sevilla
Albert Tió, presidente de la Federación de Asociaciones Canábicas Autoreguladas de Catalunya (Fedcac), disfruta ya del tercer grado penitenciario, tras haber entrado en la prisión de Lledoners el pasado noviembre para cumplir la condena de cinco años que le impuso la Audiencia Provincial de Barcelona y luego ratificó el Tribunal Supremo por una intervención de marihuana que hicieron en 2014 en la asociación de usuarios Airam, en la capital catalana, de la que él era secretario.
La junta de tratamiento de la cárcel aprobó el pasado 14 de febrero la concesión del tercer grado a Albert Tió y a Víctor Segués, tesorero de Airam y condenado en el mismo proceso, primero para que pudieran salir de prisión los fines de semana y después también de lunes a viernes, entre las siete de la mañana y las ocho de la tarde. Esta decisión, sin embargo, puede aún ser recurrida por la Fiscalía.
Tió (Barcelona, 1967), uno de los más destacados activistas por la regulación del cannabis en España, también está aprovechando sus salidas de prisión para realizar en una asociación de personas con discapacidad los trabajos en beneficio de la comunidad que forman parte de su condena judicial. Sigue pendiente de la resolución del Gobierno a su petición de indulto, a la que se han sumado más de 20.000 firmas, pero ya ha perdido la batalla en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que, según le han notificado, ha desestimado la admisión de su solicitud de amparo. De momento, tendrá que seguir pasándose cerca de tres horas al día en un coche haciendo el trayecto de ida y vuelta entre Lledoners y su casa.
¿Cómo han sido sus primeros cuatro meses en prisión?
Hemos tenido la suerte de que nos han dejado estar en la misma celda a los dos de la asociación que estamos en esta prisión. Ahí hemos sido afortunados: no tener que estar con alguien que no conoces y no sabes de dónde viene. Eso nos ha servido mucho para apoyarnos, para animarnos y para conseguir mantener una moral alta; para escribir mucho, para leer mucho, para utilizarlo como terapia. Cada uno estamos escribiendo nuestro diario, que los iremos publicando poco a poco. Estamos intentando darle la vuelta a esta experiencia, que es muy dura, para que sea positiva y beneficiosa para toda nuestra lucha, que es una lucha global del activismo cannábico.
¿Cómo es la vida dentro de la cárcel?
Es muy intensa, muy dura. Hay que tener la mente fuerte y la moral alta. Intentar estar siempre activo. Nosotros estamos, además, en un módulo donde va la gente que ingresa en prisión, con lo cual hay de todo: asesinos, violadores, atracadores. Así que tienes que intentar llevarlo lo mejor posible. Nosotros hemos entrado con la filosofía de poder intentar ayudar a la gente lo máximo posible. Yo me apunté en la biblioteca y me han ofrecido estar de encargado. Y allí he estado ayudando a poner instancias a mucha gente que no sabía escribir. La verdad es que menos un momento que pasamos un poco crítico al principio, cuando nos confundieron con unos mossos d'esquadra y pensaban que estábamos allí de infiltrados, lo demás ha ido bastante bien.
¿Cómo fue ese momento?
Pues Víctor y yo, y otra persona que había entrado con nosotros, estábamos juntos todo el rato y, a lo mejor, no teníamos digamos un perfil taleguero habitual. Y uno de los reclusos se debió confundir con uno de nosotros, porque empezó a decir en el patio: "Ese de ahí me detuvo una vez". Entonces, empezó a correrse la voz de que éramos unos mossos d'esquadra corruptos o infiltrados, y nos miraban fatal. Estábamos hasta un poco temerosos por nuestra integridad física, pero no pasó nada. Fueron dos días los que estuvimos con esa tensión, pero gracias a que llevaba yo una revista Cáñamo, donde había un artículo con una foto mía donde se explicaba nuestro caso, pudimos explicar quiénes éramos. La revista Cáñamo nos salvó la vida en ese momento, je, je.
¿Qué dijeron los otros reclusos cuando se enteraron de que ustedes eran miembros de una asociación de usuarios de cannabis?
Pues la verdad es que muchos estaban sorprendidos. Allí hay mucha gente por cultivos, por tenencia, por conducir bajo los efectos, por muchos delitos relacionados con cannabis, y nos decían que las asociaciones son legales. No acababan de entender por qué estábamos en prisión. Así que les tuvimos que explicar que sí es legal, pero que las asociaciones siguen perseguidas, acosadas, sin ninguna ley que nos ampare, con el culo al aire. En cualquier momento pueden intervenir un cultivo, a cualquier asociación. Siempre tendrás tú la presunción de culpabilidad, no la de inocencia, y tendrás que demostrar que no estás traficando.
