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Se mantiene casi en todo momento en la banda, en la línea que separa ambos lados de la cancha. Con los brazos cruzados, detiene contínuamente el entrenamiento del Montakit Fuenlabrada en el pabellón Fernando Martín para corregir errores a sus pupilos. Entre un español aún con acento croata e inglés, Zan Tabak (Split, 1970) les recuerda cómo les ha enseñado a hacer esta o aquella jugada y vuelven a repetir, una y otra vez. Después, el croata, sus 2,13 metros, sus enormes manos y su voz grave se acercan y es todo simpatía. Desliza respuestas a incógnitas sobre la formación de la mítica Jugoplastika, la Guerra de los Balcanes que le estalló en la cara, su anillo de la NBA -fue uno de los europeos pioneros en EEUU- y otras cuestiones de sus treinta años de carrera. Este fin de semana debuta en casa contra el Manresa como técnico del equipo del sur de la capital tras dos campañas como asistente en el Madrid.
-Ha pasado de tenerlo todo en el Madrid a estar más limitado en Fuenlabrada. ¿Cómo lidia con ese cambio tan drástico?
Yo siempre digo que el Madrid fue mi primer club en España y que siempre será mi casa. Sé que siempre seré bienvenido. Pero, para mí, venir al Fuenlabrada es un paso adelante, no uno atrás, porque aquí soy primer entrenador. He pasado casi diez años preparándome para esto. Ser asistente es bonito, pero no es mi objetivo en el baloncesto.
En cuanto a las limitaciones, después del Madrid estuve en Girona y más tarde estuve entrenando cuatro meses en Polonia, un país distinto. Desde los 22 años, vivo con una maleta en la mano, así que esto no me afecta. Durante años desarrollé una capacidad suficiente para poder adaptarme a cualquier circunstancia.
-¿Qué tal las primeras semanas con el equipo?
Bien. Tenemos los dolores y molestias habituales de la pretemporada. Hay muchos jugadores nuevos y todos están tratando de acoplarse. Todo eso nos ha condicionado el ritmo de trabajo y de competición.
Me siento muy contento aquí. Dentro de los límites del club, me ha dado casi todo lo que he pedido. Todos los jugadores de la plantilla tienen el perfil que yo quería. Así que, dentro de los límites, no se puede pedir más.
-Remontándonos a sus orígenes, antes de comenzar en serio en el baloncesto, practicaba muchos deportes.
Por entonces, el comunismo creía que el valor de una persona estaba en la educación y en un buen espíritu. Y el buen espíritu está dentro del buen cuerpo. En esa época, la educación y todos los deportes eran libres para todo el mundo, una política que a mí me parece muy buena. Entonces, yo empecé en natación, después me pasé al voleibol, vela, waterpolo, balonmano… No era sólo yo, sino todos los niños. Todos los del barrio se juntaban y decían: ‘Vamos a intentar que nos dejen entrar en el fútbol o en cualquier otro deporte’. Y allí íbamos todos. Al principio, te dejaban entrar en todos. Pero luego buscaban una alta competitividad, por lo que unos se quedaban y otros no.
-Le gustaba mucho el balonmano. Pero su padre le dice que no vale para eso y es entonces cuando se dedica más de lleno al baloncesto.
Yo siempre era más alto que otros (con 14 años medía 1,97 y superaba en mucho a los demás) y resultó que tenía un primo que jugaba en la Jugoplastika. Entonces, mi padre me dijo: ‘¿Por qué no te vas con él y que te meta en el equipo?’. Así fue cómo llegué y comencé en la Jugoplastika.
-¿Cómo recuerda esos comienzos?
"En Yugoslavia había un sistema excelente de reclutamiento, entrenamiento y control de los jugadores. Estábamos tres pasos por delante de todos"
Yo siempre tuve una buena base deportiva, pero el baloncesto era un deporte totalmente distinto. En aquella generación, la mayoría estaba uno o dos años por delante de mí en cuanto a conocimientos de baloncesto.
Mi recuerdo es muy bueno. Durante los primeros años de los jóvenes en un deporte, lo más importante es el entorno que el deporte en sí mismo porque, al principio, tú no te enamoras de un deporte sino que te fijas en el entorno. Si te acoplas bien o no con los niños que están a tu alrededor y con los entrenadores.
