Por primera vez desde el año 2000, Costa de Marfil amaneció ayer sin Laurent Gbagbo, el presidente depuesto y ahora detenido, al frente del país. Han sido cinco meses de batallas y masacres desde que en noviembre del año pasado Gbagbo se negara a reconocer la victoria electoral de su rival, Alassane Ouattara, el hombre del que los marfileños esperan ahora que devuelva la paz y dé prosperidad a su país.
El proyecto de Ouattara recibió ayer dos importantes apoyos. El primero, el de Francia, la exmetrópoli, que prometió una ayuda de 400 millones de euros para financiar las necesidades más urgentes del país. París aseguró que pedirá a la Unión Europea que levante todas las sanciones impuestas a Costa de Marfil durante los últimos meses para forzar la salida de Gbagbo.
El segundo espaldarazo vino desde Bruselas, donde la Comisión Europea anunció una ayuda de 180 millones. Son cantidades que no bastarán para levantar la economía de Costa de Marfil, a la que la crisis ha puesto de rodillas. Sin embargo, el anuncio de estas ayudas representa una señal de apoyo político decidido al presidente electo.
Por su parte, Ouattara ha prometido aclarar las masacres cometidas en el país durante la confrontación.
Los investigadores de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos desplegados en el país africano han contado ya 536 cadáveres de personas que fueron asesinadas en las matanzas perpetradas en el oeste del país desde marzo, en particular en las localidades de Duekué, Guiglo, Bangolo y Buutuo. La mayoría de estas víctimas formaban parte de la etnia gueré, que apoyaba a Gbagbo; de ahí que las sospechas apunten a las fuerzas de Outtara.
Al nuevo gobernante marfileño le queda por demostrar que sus llamamientos a la reconciliación son sinceros. También que, realmente, su país ha pasado definitivamente 'una página dolorosa de su historia', como afirmó el lunes. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló ayer por teléfono con el nuevo presidente para pedirle precisamente que abra una nueva página en la que no haya sitio para la venganza.
Para Desiré Tagro, exministro de Interior de Gbagbo, es ya demasiado tarde. Ayer se supo que este hombre de confianza de Gbagbo había muerto en un hospital al día siguiente de ser detenido junto al expresidente y conducido con él al Hôtel du Golf de Abiyán, informó AFP.
Las circunstancias de esta muerte están aún por aclarar. Las fuentes citadas por la agencia francesa aseguraron que Tagro llegó al hotel con una herida de bala. Pero mientras el entorno de Gbagbo denuncia un asesinato, otras fuentes aseguran que el exministro intentó suicidarse al ser detenido disparándose un tiro.
Para evitar una situación similar con Laurent Gbagbo, las fuerzas de la ONU en Costa de Marfil se han hecho cargo de su custodia, según ha anunciado Farhan Haq, portavoz adjunto de Naciones Unidas. El expresidente ha sido trasladado a un lugar secreto fuera de Abiyán.
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