RÍO DE JANEIRO
El año no esta siendo fácil entre Brasil y Venezuela, sumidos en una pugna política y diplomática del más alto nivel, con una dramática crisis de refugiados de fondo asolando la débil frontera terrestre entre ambas naciones. La última colisión, ampliando el espectro, viene por mar, con la marea negra que golpea la costa noreste brasileña como protagonista.
Mil doscientos kilómetros de litoral, nueve estados, sesenta y ocho municipios y ciento cincuenta playas están en alerta desde septiembre por un vertido de fuel de origen desconocido. Nadie consigue dar con la explicación. Ya han sido retiradas cerca de 140 toneladas de crudo en las tareas de limpieza en tierra firme. Según los análisis de la estatal petrolera brasileña, Petrobras, el producto no es brasileño. No pertenece a su gama, ni en extracciones ni en comercialización. Es aquí donde arrancó el problema. Tras el descubrimiento, el Gobierno de Bolsonaro no tardó en utilizar una palabra que sirve para buena parte de los debates en Suramérica: Venezuela.
El gobierno de Nicolás Maduro saltó como un autentico resorte en cuanto le llegaron las noticias de las palabras del ministro de medio ambiente brasileño, Ricardo Sales, que fue el primero en verbalizar que el fuel era venezolano. El Ministerio del Poder Popular de Petróleo, encabezado por Manuel Quevedo, y la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA), fueron los encargados de plantar cara. Un comunicado fechado el diez de octubre en Caracas rechazaba “categóricamente” las acusaciones. Las consideraba “infundadas” y “tendenciosas”, porque “no existe evidencia alguna de derrame de crudo en los campos petroleros de Venezuela que pudiera haber generados daños al ecosistema marino del vecino país”.
Recalcaba el Gobierno venezolano que tampoco han recibido reportes en el que clientes o filiales adviertan “sobre una posible avería o derrame en las cercanías de las costa brasileras, cuya distancia con nuestras instalaciones petroleras es de aproximadamente 6.650 km, vía marítima”. La manera en la que Brasil ha señalado a Venezuela no tiene otro objetivo, según el ministerio dirigido por Quevedo, que “profundizar las acciones unilaterales de agresión y bloqueo” contra el pueblo venezolano.
El intercambio de declaraciones ha continuado tras el comunicado de PDVSA. Salles, el ministro brasileño de medio ambiente, aclaraba su teoría: “No hemos dicho que el vertido provenga de plataformas venezolanas. Lo que hemos dicho es que el petróleo encontrado, según el informe de los laboratorios de Petrobras, comprueba, primero, que no es brasileño, y segundo, que es muy probable que sea venezolano porque tiene similitudes con otro vertido del pasado”.
Salles define el comunicado del Ejecutivo de Maduro como “sin razón de ser, precipitado e inadecuado”. Y remarca: “Dicen que no hay filtraciones en sus pozos, pero si que las ha podido haber en un barco que transportara fuel venezolano”. El presidente Jair Bolsonaro, especialista en echar más leña al fuego, repite una y otra vez que el vertido es “un acto criminal”
Lo confirma un estudio independiente
Viviendo en la Era Bolsonaro, en la cual se exige al Instituto de Pesquisas Espaciales que no divulgue los datos reales de deforestación en la Amazonia “por patriotismo”, es lógico dudar de las fuentes oficiales brasileñas. Esta vez, en cambio, los datos son avalados por otro estudio independiente organizado por la Universidad Federal de Bahia (UFBA), que indica que existe “una fuerte correlación del fuel derramado en el mar con uno de los tipos de petróleo que es producido en Venezuela”.
Las muestras analizadas por la UFBA presentan “una distribución de biomarcadores y unos isótopos de carbono (elementos que permiten la identificación de la cuenca petrolífera de producción)” que no son compatibles con los tipos de petróleo producidos en Brasil. El trabajo ha sido de pura “geoquímica forense”. La profesora Olivia Oliveira lo compara con “la huella digital del crudo”.
La Marina Brasileña, mientras tanto, ha desplegado un seguimiento intensivo a las más de mil naves de mercancías que circularon por las aguas afectadas durante el mes de agosto. Tras analizar algunas variables, entre ellas el tipo de carga, han enviado notificaciones oficiales a treinta de esos barcos, de diez banderas diferentes, para que presten declaración dentro del proceso investigativo.
Añadiendo más intriga si cabe a esta novela de suspense ha entrado en juego a ultima hora una investigación del Instituto de Ciencias del Mar de la Universidad Federal de Ceará. La pesquisa sigue la pista de la llegada a las costas del noreste brasileño de unas viejas cajas procedentes de un carguero nazi hundido por Estados Unidos durante la Segundo Guerra Mundial, “cerca de Recife”.
Los puntos del mapa en los que ha ido apareciendo crudo diseñan “una ruta parecida” a la que han seguido las cajas del navío alemán a lo largo de los últimos meses. El profesor Rivelino Cavalcante, uno de los coordinadores del estudio, “está recopilando diversas muestras de fuel en playas cearenses”. Serán enviadas a un laboratorio estadounidense “para determinar puntos como la característica, la edad y el origen geográfico”.
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