¿Han hecho también terapia, entonces?
Mucha terapia, para nosotros y para los demás. La verdad es que, aunque preferiría no haberla pasado, sobre todo por mis hijos, es una experiencia increíble, enriquecedora para el crecimiento personal.
Supongo que en una situación de pandemia, la vida será aún más complicada dentro de la cárcel. ¿Cómo afecta allí dentro la covid-19?
Afecta totalmente, porque la mayoría de las actividades que se hacían antes se han parado. Los módulos están totalmente aislados unos de otros, hay que ir siempre con mascarilla, hay protocolos de confinamiento con los ingresos, cuando salíamos sólo los fines de semana teníamos que estar cinco días confinados porque no daba tiempo a hacer una prueba de PCR… Es un drama, la verdad. Pero, bueno, hemos tenido la suerte de estar en una prisión que está bastante bien acondicionada, en la que se trabaja mucho la reinserción y la ayuda para que el preso salga lo antes posible y pueda integrarse en la sociedad. En otras prisiones nos cuentan que la situación es mucho más compleja, con muchas peleas, muchos conflictos y muchas situaciones bastante denigrantes.
"He estado trabajando mucho a nivel político para agilizar los cambios legislativos necesarios para que la prohibición llegue a su fin"
¿Hay droga dentro de la prisión?
Sí. Te enteras y ves que sí que hay. Quien quiere conseguir algo, lo consigue. Somos conscientes de que entra droga de todo tipo.
La diputada de ERC Marta Rosique calificó su situación como la de un preso político. ¿Comparte esa visión?
Nosotros ya lo decíamos antes de entrar en prisión, que, a pesar de tener una condena por un delito contra la salud pública y asociación ilícita, nosotros hemos trabajado siempre la incidencia política, hemos llevado adelante proyectos como el de la ley catalana de asociaciones cannábicas, hemos estado al frente de la Federación Fedcac trabajando junto a Catfac y todo el movimiento asociativo, dando la cara y estando muy expuestos. Y eso ha tenido algo que ver en que nuestro caso haya llegado judicialmente tan rápido y tan lejos. Así que de alguna forma sí que podemos considerarnos presos políticos en ese sentido. No es el proceso de independencia, es el proceso cannábico de regulación el que nos ha llevado hasta aquí. Yo no me considero traficante. Yo he estado en la junta de una asociación llevando la dinamización social del club y trabajando mucho a nivel político para agilizar los cambios legislativos necesarios para que la prohibición llegue a su fin, porque es un sinsentido que está perjudicando más.
Varios presos del 'procés' cumplen condena en la misma cárcel que usted. ¿Ha coincidido con ellos?
Estamos saliendo de la prisión cada día a la misma hora con el tercer grado y hemos tenido charlas informales. Con quienes hemos tenido más contacto, sobre todo por carta, porque estamos en módulos diferentes, es con Jordi Cuixart y Raúl Romeva. Nos hemos intercambiado libros, dedicatorias, mostrando solidaridad cada uno por su caso.
Ya se han recogido más de 20.000 firmas apoyando la solicitud de su indulto, que fue presentada hace más de un año y sobre la cual aún no ha habido resolución. ¿Confía todavía en que pueda ser aprobado?
Aún no tenemos ni siquiera noticia de si lo han empezado a mirar, como sí parece que empezaron a ver el de los presos del procés. Tampoco hay un plazo estipulado, aunque nos habían dicho que era una media de un año o algo más. La esperanza nunca se pierde, pero la verdad es más el deseo de que ocurra que confiar en que suceda. Sabemos que dentro del Gobierno hay dos visiones muy distintas: una de Podemos, que tiene incluso preparada una ley de legalización integral del cannabis, y otra del PSOE, que está pidiendo informes científicos porque no tiene constancia de que el cannabis tenga utilidad medicinal. Así que respecto al indulto podría suceder lo mismo y, siendo el PSOE el grupo mayoritario, no esperamos que vaya a pronunciarse a favor, aunque confiamos que se les pueda encender una luz interna y hagan un gesto de cara a un proceso de debate.
Mientras usted estaba en prisión, la Comisión de Estupefacientes de la ONU, con el voto favorable de España, aprobó suavizar la fiscalización internacional del cannabis para facilitar su uso medicinal. ¿Qué le parece?