-¿Cómo explica la formación de ese equipazo y de esa generación? ¿Tiene una explicación?
Hay varias razones. La primera es algo que aún existe: el talento para los deportes con pelota que existe en la Costa Adriática de Croacia. Luego, tenemos el sistema de la antigua Yugoslavia, que invirtió en muchos deportes y los promocionó porque lo veía como una herramienta para demostrar a los países que estaban fuera de la órbita de la URSS que podían competir con ellos.
Había un sistema excelente de reclutamiento, entrenamiento y control de los jugadores. Unido a la metodología de entrenamientos, estábamos tres pasos por delante de todos.
Por otro lado, para ser bueno en deportes de equipo debes tener una buena Liga, y, en aquella época, la yugoslava era la mejor de toda Europa porque los jugadores no podían dejar el país hasta los 28 años. Yo fui parte de la primera generación que después de la llegada de la democracia, tras la ruptura de Yugoslavia, pudo salir antes de tener los 28. Ésta es la razón por la que Croacia ahora no es buena en deportes de equipo.
-¿Cómo recuerda esa época deportiva y personalmente?
Muy bien. Marcó mi vida porque aprendí algo de lo que puedo vivir y porque consiguió que me enamorara del baloncesto. Además, conocí a mi mujer, con la que todavía comparto mi vida.
-"Nunca he visto a un jugador dominar en Europa como Kukoc aquel año” dijo refiriéndose al año de la tercera Copa de Europa, en 1991.
Sí, sí, así es. Yo jamás he visto a un jugador dominar y hacer las cosas que hizo él cuando ganamos ese título. También es verdad que en aquella época era muy raro que hubiera europeos jugando en la NBA. Los mejores solían estar aquí en Europa.
También es verdad que ahora mismo tú no ves a Pau o a Marc Gasol jugando todos los días aquí. Están en otro lado y, por tanto, es muy difícil juzgar.
-¿Cómo era jugar con Kukoc?
En principio, difícil. Debías tener siempre los ojos bien abiertos para que no te diera con la pelota en la cabeza [risas]. Él pasaba el balón muy bien y, a veces, por sorpresa. Al principio costaba mucho, pero cuando entendías cómo jugaba podías aprovecharte de su calidad.
¿Con cuántos diría que has jugado o visto de su mismo nivel?
He tenido la suerte de que durante mi carrera he coincidido con muchos jugadores que han marcado una época. En Europa, con Kukoc, Radja, Petrovic… No quiero olvidarme de ninguno porque se va a enfadar. Esos tres, a nivel mundial, marcaron diferencias. Después, jugué con Djordjevic, Antonello Riva, Dino Meneghin, Reggie Miller u Olajuwon.
-La Guerra de los Balcanes parte, no sólo al país, sino también a la Jugoplastika y a la selección.
Se puede ver desde el punto de vista deportivo, que es negativo porque se partió todo. Pero desde el punto de vista político, llegó una nueva era democrática, de libertad, en la que Croacia pasó a ser un país independiente y podía decidir por su cuenta sobre sus asuntos. Y esto es algo positivo. La gente siempre se fija en la parte deportiva. Y sí, es negativa. Pero, por otro lado, se han logrado otras cosas que son más importantes.
-¿Cómo se llega a una situación así?
La Guerra de los Balcanes: "La gente siempre se fija en la parte deportiva. Y sí, es negativa. Pero, desde el punto de vista político, se han logrado otras cosas que son más importantes"
Es fácil: una parte quiere ser independiente y otra parte no quiere que lo sea. Un país decide irse por un camino y otro país, con más fuerza en ese momento, piensa que no es una decisión adecuada.
-Cuando estalla, le pilla allí.
Sí, sí. El año 1991 fue mi última temporada allí, en la Jugoplastika y, como por la guerra no podíamos jugar en nuestra ciudad, disputamos todos nuestros partidos como locales en A Coruña. Fue el año más difícil de mi carrera y de mi vida, porque intentaba competir, cumplir con mi deber como jugador y al mismo tiempo cumplir con mi deber como croata. En esa época, había muy poca gente que podía promocionar una Croacia independiente como nosotros, los deportistas. Éramos de los pocos que nos encontrábamos fuera del país, y por tanto fuera de la guerra, y podíamos hacer esa labor.
