El estado mental de Bradley Manning, el soldado estadounidense que se halla en el centro de las revelaciones de Wikileaks, era tan frágil antes de ser enviado a Irak que necesitó ser sometido a evaluaciones psiquiátricas regulares ya que se orinó encima, arrojó sillas, y gritó a sus oficiales superiores, según un documental producido por el periódico británico The Guardian.
Manning, quien fue detenido hace un año en relación con la mayor filtración de seguridad en la historia militar de los Estados Unidos, era un 'desastre de chico' que nunca debió haber sido enviado a Irak, aseguró un alto cargo de la base de Misuri Fort Leonard Wood, en la que fue entrenado en 2007.
Su testimonio coincide con el de otros altos cargos consultados para un informe militar secreto que concluye que Manning no estaba en condiciones de ir a Irak. 'Escolté a Manning un par de veces a su evaluaciones psiquiátricas después de sus arranques. Nunca deberían haberlo aceptado y enviado a Irak. Nunca. Nadie ha mencionado el fracaso del Ejército en esto, o la unidad que acordó enviarlo allí', declaró el oficial, que pidió no ser identificado debido a la hostilidad hacia Manning en las Fuerzas Armadas.
Pese a varios estallidos violentos y a un diagnóstico de 'desorden de ajuste', que consiste en tener dificultades para adaptarse a la vida militar, Manning fue enviado a Irak, donde se alega que descargó ilegalmente miles de documentos militares y diplomáticos y los pasó a Wikileaks.
Dos meses después de su llegada, le quitaron el seguro a su rifle porque sus superiores pensaron que era un peligro, confirmó su abogado, David Coombs.
De las entrevistas realizadas por The Guardian a soldados que trabajaron con Manning en Irak, también se hace evidente que las medidas de seguridad informáticas en su base militar eran muy laxas. Según los testigos, muchos de los 300 soldados de la base Hammer tenían acceso al cuarto de los ordenadores donde trabajaba Manning y las claves de acceso a los ordenadores conectados a la red estadounidense de comunicaciones militares (SIPRNet) estaban escritas en un post-it pegado a las pantallas.
'Sabíamos que los portátiles con un cable rojo estaban conectados a SIPRNet. Cualquiera podía escribir las contraseñas que estaban anotadas y entrar. No había mucha seguridad, así que no me extraña que pasase lo que pasó', declaró al diario Jacob Sullivan, un especialista químico y biológico que estaba en la unidad de Manning.
Manning, de 23 años, se enfrenta a múltiples cargos por descargar y pasar información sensible. Nadie más de la base ha sido acusado. Si es condenado, podría recibir una sentencia de hasta 55 años de cárcel.
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