Me parece positivo. No sabemos la repercusión que puede tener, pero desde luego es ya un indicio de hacia dónde deben ir las cosas. En EEUU se está planteando un cambio a nivel federal, en Europa hay muchos países que han iniciado cambios legislativos, y la UE debería plantearse dar libertad a los estados miembros para hacer cambios. Pero también vemos que con el CBD se están poniendo todavía muchas pegas y no se avanza. Está costando bastante. No sé qué está pasando, pero no va a ser fácil.
España, sin embargo, aún no ha dado ningún paso tras la decisión de la ONU
En España, no sé por qué, desde Sanidad, desde el Gobierno, se sigue esperando que haya unas evidencias científicas que, sin embargo, sí las consideran ya buenas para dar licencias a multinacionales que vienen aquí a cultivar. Yo no lo acabo de entender.
"Es indigno que mucha gente no pueda acceder a sus terapias porque sigue vigente esta prohibición"
Cuando ERC lo calificó a usted como preso político también anunció la presentación de un proyecto de regulación del cannabis ante la falta de avances del Gobierno en este campo
El partido Navarra RCN-NOK está moviendo una iniciativa política para la que hace falta 15 diputados del Congreso para presentar una propuesta de ley y nosotros hemos participado para que puedan conseguirlo. Es otra de las acciones que queremos promover para seguir intentándolo al menos, para poder avanzar de manera constructiva hacia esos cambios que tanto anhelamos.
En otros países, mientras tanto, siguen dando pasos, como México, que está a punto de legalizar el uso recreativo del cannabis, o Marruecos, que ha aprobado un proyecto de ley para su producción medicinal
Pues yo considero que como aquí la clase política no toma la iniciativa para avanzar, tendremos que ser desde la sociedad civil los que empujemos para ver si se dan cuenta de que el delito contra la salud pública es mantener una prohibición que no beneficia más que a los que trafican, al mercado negro, cuando es algo que podría beneficiar a toda la sociedad, no sólo a los usuarios o la industria, con puestos de trabajo, pago de impuestos. Desde el punto de vista sanitario, es indigno que mucha gente no pueda acceder a sus terapias porque sigue vigente esta prohibición. A ver si espabilamos, porque la sociedad avanza y las leyes se quedan atrás.
También durante su estancia en prisión, el Tribunal Supremo dictó dos sentencias en las que rechazó la competencia del Ayuntamiento de Barcelona para regular el funcionamiento de las asociaciones de cannabis en la ciudad con más clubes de España. ¿Cómo lo valora?
Es otra muestra de por dónde va la judicatura y por dónde va la sociedad. El poder judicial siempre se ha caracterizado por tener un perfil muy conservador, mientras los partidos mayoritarios no se ponen de acuerdo para renovarlo. Y ese bloqueo está propiciando que unos jueces ultraconservadores estén tumbando los cambios que hace la sociedad civil. Eso va totalmente en contra de la evolución social y humana. Y no puede seguir así. O se cambian a esas élites judiciales o vamos para atrás. Es un sinsentido. ¿Qué van a hacer? ¿Cerrar todas las asociaciones de golpe y que sean los vendedores de la calle, los traficantes, los que controlen el consumo de los usuarios sin ningún interés en la salud o si son menores?
Desde que está en prisión, ¿ha variado algo su percepción sobre la regulación del cannabis?
Me ha fortalecido más en esa convicción. Me ha hecho reflexionar que sería deseable que nadie más tuviera que pasar por ese trance. Y me gustaría que ojalá pudiéramos hacer algo aquí como lo que están haciendo con un proyecto en California para cultivar en la prisión una marihuana de alta calidad para vender a los dispensarios legalizados. Pero estamos muy lejos. Aquí éramos pioneros y estábamos en la avanzadilla con un movimiento asociativo que ha sido imitado por muchos países y que ahora se nos ha intentado pisotear, estigmatizar y criminalizar de una manera injusta.
¿El movimiento asociativo está ahora fuerte en España?
Yo estoy fuerte y espero que el movimiento asociativo, también. Pero está acojonado, por otro lado, porque la deriva judicial está tomando unos derroteros que está dejando a mucha gente condenada, a punto de entrar en prisión, investigada, pendiente de juicio. Así que si no está fuerte, tiene que estarlo para revertir la situación. Si no, nos van a comer, con esta tendencia ultraconservadora que se nos viene encima.
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