Cumplir con esos cometidos, y a la vez tener que escuchar cómo te llama desde allí tu familia, que está metida en un agujero porque están tirando bombas o viendo en la tele cómo matan gente, es muy muy difícil.
-En ese estado, estar concentrado para jugar un partido sería muy complicado.
Sí, pero igual que había gente en Croacia que, dentro de la guerra, cumplía con su trabajo porque el país debía seguir adelante. Cada uno dentro de nuestra sociedad cumplía su rol. La guerra se hizo para que Croacia pudiera tener una vida mejor, así que la vida no se podía parar.
-Hubo deportistas yugoslavos jugando fuera que acudieron a sacar a sus familias de la guerra. ¿Usted se lo planteó?
No. Mi mujer, en particular, estuvo sólo un año allí, y después se vino conmigo a Livorno, donde comencé a jugar. Pero mi familia… mi hermano, mi padre, la familia de mi mujer, todos estaban allí durante la guerra. También es necesario decir que la guerra sólo pasó por Split uno o dos días, aunque sí que hubo mucha gente de Split se fue a luchar y a defender Croacia en otras zonas lejanas.
-¿Es un conflicto generacionalmente superado? ¿Cuántas generaciones cree que hacen falta para ello?
"Las personas tenemos que ser más humanas y pensar más en la convivencia que en la guerra y en conflictos"
Es muy difícil, en esta zona siempre se han producido conflictos. Creo que los seres humanos necesitamos aprender; tenemos que ser más tolerantes y aprender de los fallos del pasado. Las personas tenemos que ser más humanas y pensar más en la convivencia que en la guerra y en conflictos.
-La amarga ruptura de Divac y Petrovic. ¿Cómo lo recuerda?
Son dos jugadores mayores que yo. [Piensa unos segundos] Los conocía como compañeros en la cancha, pero no eran de mi generación. Yo soy de la generación de Danilovic, Komazec y de otros jugadores a lo que conozco bien. Pero yo jamás jugué para la selección senior de Yugoslavia, por el estallido de la guerra. Entonces, ¿qué tipo de relación o de conflicto tuvieron? Lo desconozco, no puedo hablar. Puedo hablar de las cosas que la gente decía, pero, como yo no estaba presente, no quiero comentarlas. Son sólo especulaciones, películas, libros, entrevistas… Es algo que no me gusta.
-Tras la guerra y un par de años en Italia, por fin da el salto a la NBA.
Yo no creo que sea un por fin. Me parece que me fui demasiado pronto [risas]. Es fácil decirlo después de veinte años, pero, si pudiera volver atrás, me quedaría un año más en Europa. Me fui a la NBA, principalmente, porque pensé que sería un paso adelante y que podría mejorar como jugador. Y también porque otros que eran mejores que yo, como Drazen [Petrovic], Kukoc, Radja o Divac, ya habían hecho este camino.
-Sin embargo, reniega de alguna manera del anillo que ganó con los Rockets en 1995, el primer año, por su escasa presencia en el equipo.
"'Eres bueno, tienes mucho talento, pero debes aprender a hacer las cosas a nuestra manera', nos decían a los europeos en la NBA"
No es que reniegue ni que no lo sienta mío, pero hay otros momentos de mi carrera mejores. Es algo normal y también sucede en nuestro equipo. Cuando ganamos un partido, se siente más implicado el que está participando y juega minutos que el último jugador del banquillo. Sí me sentía importante en cuanto a la experiencia, en cuanto a tener la oportunidad de algo único, pero hubo otros momentos en mi carrera en los que participé más que los siento más míos que éste.
-¿Puede hablar con orgullo, entonces, de haber conseguido aquel anillo?
¡Claro! Es una cosa positiva. No robamos nada ni matamos a nadie. Sólo el hecho de que fui el segundo europeo en lograrlo, te dice lo importante que es. Pero yo no te estoy hablando de emociones, sino sólo deportivamente.
-En aquella época, los europeos, los extranjeros lo tenían más complicado que ahora.
