En las elecciones catalanas el espacio de la denominada izquierda alternativa también pierde fuelle, pero, a diferencia de los comicios celebrados en Galicia y Euskadi, en Catalunya Comuns Sumar podría ser decisiva si el PSC y ERC se ponen de acuerdo para conformar un gobierno progresista.

Los de Jéssica Albiach no han tenido una pérdida notable en votos (alrededor de 15.000 menos respecto a los comicios de 2021), pero ese retroceso ha causado un perjuicio mayor en su traducción a escaños, y los comuns tendrán dos asientos menos en el Parlament al pasar de ocho a seis.

Desde la candidatura de Comuns Sumar han estado toda la noche del domingo haciendo un seguimiento exhaustivo de la evolución de un PSC que no logró el escaño definitivo para optar a formar un gobierno de izquierdas hasta el último momento (a falta del recuento definitivo, con el voto exterior, que tendrá lugar el 17 de mayo).

En el escenario final, la suma de PSC, ERC y los comuns da 68 ajustadísimos escaños para conformar un ejecutivo. Esta es la única posibilidad de tener una legislatura en Catalunya (ningún otro candidato podría optar a conformar un gobierno, y Puigdemont ya ha avanzado que no hará presidente a Illa con sus votos). Y los seis asientos que liderará Albiach en el Parlament serán esenciales.

Un retroceso de la izquierda ante el auge de las derechas

Ser llave de un gobierno ha sido el objetivo perseguido por la izquierda alternativa en las convocatorias electorales del 2024. En todas, hasta este domingo, ese objetivo ha quedado lejos de cumplirse. En Galicia, Sumar aspiraba a ser clave en un ejecutivo de izquierdas que diera carpetazo a la longeva hegemonía del PP; finalmente, el empuje del BNG no fue suficiente para cambiar la correlación de fuerzas, y el resultado de los de Marta Lois fue nefasto, al quedarse fuera del parlamento.

En Euskadi, Sumar aspiraba a ser la tercer pata de un gobierno progresista con EH Bildu y el PSE, pero los socialistas optaron por decantar la mayoría a favor del PNV y los de Alba García lograron un único escaño. En ambas elecciones, Sumar compitió en el espacio de la izquierda alternativa con Podemos (algo que no ha pasado en las catalanas, después de que la formación morada optara por no presentar una candidatura).

En Catalunya, aunque ha habido un retroceso (más notable en escaños que en votos), Sumar y los comuns logran ser llave, aunque todo dependerá de un eventual acuerdo entre Illa y Aragonés. Albiach sólo podrá mover ficha si el PSC y ERC deciden pactar; la formación independentista ya ha dejado clara su intención de estar en la oposición, pero no ha revelado si estaría abierta a darle sus votos a Illa en una investidura.

La candidata de los comuns ha comunicado que este mismo domingo llamó al líder de los socialistas catalanes para felicitarle por su resultado y para pedirle que avance en la configuración de un gobierno progresista y no busque un pacto con Puigdemont para conformar una "sociovergencia".

"Las fuerzas progresistas podemos tener diferencias, pero, ante el incremento de la derecha y de la ultraderecha, las gentes progresistas nos piden que hagamos posible ese gobierno de izquierdas", ha defendido Albiach durante la valoración de los resultados electorales.

Aragonés convocó las elecciones después de que los comuns rechazaran apoyar los presupuestos pactados por ERC y el PSC, que contenían la apuesta por el macrocasino del Hard Rock en Tarragona, un proyecto calificado como "depredador" y antiecologista por los de Ada Colau en un momento en el que la sequía golpeaba Catalunya. La lectura que se hace desde Sumar es que la resistencia, atendiendo a que desde otras formaciones se intentó culpar a los comuns del adelanto electoral, ha sido importante.

La imagen general de la izquierda es negativa. ERC pierde más de 180.000 votos y 13 escaños, y la CUP, más de 62.000 votos y cinco escaños; entre estas dos formaciones y Comuns Sumar la izquierda ha perdido más de 250.000 votos y 20 escaños. El PSC, en cambio, ha ganado casi 214.000 votos y nueve asientos en el Parlament, en un contexto en el que las formaciones de derechas y ultraderechas han ganado mucho terreno.