Barcelona
La escritora catalana Eva Baltasar acaba de publicar 'Mamut', el volumen que cierra la trilogía iniciada con 'Permagel' y 'Boulder'. La maternidad y las relaciones con los demás vuelven a ser el motor que impulsa una novela que no deja indiferente.
"A una persona agotada la puedes obligar a lo que sea", esta reflexión se la hace la protagonista de Mamut, una joven muy práctica y determinada que harta de hacer trabajos mal pagados y esclavistas decide marcharse de "la gran balsa" (Barcelona). Y hasta aquí el spoiler de la trama. Publicada en Club Editor, la obra narrativa de Eva Baltasar (Barcelona, 1978) es poderosa porque brota de un manantial muy suyo, muy puro, y eso la hace elegante y cruda a la vez. Cuando en 2018 publicó Permagel, se convirtió en un fenómeno literario que atravesó fronteras. Lo mismo ocurrió con Boulder, y ahora con Mamut, el volumen que cierra la trilogía.
Las protagonistas de este brillante tríptico son mujeres encabezadas por el tema de la maternidad, las relaciones sociales, el sexo. Sí, el sexo, y es que no son frecuentes los libros donde las autoras aborden la sexualidad y menos entre mujeres, al menos no en la literatura catalana.
Desde que en el 2008 Eva Baltasar ganó el Premi Miquel de Palol de poesía con Laia, sus libros, sean de narrativa o de poesía, garantizan un zarandeo, una removida que quizás resulta incómoda, pero ayuda a hacer limpieza.
Prescindir es una palabra muy presente en los cimientos de 'Mamut', ¿verdad?
Sí y de mi propia vida también. En este sentido, me he reflejado mucho en la protagonista porque realmente es una mujer que se da cuenta de que no necesita todo lo que parece que tenga, todo lo que ha logrado y que era esperable de ella por su contexto, y que no lo necesita para vivir intensamente, para vivir bien. Y da ese paso de desapego. Cuando se marcha de Barcelona no sólo ella se mueve físicamente, atrás deja muchas etiquetas, la de la trabajadora asalariada explotada, también la de lesbiana, y va abandonando todo esto y llega como muy limpia, hace un proceso de despojo y una vez allí se da cuenta de que realmente necesita muy poco para vivir y que lo disfruta muy intensamente. Al final necesita un poco de comida, bebida y calor, un calor que la proteja de la intemperie del mundo, una intemperie como muy real, muy climatológica. Es decir, la intemperie de Barcelona era una intemperie humana, y allí la intemperie es el frío, y ya está.
Seguramente la protagonista de 'Mamut' es la más práctica de las tres novelas.
"Eso que hace la protagonista de 'Mamut' yo lo hice hace veinte años"
Quizá por eso me refleje mucho en ella, yo soy muy práctica (ríe). Sí, sí, es verdad. Y además, es el personaje que da el paso. Las tres son mujeres que transitan un poco por el límite, que se sienten muy incómodas en sociedad, pero no acaban de atreverse. En Permagel están ahí, en Boulder le cuesta mucho encontrar el sitio, y en cambio ésta lo tiene muy claro, aquí no puede ser ella, pues coge y se marcha. Y se va a un entorno rural, pero podía funcionarle cualquier entorno solitario, podía haber sido en medio de un océano o un desierto, pero simplemente yo aprovecho los propios paisajes. Eso que hace la protagonista de Mamut yo lo hice hace veinte años, yo vivía en Barcelona y lo dejé todo y me fui a una casa aislada en el Berguedà (comarca cercana al Pirineo), y aprovecho la experiencia. Y a partir de ahí crece la novela.
¿De las tres, 'Mamut' es la que más le ha costado escribir?
