BARCELONA
El hundimiento de las formaciones de izquierdas es uno de los titulares indiscutibles de las elecciones al Parlament de Catalunya celebradas el domingo. Entre ERC, los Comuns y la CUP han pasado de reunir 50 diputados –el 37% del total de la cámara– a apenas 30 -22% de los escaños- y en conjunto han perdido 250.000 votos con relación a los comicios de 2021, pese al aumento de la participación. Esquerra se dejó el 30% de los sufragios de tres años atrás, una cifra que sube a casi el 33% en el caso de los anticapitalistas.
En cuanto a Comuns Sumar la sangría es menor, con 13.550 papeletas menos –el 6,9%–, pero con un elevado coste: pérdida de dos diputados, quedándose con solo seis. Lo más significativo, pero, es que la formación solo ha conseguido escaños en la provincia de Barcelona. Se trata de un hecho histórico, puesto que es la primera vez en que este espacio político -previamente representado por ICV-EUiA y el PSUC- se queda sin ningún diputado fuera de Barcelona. Hasta ahora siempre había logrado representación en Tarragona, mientras que en Girona la ha tenido en ocho de las 14 legislaturas y en Lleida únicamente en tres.
Pese a la pérdida de peso, la voluntad de Comuns Sumar es entrar en el futuro Govern
Pese a la pérdida de peso, la voluntad del partido es entrar en el futuro Govern de la Generalitat, que aspiran a que esté presidido por el socialista Salvador Illa. Con todo, su portavoz, Joan Mena, ya ha matizado durante esta semana que la prioridad es que haya un "gobierno progresista en Catalunya" y que los Comuns trabajarán en esta dirección, de manera que tampoco cierran la puerta a apoyar a Illa sin formar parte del ejecutivo. "Hay varias fórmulas para tener estabilidad", ha reconocido.
La formación ha aglutinado 181.795 votos el 12M, el 5,82% del total, pero el 86% –156.349– provienen de la demarcación de Barcelona, donde hay el 75% del censo. Si en la provincia más poblada ha llegado al 6,67% de apoyo, en Tarragona se ha quedado en el 3,83% (12.106 sufragios), en Girona en el 3,28% (9.756) y en Lleida en el 2,15% (3.584). En todas las provincias retrocede y obtiene menos votos y apoyo relativo que en 2021. Los resultados, por lo tanto, quedan por debajo de las expectativas, en unos comicios en los que por primera vez desde 2015 se ha roto la coalición con Podem.
Tanto en Tarragona como en Lleida es el menor apoyo relativo del espacio en las 14 elecciones autonómicas celebradas desde 1980, mientras que en Girona solo supera el 3,16% recibido por el PSUC en 1984. En aquel momento, la que había sido la gran organización del antifranquismo había implosionado y había sufrido la escisión del Partit dels Comunistes de Catalunya (PCC), que también se estrelló en las urnas. Ya en una época más reciente, en 1999, Iniciativa per Catalunya y Esquerra Unida concurrieron por separado y la antigua ICV solo lo hizo en solitario en Barcelona, obteniendo tres diputados. En las otras tres demarcaciones lo hizo en coalición con el PSC y sumó un diputado en Girona (Joan Boada) y una en Tarragona (Dolors Comas).
Solo supera el 6% en las comarcas metropolitanas
Si vamos al detalle de los resultados, se puede concluir que Comuns Sumar se ha convertido en un espacio eminentemente –casi exclusivamente– metropolitano, hasta el punto que solo en las tres comarcas más pobladas de Catalunya ha superado el 6% de los votos –8,31% en el Barcelonès, 6,97% en el Baix Llobregat y 6,19% en el Vallès Occidental–, mientras que en el Garraf se han quedado el 6%, en el Vallès Oriental en el 5,55% y en el Maresme en el 5,22%.
En todas las otras comarcas cae por debajo del 5% de apoyo, con un volumen de votos absolutamente residual e inferior al 2% en buena parte de Lleida -Garrigues, Pla d'Urgell, Urgell, Noguera, Solsonès y Segarra- y que tampoco va más allá del 3% en buena parte de la Catalunya Central, el Pre-Pirineo y zonas de Girona (Alt Empordà, Pla de l'Estany y Alt Empordà).
