Cuando se precipitó al vacío, T. F. O. limpiaba la ventana de un décimo piso, subida a una banqueta sobre una palangana. Un mal apoyo acabó con la vida de esta paraguaya el pasado 12 de marzo en Santurce (Vizcaya). La mujer había sido contratada a través de una polémica agencia privada de colocación, carecía de contrato y no estaba dada de alta en la Seguridad Social, según denuncia Isabel Otxoa, portavoz de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Biz-kaia. 'Y, sin el alta en la Seguridad Social, pensar en que reciban cursos de prevención de riesgos laborales es una utopía', asegura Otxoa.
Pero la desprotección de las trabajadoras domésticas va más allá de no cotizar. La mayoría carece de horario de trabajo fijo, descanso diario y semanal, prestación por desempleo, vacaciones anuales pagadas, contrato firmado, compensación por horas extras
El 91% de los empleos de este sector lo ocupan mujeres
Para poner coto a esta explotación, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) selló ayer una convención 'histórica', en palabras del director general de la OIT, Juan Somavia. Por primera vez, gobiernos, empleadores y trabajadores acordaron unas condiciones mínimas internacionales destinadas a mejorar la vida de estas empleadas.
El convenio acordado en la 100ª Conferencia de la OIT, que arrancó el pasado día 1 y finaliza hoy en Ginebra, reconoce que el trabajo doméstico continúa siendo 'infravalorado e invisible' y que lo realizan principalmente las mujeres y las niñas. Muchas de estas son migrantes o forman parte de comunidades desfavorecidas, y son 'particularmente vulnerables a la discriminación con respecto a las condiciones de empleo y de trabajo, así como a otros abusos de los derechos humanos'.
'Algunas personas nos tratan como esclavas', critica Dulce María
'Algunas personas nos tratan como esclavas', critica Dulce María Vargas, dominicana de 50 años. Vive en Madrid desde hace cinco años y, ante la falta de trabajo, además de limpiar casas, trabaja de manera eventual como peluquera, su verdadera profesión. En el salón del diminuto piso que comparte, de 30 metros cuadrados y sombrío, hay un voluminoso secador de peluquería, junto a su diploma de Corte y Estilo. 'De vez en cuando me llama alguna señora y eso me ayuda a sobrevivir', explica. Con unos centenares de euros (la cantidad cambia cada mes), sale adelante en Madrid y mantiene a su hijo Michael, de 21 años y estudiante universitario de Economía, en Santo Domingo (República Dominicana). 'Por circunstancias de la vida, me toca ejercer de madre y padre'.
En España, el perfil de la trabajadora doméstica inmigrante se ha disparado en los últimos diez años, pero es difícil de cuantificar por la economía sumergida que hay en el sector, tanto entre españoles como extranjeros. Oficialmente, 703.800 personas (el 91,5% son mujeres) trabajan en el ramo de Actividades de los Hogares, según la Encuesta de Población Activa del primer cuatrimestre de 2011. De estos, apenas 294.279 (el 61,3% es extranjero) están dadas de alta en el Régimen Especial de Empleados del Hogar de la Seguridad Social.
La peor experiencia laboral que vivió Dulce María fue en su primer trabajo. La empleadora, una arrogante abogada, tiraba la ceniza de su cigarrillo al suelo recién fregado y le ordenaba volver a limpiar. Las descalificaciones eran constantes y Dulce María apenas aguantó un mes. En su despedida, la empleadora no le pagó el mes de trabajo. 'Dijo que había perdido los 400 euros, pero ¿qué vas a hacer?, ¿a quién le vas a reclamar si no tienes papeles?', se resigna.
El 30% del sueldo se puede pagar en concepto de comida y alojamiento
La última señora para la que trabajó le ayudó a regularizar su documentación, tal y como marca la ley. Otros trataron de cargarle tareas de cuidado de personas mayores, lo que implicaba echar más horas, sin un aumento de sueldo.
