En Zarra no temen al tóxico de los residuos nucleares porque el pueblo ya está contaminado desde hace años. Envenenado por una guerra entre familias en cuyo centro se sitúa Juan José Rubio, alcalde de esta localidad de 500 habitantes enclavada en el Valle de Ayora.
Su firme candidatura a albergar el Almacén Temporal Centralizado (ATC), eufemismo del macropanteón donde se enterrará la basura nuclear de España, ha reavivado viejos rencores. 'Era un pueblo acogedor, todos eran un piña, pero el poder corrompe. No han conocido a otro alcalde y eso es un error ', explica María, maestra de Zarra durante 30 años, uno menos de los que lleva Rubio como primer edil. 'Llegó con la democracia, pero no la ha sabido ejercer. Por interés, ha enfrentado a unos con otros. Los que le adulan tienen trabajo. Los críticos, no', subraya.
'Si no es peligroso, ¿por qué no lo ponen en la Ciudad de las Artes y las Ciencias?'
La trayectoria política de Rubio es convulsa. En enero de 2006, la fiscalía le acusó de varios delitos por prevaricación, falsedad, fraude y estafa. El PSPV-PSOE lo expulsó, pero Rubio volvió a obtener la mayoría absoluta un año después como independiente. Desde 2008, está en libertad bajo fianza.
La instalación del ATC en Zarra es su principal apuesta. La llevó al pleno horas antes de que finalizara el plazo para presentar candidatura. Desde entonces, los partidarios de Rubio también lo son del almacén y viceversa. Público intentó, sin éxito, hablar con el alcalde. 'Ni nosotros sabemos por dónde anda', respondió su secretaria en el consistorio.
'Me jode decirlo. O ponen el almacén o el pueblo desaparece'
La biporalización es tal en Zarra que hasta sus dos bares tienen nombre de emplazamientos defensivos. La torre reúne a los contrarios al alcalde y al ATC. En la otra orilla de la plaza, en la terraza de Los arcos, un grupo de jubilados señala despectivamente a una comitiva que ha venido desde la vecina Ayora para protestar contra el almacén. '¡Nosotros no somos comarca basura!', gritan los activistas. '¡Nosotros, sí!', responden desde Los arcos.
La batalla de consignas crece ante la mirada divertida de Adrián Rubio, sentado en las escalinatas de su casa. 'No suena muy bien lo del cementerio de residuos, pero no hay otro futuro para Zarra. Los jóvenes estamos parados, a excepción de dos amigos que trabajan en la central nuclear de Cofrentes', cuenta.
Los defensores del ATC consideran a Zarra la cenicienta del valle. Por un puñado de metros, no disfrutan de las ayudas que otros sí reciben por estar cerca de la central. La instalación de la planta comportaría una lluvia de millones al año para el ayuntamiento.
'Los jóvenes estamos parados, salvo dos amigos que trabajan en la central'
'Me jode decirlo. O ponen el almacén o el pueblo desaparece', comenta V. J. acodado en la barra del bar La torre. A unos metros, Alberto le contradice. 'Hay alternativas. Este es un valle con mucha agua y bosques, de buena miel y excelentes cerezas. Que potencien este tipo de cultivos ¿Quién va a consumirlos si saben que crecen al lado de un cementerio nuclear?'. Alberto llegó hace cinco años a Zarra en busca de tranquilidad y hace días puso su casa en venta. 'Estoy harto. Primero iba un vertedero, después una incineradora y ahora esto. No sé qué herencia van a dejar a sus hijos'.
Quien también busca reposo es la colonia de ingleses, cerca de 150, que vive desperdigada en chalets cercanos a Zarra. Keith Buchanan se identifica como su representante. 'Estamos al margen. No es nuestro pueblo. Haremos lo que decidan los vecinos'. Pero la realidad no es tan neutral. Muchas de sus viviendas carecen de licencia y dependen de lo que diga el ayuntamiento. Oponerse al ATC sería como oponerse al alcalde. 'La mayoría son jubilados que han venido a disfrutar del sol y del campo. No creo que les haga mucha gracia pasar sus últimos años viendo pasar camiones de residuos tóxicos. Lo que pasa es que no hablan porque están coaccionados', razona una vecina desde el anonimato.
La zona donde se ubicaría la planta es una larga llanura conocida como Hoya de los Caballeros y cercana a La Hunde, un paraje de alto valor ecológico. En el centro de la planicie, una carrasca gigantesca da sombra y hondura al paisaje. Allí se ha concentrado un grupo de vecinos críticos de Ayora y Carcelén, las dos localidades que estarían más cerca del ATC, pese a que los terrenos se ubican en el término de Zarra.
La propiedad del suelo es otra de las polémicas. Pertenece a Enugo Inversiones, integrada por Sedesa, empresa vinculada a la trama Gürtel y con participación de la familia de Juan Cotino, vicepresidente del Consell. 'Eso explica la cautela con la que ha actuado la Generalitat. Se oponen al ATC, pero con la boca pequeña porque quieren sacar tajada', critica Luis, ecologista de Ayora, quien añade: 'Si dicen que no es peligroso, ¿por qué no lo diseña Calatrava y lo colocan en la Ciudad de las Artes y las Ciencias?'.
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