Una oleada de atentados con atacantes suicidas y coches bomba han dejado al menos 62 muertos y más de 250 heridos en todo Irak en una de las jornadas más sangrientas del año. Las autoridades han atribuido los ataques, aparentemente coordinados, a afiliados de Al Qaeda que buscan desestabilizar al Gobierno. Los ataques han terminado con la calma que le es propia al mes sagrado del Ramadán y han puesto de relieve la persistente fragilidad de la seguridad iraquí.
En el peor ataque, al menos 37 personas murieron cuando una bomba explotó en una cuneta en Kut, una localidad de mayoría chií ubicada a 150 kilómetros al sureste de Bagdad, según informaron la policía y fuentes sanitarias. Las explosiones destruyeron viviendas y escaparates e hirieron a más de 60 personas.
Irak no vivía una jornada de violencia similar desde el pasado 29 de marzo, cuando al menos 65 personas perdieron la vida durante el asalto de un grupo armado contra la sede del Gobierno provincial de Salahedin, en la ciudad iraquí de Tikrit, al noroeste de Bagdad.
El peor ataque tuvo lugar en Kut, donde han fallecido 37 personas
A diferencia de los sucesos del pasado marzo, donde las víctimas fallecieron en un único ataque, hoy Irak se vio sacudido por más de una decena de atentados en varios puntos del país. Así, en la provincia de Diyala, al noreste de Bagdad, 13 personas murieron y 33 resultaron heridas en una cadena de ataques que tuvieron lugar en distintas poblaciones.
El atentado más sangriento en esta conflictiva provincia de población mixta ocurrió en la zona de Beni Saad, 20 kilómetros al sur de Baquba, la capital de Diyala, al estallar un coche bomba conducido por un suicida que causó ocho víctimas mortales y 21 heridos. Además, cuatro soldados iraquíes murieron en un puesto de control del Ejército cerca de un campo de fútbol en el noreste de Baquba cuando un grupo de hombres armados les disparó desde un microbús, dándose luego a la fuga.
Al sur de Bagdad, un total de nueve policías fallecieron y otras 99 personas resultaron heridas en tres atentados en las ciudades de Nayaf y Kerbala, consideradas santuarios para los chiíes, que obligaron a las autoridades de la región a decretar el toque de queda.
Las autoridades han decretado el toque de queda en una zona del país
En la ciudad de Nayaf un coche bomba estalló cerca de una comisaría del centro de la población y causó la muerte a seis miembros de las fuerzas de seguridad, heridas a otros 58 y daños a los edificios próximos al lugar de la explosión. Un segundo coche bomba detonó muy cerca del lugar donde ocurrió el primer atentado e hirió a 7 personas más.
En la zona de Al Hindiya, en el este de la ciudad de Kerbala, la explosión de un vehículo junto a un edificio de la policía causó tres muertos y 41 heridos. En otra serie de atentados, esta vez en Kirkuk (norte), tres personas perdieron la vida y otras 37 resultaron heridas por la explosión de una moto bomba y de un coche bomba.
La violencia en Irak había decrecido abruptamente desde los momentos de mayor violencia sectaria, en el período 2006-2007. Pero los insurgentes suníes y milicianos chiíes arremeten cada vez más contra las fuerzas de seguridad locales y las oficinas gubernamentles, justo cuando Bagdad y Washington debaten si las tropas estadounidenses deben permanecer más allá del plazo impuesto para su retirada a final de año.
Mientras las autoridades iraquíes luchan para contener los ataques, los 47.000 soldados estadounidenses que quedan en Irak se preparan para abandonar el país, en cumplimiento del pacto de seguridad firmado en diciembre de 2008 entre ambos gobiernos . A pesar de que este pacto establece el repliegue de las tropas estadounidenses, en Irak desde 2003, un grupo de soldados podría permanecer en el país para entrenar a las tropas iraquíes más allá de finales de 2011.
El grupo Estado Islamista de Irak, vinculado con Al Qaeda, ha quedado debilitado por la pérdida de sus principales comandantes y el Gobierno dice que sus fuerzas de seguridad pueden controlar las amenazas internas. Sin embargo, los extremistas suníes y las milicias chiíes aún pueden llevar a cabo ataques devastadores.
El pasado lunes, decenas de personas murieron en otros ataques en distintas ciudades del norte y sur de la capital. Entonces fallecieron al menos ocho personas y 14 resultaron heridas cuando un atacante suicida atacó un edificio municipal en la provincia de Diyala con un coche bomba, según declararon fuentes policiales.
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