Las nuevas normas de la OIT establecen que los millones de trabajadores domésticos que hay en el mundo tendrán los mismos derechos básicos que otros trabajadores, incluyendo 'horas de trabajo razonables, descanso semanal de al menos 24 horas consecutivas, un límite a los pagos en especie, información clara sobre las condiciones de empleo, así como el respeto a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, incluyendo los de libertad sindical y negociación colectiva'.
El Convenio es un tratado internacional vinculante para los estados miembros que lo ratifiquen. En la OIT, organización de Naciones Unidas, cada uno de los 183 países está representado por dos delegados del Gobierno, uno de los empleadores y uno de los trabajadores.
El convenio, no obstante, establece unos mínimos. En España, les toca a los trabajadores y los sindicatos seguir negociando con el Gobierno.
Para la secretaria para la Igualdad de UGT, Almudena Fontecha, la prioridad es que haya un contrato por escrito, para 'evitar que las condiciones cambien sobre la marcha'. Las inspecciones de trabajo, apunta, 'son muy complicadas porque el inspector no tiene tanta libertad para entrar en una casa como en una empresa, por el derecho a la intimidad'.
El Ejecutivo estudia cómo incluir a estos trabajadores en el Régimen General de los Trabajadores. 'Pero no les interesa: supone generar derechos a gente que no aporta mucho porque sus empleadores son familias que no pueden asumir un gran gasto', opina Isabel Otxoa desde la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia. En la actualidad, a partir de los 65 años y por no haber podido cotizar durante su vida laboral, la mayoría vive de la jubilación de su marido o de la pensión de viudedad.
'El pago en especie ha ido desapareciendo de la mayoría de los convenios de trabajo', recuerda Fontecha, pero los empleados domésticos en España todavía pueden percibir hasta un 30% de su salario en concepto de alojamiento y alimentación. Además, las 40 horas máximas de trabajo semanal se pueden complementar, desde 1985, con el 'tiempo de presencia' que pacte el trabajador con su empleador. A diferencia de Francia, España no remunera este tiempo, que obliga al trabajador a estar en el domicilio por si surge una necesidad.
Otxoa critica que no se les dé una baja por enfermedad hasta el día 29: '¿Y qué pasa con las torceduras, las quemaduras y el estrés que genera ese trabajo?'
Las españolas suelen gozar de mejores condiciones que las extranjeras. 'Trabajo cuatro horas diarias y cobro 700 euros. Soy una privilegiada', explica Carmen de Carlos, española de 50 años, en un receso mientras plancha camisas. El piso en el que trabaja desde hace diez años, en el barrio madrileño de Chueca, tiene 300 metros cuadrados. 'Me tratan como una más. No soy una empleada. Soy Carmen'. Tiene un mes de vacaciones pagadas y, si lo necesita, alguna una semana libre.
'Todo depende de quién te dé trabajo y de su sensibilidad. La mayoría de las trabajadoras son inmigrantes y les exigen que cuiden de mayores y niños. Les pagan una mierda y, en lugar de ocho horas, les exigen 12. De las extranjeras abusan todo lo que quieren. Lo que no nos hacen a nosotras, se lo hacen a ellas', concluye Carmen.
53 millones de empleadas
En el mundo hay 53 millones de trabajadoras domésticas, que podrían ser cien millones, ya que casi la mitad trabaja en la economía sumergida, según la OIT.
12% de los salarios
En los países en desarrollo, representan entre el 4% y el 12% del empleo asalariado. Alrededor del 83% son mujeres o niñas, y muchas son migrantes.
20% del sueldo medio
Las cifras aportadas por la OIT reflejan también que los salarios de estos trabajadores no llegan en algunos casos al 20% del promedio del país, algo que para UGT implica 'situaciones de semiesclavitud'.
90% empleo femenino
La aplastante mayoría de personas que realiza trabajos domésticos en el mundo son mujeres (entre el 75% y el 90%). En España, el índice es del 91%, según la Encuesta de Población Activa del primer cuatrimestre de 2011.
180.350 extranjeras
En España, el 61% (180.350) de los 294.279 trabajadores del hogar que estaban dados de alta, a 1 de marzo, en el Régimen Especial de Empleados del Hogar de la Seguridad Social son extranjeros.
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