En 2019 empecé con 'Mamut', el esqueleto ha llegado intacto, pero lo he vestido y desvestido muchas veces. Hay escenarios y viajes que han desaparecido, y ha quedado como muy puro lo que yo creía, un mamut es un ser prehistórico y todo lo que tenemos ahora son los huesos, y yo creo que la novela deberían ser esos huesos. Y he intentado que el lenguaje también acompañara. Hay un deje poético en todas ellas, pero con Mamut si salían dos imágenes para decir algo, yo decía no, sólo una, no te vayas. Quería que la austeridad del personaje se reflejara en la escritura.
¿Cuándo vio claro que de esas historias que la rondaban saldrían tres novelas?
"Me aburría contar mi propia vida"
Cuando terminé Permagel. Una vez fui al psicólogo porque tenía problemas existenciales y la psicóloga me dijo "mira te veo muy desestructurada y te recomiendo un ejercicio que es ir a casa y en cuatro páginas escribes tu biografía, y te estructuras". Y lo hice, y enseguida vi que me aburría contar mi propia vida, pero que había encontrado una voz que a mí me seducía. Y detuve la terapia para seguir esa voz a ver dónde me llevaba. Fue un proceso de un año, que disfruté muchísimo porque no estaba acostumbrada. Yo acababa de escribir poesía, una poesía muy confesional, muy intimista, mucho del yo y del ego, y eso acaba haciendo una burbuja esclusa; y el hecho de crear un personaje fue muy sanador, creé una compañía, una mujer que me acompañaba. Y me encantó tanto, que cuando terminé Permagel dije, quiero más, quiero seguir. Y tenía claro los títulos de las dos novelas siguientes Boulder y Mamut, que son dos imágenes que a nivel poético ya las contemplaba. Y como metáfora de las protagonistas pensé que me gustaría conocer a una mujer que fuera un Boulder y otra que fuera un Mamut, y así se han ido construyendo. Y entonces me puse con la redacción de Mamut, que fue muy rápida, pero en medio salió Boulder, hubo un vaivén, pero ahora estoy muy satisfecha con el resultado final.
Terminada esta trilogía, ¿aparca la maternidad como tema literario?
En la próxima novela espero no volver a ello. La maternidad es un tema que me ha acompañado siempre, fui por primera vez madre a los veinticuatro años, tengo una hija que ahora hará diecinueve, y la pequeña tiene diez. Era un tema que ya va conmigo, pero ahora ya llevo tres novelas con el hilo de la maternidad, y no sólo es escribir la novela, sino también acompañarla, hablar, y ahora quiero hablar de otra cosa. No sé cuál será. Sí que es cierto que he empezado una nueva novela y que me interesa mucho el tema de la intemperie, el sentirse a la intemperie cuando vivimos en principio tan acogidos cuando estamos en sociedad. Es algo que ya sale en el tríptico y me gustaría ir por ahí, intentando que no salga la maternidad. A ver si lo consigo…
Hablando de esta forma de la maternidad, explicando maternidades diversas, en cierto modo ha abierto caminos por otras escritoras más jóvenes.
Es un tema que me interesa. Soy madre, he gestado dos veces y me he dado cuenta de que la maternidad no es o blanca o negra, es completamente poliédrica y tiene todas sus caras. Con Boulder a veces me preguntan con quién me identifico y yo me identifico con Boulder y Sansa. He vivido toda la maternidad, el embarazo, el parto, la lactancia a demanda durante tres o cuatro años y lo he vivido muy bien con las dos niñas, pero a la vez en aquellos momentos me miraba a mí misma y me llegaba a juzgar con la mirada de Boulder, y me decía "pero ¿Eva que estás haciendo? Has desaparecido en ese rol de madre donde parece que eres tan feliz". Y al mismo tiempo tenía las dos miradas y creo que puede haber mil más. Y sí me gusta ir a lo que me incomoda, cuando escribo busco que me problematice, no busco algo fácil, ni como lectora. Una novela que no me suscite, que no me remueva nada no me interesa, y como escritora busco ir hacia lugares donde me sienta problematizada y profundizar en ellos.
A sus personajes las apariencias y superficies no les gustan.