Aquella era no tiene nada que ver con la actual. Entonces, en EEUU, a un jugador europeo le miraban y le decían: ‘Eres bueno, tienes mucho talento, pero debes aprender a hacer las cosas a nuestra manera’. Ese era el mensaje. Y ahora éste ya no es el caso. Imagina cómo me podía sentir yo si a gente como Drazen, Kukok, Radja o Fernando Martín, que eran mejores que yo y habían marcado una época en Europa, les juzgaban y no jugaban.
-En Houston coincide con el mito Olajuwon.
Hablar de Hakeem como jugador no tiene ningún sentido porque es una historia ya escrita. Puedo hablar de él como persona. Fue una de las personas de las que más aprendí de baloncesto. Era un tío con paciencia y tacto para enseñar. Una persona que no hablaba mucho pero tenía muchísima autoridad; cuando hablaba, escuchaban todos. Sólo puedo decir cosas positivas de él.
-¿Cómo recuerda la final de los Juegos de 1992 contra el Dream Team?
Fue la primera vez que el Dream Team original, con los mejores jugadores del mundo, se encontraba con el resto. Aquella época (los ochenta y principios de los 90) es la época dorada de la NBA. De los cincuenta mejores de la historia anunciados por la NBA, la mayoría son de este periodo. Por tanto, tuve la suerte de coincidir en el tiempo y jugar contra los mejores del mundo.
-De sus treinta años de carrera en el baloncesto, ¿con qué momentos o experiencias se queda?
"Yo siempre me he considerado más ser humano que jugador, así que los que más me han marcado son , mis padres y amigos míos, no gente que mete cuarenta puntos una noche"
Soy muy malo para las anécdotas y para escoger momentos [risas]. Me han ofrecido hasta dos veces escribir un libro sobre eso y no quise, porque me parece que no soy la persona adecuada (creo que hay otras mucho más importantes en este deporte) y porque creo que soy muy malo contando.
-¿Qué época recuerda como la más feliz, en la que más disfrutó?
Entre los 18 y los veinte años, porque es puro. No hay nada más que el baloncesto. No hay distracciones, es puro baloncesto.
-¿Quién o quiénes fueron los mejores jugadores o entrenadores, los que pasaron por su carrera y más le marcaron?
[Duda un buen rato]. Yo siempre me he considerado más ser humano que jugador de baloncesto, así que los que más me han marcado son amigos míos. Gente que no me ha marcado por una canasta o por meter treinta puntos en un partido. He compartido vestuarios con muchas estrellas y ya nada me sorprende, ni un tío que hace cuarenta puntos en una noche. A mí me sorprende, me llegan las cosas que, fuera del baloncesto, hacen los deportistas que demuestran que son seres humanos, que son buenas personas. Por eso, los que más me llegan son los que son mis amigos en este deporte.
-Fuera de la cancha y de amistades personales, ¿hay alguna personalidad de la cultura, política, ciencia, etc que le haya influenciado?
Los que me han marcado para toda la vida son mi padre y mi madre, porque me enseñaron unas buenas bases para que yo construyera por encima cuando salí de casa. Si me hubieran enseñado unas malas bases, todo lo que hubiera construido después se hubiera caído.
-¿Hay algo que le quedara por hacer o que debió de hacer de otra manera?
Hay muchas cosas que debí de hacer de manera distinta. Pero, como decía antes, sería muy fácil decirlo veinte años después. Pero, tras tanto tiempo, he aprendido a no mirar atrás, porque si miras atrás, no te mueves adelante.
-No sé si es alguien que piensa en el futuro. ¿Dónde se ve en unos años? ¿Qué le gustaría hacer?
Cuando hice mi última pretemporada como jugador dije: ‘Una vez que deje esta cancha, no la vuelvo a pisar ni muerto’. Han pasado diez años y ahora estoy aquí entrenando. ¿Qué haré el año próximo? No tengo ni idea. Pero no me gustaría seguir entrenando con setenta años, por ejemplo. No soy de esos. Quisiera seguir vinculado al baloncesto, pero el trabajo de primer entrenador desgasta mucho. Veo a los que con esa edad aún son entrenadores y… no, no me gustaría. Quizás sí entrenar a niños o dedicarme a algo relacionado, pero no de primer entrenador a este nivel.
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