La guerra de Israel contra Hamás ha entrado en una nueva etapa tras la conquista del oeste de ciudad de Gaza por las fuerzas israelíes que han invadido la Franja. El Gobierno israelí rechaza cualquier tipo de negociación con el grupo islamista, ni siquiera para liberar a los 240 rehenes que éste mantiene en su poder, y amenaza con una ocupación de Gaza el tiempo que sea necesario.
Israel elige la aniquilación militar del enemigo como única salida al conflicto, a pesar de las crecientes presiones internacionales. Presiones que llegan incluso de su aliado Estados Unidos, que pide algún tipo de pausa humanitaria en una guerra desencadenada por la matanza de 1.400 civiles a manos de milicianos de Hamás el 7 de octubre, pero respondida con la devastación de Gaza, donde han muerto más de 11.500 palestinos y 30.000 han resultado heridos.
“La matanza de tantos civiles no puede descartarse como un daño colateral. No en un kibutz, no en un campo de refugiados y no en un hospital”, ha condenado el alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, con la mirada puesta en los dos contendientes.
La matanza de tantos civiles no puede descartarse como un daño colateral
Volker Türk, alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU
¿Una ofensiva hacia el sur de Gaza?
En Israel, sin embargo, lo que piense el estadounidense de a pie importa poco. Todas las miradas están en la venganza y en una victoria aplastante sobre Hamás. Al precio que sea.
“Hemos obtenido el control de la parte occidental de la ciudad de Gaza” y “nos dirigimos a la siguiente fase de la ofensiva terrestre”, ha informado el ministro de Defensa israelí, Yoav Galant, en el último canto de victoria del Ejército judío.
Con el dominio militar israelí de la parte norte de Gaza, queda despejado el camino para una eventual ofensiva a gran escala contra el sur de la Franja, donde hay cientos de miles de refugiados que se agolpan cerca de la frontera con Egipto. En las últimas horas se han incrementado los ataques en la zona sur, que apuntan a ese posible movimiento de las fuerzas israelíes en esa dirección. El pensamiento israelí es simple: no se puede destruir a Hamás si no se controla toda la Franja.
Ante la desmesura en el uso de la fuerza, sin distinguir entre milicianos y civiles palestinos a la hora de lanzar los ataques, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ha reclamado al Tribunal Penal Internacional (TPI) que investigue a Israel, porque en Gaza “se están cometiendo crímenes de guerra”.
“Hemos dejado muy clara nuestra oposición sobre las operaciones que se están llevando a cabo, en particular las que tienen ahora como objetivo hospitales en los que bebés, mujeres y heridos mueren como moscas” y por ello “hemos remitido toda esta acción del Gobierno israelí al TPI”, ha dicho Ramaphosa.
No hay lugar seguro
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) ha advertido sobre la catástrofe que se avecina en la parte meridional de la Franja de Gaza. Según la UNRWA, desde que comenzara la guerra el 7 de octubre, un tercio de las muertes en Gaza se ha registrado en el sur.
Los bombardeos israelíes y la conminación por parte de Tel Aviv para que los palestinos del norte de la Franja se dirijan hacia la parte meridional de este territorio han causado otra catástrofe humanitaria. “En Gaza no hay lugar seguro, ni en el norte, ni en el sur, ni en la zona central. Ni siquiera los locales de la ONU son seguros”, ha subrayado el responsable de la UNRWA, Philippe Lazzarini.
En Gaza no hay lugar seguro, ni en el norte, ni en el sur, ni en la zona central. Ni siquiera los locales de la ONU son seguros
Philippe Lazzarini, responsable de la UNRWA
Según Lazzarini, se ha producido el mayor desplazamiento forzoso de palestinos de la historia. La actual campaña israelí ha provocado el éxodo de 1,7 millones de palestinos, cerca de un millón más que en 1948, cuando la creación del Estado de Israel empujó fuera de sus hogares a 750.000 palestinos.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ya ha advertido de que toda la Franja afronta una “hambruna generalizada” debido al desabastecimiento. “Los suministros de alimentos y agua son prácticamente inexistentes en Gaza, y sólo una fracción de lo que se necesita está llegando a través de las fronteras”, explica la directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain.
Israel usa el desabastecimiento de agua como arma de guerra
La responsable apunta que la población de Gaza se enfrenta a la llegada del invierno, la hacinación en refugios sin la mínima seguridad, la falta de agua potable y el altísimo riesgo de hambruna, que provocará muchas más muertes entre los civiles palestinos.
El representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los Territorios Ocupados, Richard Peeperkorn, ha subrayado, por su parte, la gran preocupación de este organismo ante la inevitable propagación de enfermedades a la llegada del invierno a la Franja. Según Peeperkorn, se han contabilizado ya 70.000 casos de infecciones respiratorias agudas y más de 44.000 casos de diarrea, cifras que superan todas las expectativas.
Finalmente, ante las presiones internacionales, Israel aprobó el envío a Gaza de dos camiones cisternas diarios con diesel para el funcionamiento de las infraestructuras de agua y el alcantarillado. Una decisión casi ridícula, cuando 850.000 palestinos se hacinan en las instalaciones de la ONU en Gaza, con una ducha por cada 700 personas y un retrete por cada 150.
El español Pedro Arrojo Agudo, relator especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, lo ha dicho bien claro: “Israel debe dejar de utilizar el agua como un arma de guerra”.
Nada de diálogo, solo “el fuego del infierno” para los palestinos
Esta gravísima situación no parece afectar lo más mínimo al Gobierno israelí. El anuncio de la nueva etapa de la guerra ha sido coreado con júbilo por el ministro de Finanzas de Israel, el ultraderechista Bezalel Smotrich, quien ha afirmado que el diálogo con Hamás será “solo con el fuego del infierno”. Esta es, dice Smotrich en la red social X, “la única forma de traer de vuelta a todos los rehenes y restaurar la seguridad para el Estado de Israel”.
En respuesta, el líder del brazo político de Hamás, Ismail Haniye, ha advertido de que el grupo islamista está preparado para la prolongación del conflicto. “Si el enemigo quiere una larga batalla (…) nuestra voluntad se impondrá en los combates”, indicó en declaraciones al diario palestino Filastín.
El hospital Al Shifa, epicentro de la guerra en ciudad de Gaza
Los combates en la ciudad de Gaza, la capital administrativa y urbe más populosa del territorio del mismo nombre, se han intensificado en las últimas jornadas en torno a los hospitales donde el Ejército israelí afirma que Hamás tiene algunos de sus principales cuarteles subterráneos.
El alto mando israelí ha mostrado vídeos de túneles y armas supuestamente tomados en los subterráneos del hospital de Al Shifa, con los que ha justificado los ataques contra esas instalaciones sanitarias y la violencia empleada para desalojar a los miles de heridos y refugiados que se encuentran en esos centros.
Al Shifa es el mayor hospital de ciudad de Gaza, y desde el miércoles se ha convertido en el vórtice de la ofensiva militar israelí contra los centros hospitalarios. Solo uno de los 24 hospitales del norte de Gaza está en funcionamiento. Se trata de Al Ahli, que no ha colapsado como el resto de instalaciones hospitalarias ante los ataques y la falta de medicinas, combustible, electricidad, alimentos y agua potable.
La OMS intenta evacuar los más de 650 pacientes que hay en Al Shifa, pero ha indicado que “las opciones son limitadas”, pues la falta de combustible impide el uso de las ambulancias.
La Franja, bajo control permanente israelí
El conflicto se está desbordando fuera de los límites de Gaza. El propio secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha pedido al Gobierno de Emergencia de Israel medidas urgentes para poner coto a los crecientes enfrentamientos en el otro territorio palestino: Cisjordania. Especialmente por los ataques a palestinos por parte de los colonos extremistas judíos allí asentados ilegalmente.
El mayor temor está en los numerosos choques que se están produciendo entre Israel, apoyado por Estados Unidos, y los grupos islamistas que respaldan a Hamás desde Líbano, Siria e Irak, y que amenazan con extender la guerra por Oriente Medio.
La extensión del conflicto dependerá mucho del estatus que dé Israel a la Franja de Gaza si se alcanza un alto el fuego. Las perspectivas son sombrías, pues se puede vislumbrar ya un plan de Israel para permanecer con sus tropas en todo ese territorio o al menos en parte.
El presidente israelí, Isaac Herzog, ha indicado en una entrevista con el Financial Times que Israel no puede permitir un vacío en Gaza al concluir la guerra. Por ello ha opinado que Israel debería mantener una fuerte presencia militar para impedir que Hamás u otros grupos radicales palestinos puedan resurgir en la Franja. “Si nos retiramos, ¿quién tomará el relevo? No podemos dejar un vacío. Tenemos que pensar cuál será el mecanismo”, ha explicado Herzog.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha aportado la solución más racional: que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se fortalezca y pueda asumir el control de la Franja de Gaza, de dónde fue prácticamente expulsada con la llegada de Hamás al poder en 2007 con el paradójico apoyo de Israel. “Esa sería la visión más optimista sobre el futuro del actual conflicto”, ha subrayado Guterres en una entrevista con la televisión pública austríaca ORF.
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