Buscan cierta autenticidad, algunas más que otras. A la última le resulta más fácil, las demás se quedan algo atrapadas en ese sentimiento de sinceridad y honestidad. Creo que son protagonistas que son muy honestas con los lectores, pero que después con su modo de vivir no lo son tanto. La de Permagel reconoce que miente, miente muchísimo y lo hace para sobrevivir, para poder ir tirando.
Usted para sobrevivir también decidió marcharse de Barcelona, ¿le gusta vivir aislada?
A Barcelona no he vuelto. Y yo cuanto más aislada más en paz estoy. Ahora vivo en Cardedeu, que no es pequeño, pero me va muy bien porque tengo dos hijas y les da mucha autonomía y es muy práctico, pero si yo tuviera que vivir sola creo que lo haría un poco más aislada. Rodeada de gente vivo con cierta incomodidad, prefiero que haya poca gente.
¿Respecto a la especie humana es pesimista u optimista?
Soy realista pesimista. Porque si somos realistas no puedo ser optimista, pienso yo. Creo que vamos hacia un precipicio muy alto, de allí nos estamparemos todos y creo que hay diferentes maneras de ir: con una venda en los ojos, disfrazados de carnaval y riendo como si no pasara nada, o ir muy conscientemente y con cierta lucidez, y por el camino intentar abrirte, amar bien, acompañar, ¡intentar que el camino sea lo más bonito posible! Pero no… no soy optimista.
En diciembre publicó el poemario 'Nus Schiele' y ahora 'Mamut'. ¿Para usted hacer poesía y narrativa van a la vez?
"En momentos en que tenía la novela avanzada o parada me ponía con la poesía, como un zigzag"
No es que por la mañana haga poesía y por la tarde novela, pero sí que es cierto que en momentos en que tenía la novela avanzada o parada me ponía con la poesía, como un zigzag. Cuando escribo novela tampoco siento que haya abandonado la poesía porque mi trabajo con el lenguaje es muy poético, es muy de pensar el ritmo, la musicalidad, de buscar una palabra aguda o plana, aunque sea un texto de narrativa, pero eso me lo miro mucho.
¿De qué se ha alimentado como escritora, cuáles son sus referentes?
He leído mucho desde que aprendí a leer a los cuatro años, y he escrito mucho desde pequeña. Y sí que es cierto que los referentes han ido cambiando. Tuve una infancia bastante encerrada en casa, muchas horas sola, y mi madre era socia del Círculo de Lectores y con nueve o diez años ya me sabía de memoria los libros del Barco de Vapor y empecé a coger libros de las estanterías, y venga con Gabriel García Márquez, o con lo que hubiera. Me lo leía todo. Pasé una época leyendo los libros de Agatha Christie y cuando escribía Permagel me venían. Y para mí Rodoreda es un referente clarísimo, me encanta. Y también los grandes narradores de la mitad del siglo pasado como Lucía Berlin, James Salter o John Cheever, me gustan muchos los anglosajones todo sea dicho. Y de poetas, Silvia Plath, Anne Sexton y también soy muy lectora de filosofía. Del arte me nutro mucho, de Schiele está claro, ¿no? Ahora, de arte no sé un comino, pero me encanta que me pasen obras de arte por encima, y ver que me provocan.
"No siento que el catalán me limite, al contrario"
Ahora que Carla Simón se ha llevado el Oso de Oro de la Berlinale con una película en catalán que reivindica el campesinado, es como la prueba del algodón para demostrar que con el catalán se puede todo, y en su caso, sus libros están traducidos a un montón de idiomas.
No siento que el catalán me limite, al contrario. Escribo en catalán porque es mi lengua materna, no sabría escribir en castellano, no sabría expresarme. Tengo la suerte de estar traducida en muchos idiomas, y es necesario valorar el trabajo del traductor. Cuando es una buena traducción, existe una coautoría que te levanta el libro y te lo lleva a otra cultura. Yo no me traduzco al castellano, tengo la suerte de que lo hace Nicole de Amonville, que es una traductora buenísima.
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