluz, ahora codirigido desde Ferraz, los socialistas han agarrado las banderas de la izquierda –servicios públicos, políticos redistribuidas, que fomenten el poder adquisitivo de las rentas medias y bajas– y en lo político, tras años de desencuentros están alineados –aun con desencuentros sonoros y de difícil explicación como el de la abstención a los regadíos de Doñana– con el Ejecutivo de Sánchez.
La dirección del PSOE quiere evitar una campaña en la que el único mensaje –o el mensaje fundamental– sea el miedo a la ultraderecha, una estrategia que ya fracasó en Madrid y Castilla y León. Espadas busca centrar el debate en Moreno, como responsable del Gobierno, que en Vox. A cada paso, recuerda que fue Moreno el primero que pactó con la ultraderecha y que por tanto abrió la puerta a medidas inéditas hasta ahora en la Comunidad, como por ejemplo, ayudas a colectivos antiabortistas.
Espadas, que en el tramo final de la legislatura buscó acuerdos relevantes con el PP de Moreno, incluido uno fallido de presupuestos, ha renunciado ahora en campaña a cualquier tipo de discurso que le subordine al PP –ha descartado ya una abstención– y busca, como mínimo, ser primera fuerza.
Movilización
Para gobernar, si se atiende a todas las encuestas, necesita casi un milagro, como el que llevó a Moreno a San Telmo en 2018. Sin embargo, hay sociólogos y analistas que consideran que Espadas podría tener una posibilidad si se produjera una fuerte movilización de su electorado –que hoy no se percibe– y, también, del que tiene a su izquierda, asunto que aparece hoy alejado de lo posible después del espectáculo que la izquierda andaluza ha dado esta legislatura, con la implosión de Adelante Andalucía y, después, con la pifia del registro de la coalición Por Andalucía en la que Podemos, IU, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz habían logrado integrarse.
La candidata de Por Andalucía, Inma Nieto, no termina de descartar de plano el marco de pensar en una posible abstención al PP, llegado el caso, para evitar que Vox entrase en el Ejecutivo.
Esa cuestión, además del fiasco en el arranque y el desmarque de la vicepresidenta Yolanda Díaz al respecto de Por Andalucía, después de haber contribuido de manera decisiva a su formación, han lastrado el arranque de la campaña, en la que Nieto trata estos días de encontrar un camino y hallar el registro que le permita colocar un mensaje sólido, de Gobierno, amplio, que cale más allá de sus propias filas.
No se lo han puesto fácil a Nieto sus compañeros, desde luego. El rostro de Podemos en estos comicios, el guardia civil Juan Antonio Delgado, sí está colaborando con Nieto, a pesar de todos los escollos. Por Andalucía, eso sí, cuenta como un factor a considerar el arraigo de IU en los pueblos de la Comunidad: decenas de alcaldes y en torno a mil ediles están en el ajo.
Quien está haciendo una campaña relajada es Teresa Rodríguez, con las manos libres, una vez independizada de Madrid. Adelante Andalucía tiene el objetivo, primero, de entrar en el Parlamento, y si puede, quedar por delante de Por Andalucía.
Y por último queda por saber qué puede ser de Ciudadanos, que ha gobernado estos años en coalición con el PP. ¿Podrá Juan Marín en medio de la desintegración de su partido mantener algunos escaños? ¿Serán decisivos por los azares electorales y una elección que son ocho en realidad, tantas como provincias? El objetivo marcado parece hoy inalcanzable: gobernar de nuevo con el PP. Más bien, Ciudadanos buscará sobrevivir e influir en lo que pueda, según los números.
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