Entre los municipios de 10.000 habitantes, solo supera el 10% de los votos en el Prat de Llobregat, donde llega al 11,46%, donde incluso gana apoyos. Se trata de uno de los feudos históricos del espacio de izquierdas, puesto que tiene la alcaldía desde 1979 y, de hecho, el número dos de la candidatura y ahora diputado era Lluís Mijoler, el actual alcalde. En la ciudad de Barcelona se queda en el 8,9%, dos décimas menos que tres años atrás.
El resultado del 12M en Barcelona es el tercero peor de la historia del espacio
En cifras relativas, el resultado obtenido el 12M en la provincia más poblada de Catalunya es el tercero peor de la historia del espacio, solo por delante de los de 1984 –cuando la implosión del PSUC lo situó en un magro 6,11% de los votos y cinco escaños en la demarcación– y de 1999, a raíz del desacuerdo entre ICV y Esquerra Unida.
En Girona, en cambio, después de obtener representación en cinco elecciones consecutivas -del 2003 a 2015- ahora ya hace tres –2017, 2021 y 2024– que no la consigue y cada vez cuenta con un apoyo menor. Si en 2017 recibió 16.842 votos, hace tres años se quedó en 11.165 y ahora no llega a los 10.000 (9.756). En Lleida el fenómeno es similar, si bien aquí el espacio solo consiguió un escaño en 1980, 2006 y 2012. Este último año fue la última ocasión en la que superó los 10.000 votos en la provincia en el Parlament, aunque nunca hasta ahora había caído por debajo de los 4.000.
La gran noticia de domingo es la pérdida del escaño en Tarragona. Porque siempre lo había obtenido y porque la formación había hecho bandera de su "no" al megacomplejo del ocio y el juego Hard Rock para rechazar los últimos presupuestos presentados por el Govern de Aragonès, en el que sería el detonante del final de la legislatura y el adelanto electoral. Tampoco la CUP, la otra formación que se ha opuesto con firmeza al macrocasino, ha conseguido ningún diputado en Tarragona.
En 2015, Catalunya Sí que es Pot reunió más de 26.000 votos en Tarragona y ahora Comuns Sumar apenas logra 12.100, si bien es cierto que en un contexto de menor participación. A pesar de que los Comuns insisten que mantienen el posicionamiento expresado en campaña -y previamente- sobre el proyecto, Joan Mena no ha dicho abiertamente si el Hard Rock seguirá como una línea roja para llegar a un pacto con el PSC. En todo caso, ha afirmado que se tiene que lograr un "acuerdo de contenidos" y que sus votos son "imprescindibles" para un tripartito.
Implantación territorial a la baja
A la hora de valorar los resultados, los Comuns admiten que son malos y que esperaban que fueran "mejores", de manera que se los toman como un "toque de atención". En este sentido, atribuyen la caída a la "polarización" de la campaña, en palabras de Joan Mena, y a haberse visto perjudicados por los efectivos llamamientos al "voto útil" del PSC, con quien tienen un cierto volumen de votante fronterizo. Y se fijan como objetivo importante mejorar la "implantación territorial" del partido.
En las elecciones municipales de hace un año, el espacio perdió unos 90.000 votos
Pero la realidad es que una década después de la gestación del proyecto de los Comuns, esta continúa siendo la gran asignatura pendiente y a medida que pasa el tiempo la situación en vez de revertirse empeora. Con una parte significativa de los esfuerzos centrados en la alcaldía de Barcelona entre 2015 y 2023 –además de en feudos históricos de la antigua ICV-EUiA, como el Prat, Montornès del Vallès, Sant Feliu de Llobregat o Montcada i Reixac– la consolidación del proyecto fuera del área metropolitana ha retrocedido, en lugar de avanzar, pese a algunas excepciones.
De hecho en las elecciones municipales de hace un año, el espacio perdió unos 90.000 votos y unos treinta concejales en comparación con los obtenidos en 2019 por las candidaturas propias y las de Podem en solitario. En concreto, sumó 266.739 votos y 244 representantes municipales, pero más de una tercera parte -84- se concentran en el área metropolitana, donde recibieron 192.519 votos.
Mientras que el apoyo en esta zona se elevó al 14,9%, en el conjunto de Catalunya apenas fue del 8,85% y solo en Tarragona tiene una presencia significativa, con 43 concejales, mientras que en Girona apenas suma 17 y en Lleida, cinco. Si unimos al retroceso todavía más pronunciado de la CUP se evidencia que la izquierda alternativa catalana pasa por un momento complicado.
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