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Álvarez no lo arregla

El Villarreal golea con demasiada facilidad a un Sevilla sin fuerza ni argumentos

SALVA TORRES

Villarreal y Sevilla se citaron en El Madrigal en números rojos, muy por debajo de sus posibilidades. Y salió reluciente el conjunto amarillo, que goleó con el mejor fútbol de toda la temporada. Jugó al toque, al estilo Pellegrini, y dejó al Sevilla con la mala sombra que traía. Garrido acertó sacando toda su artillería. Nilmar, Rossi y Llorente, los tres juntos por primera vez en El Madrigal, desarbolaron la defensa sevillista que sufrió un calvario. El arranque del Villarreal recordó a sus mejores tiempos. Toque, desmarque y pegada. Todo ello coincidiendo con la mejor versión de Rossi, desaparecido en combate esta temporada, y la elegancia de Nilmar. A ellos se sumó Llorente.

Para que esa artillería explotara fue necesario igualmente recuperar el estilo de juego marca registrada del conjunto amarillo. Con las líneas muy pegadas, al tiempo que elásticas a base de tocar y soltar, el Villarreal pasó por encima del Sevilla, con su recién estrenado técnico Antonio Álvarez sufriendo en el caliente banquillo dejado por Jiménez y que Luis Aragonés rechazó.

El conjunto arlequinado anduvo descompuesto, como alma en pena. Apenas Luis Fabiano inquietó a la defensa castellonense, donde el joven Musacchio se va haciendo un hueco.

Cuando el Sevilla se quiso enterar ya llevaba a cuestas dos goles. El primero lo firmó Rossi, que abrió en el medio campo a Nilmar para que éste le pasara y el italiano abriera el marcador. La jugada fue toda una premonición, porque luego se sucedieron otras igualmente ligadas al primer toque, dando lugar a una salsa amarilla de gustoso paladar. El mejor plato, sin duda, de esta temporada. Llorente se sumó al festín rematando de cabeza un centro de Nilmar desde la banda derecha. Un centro inglés que el vasco empujó a espaldas de Palop, vendido como toda la retaguardia sevillista.

Los dos equipos entraron al partido con el paso del cangrejo. Pero el Villarreal dio un golpe de autoridad en la primera parte, al que asistió sumiso el Sevilla, y dejó el encuentro sentenciado. Sentenciado por la ventaja de los dos goles, pero sobre todo por las sensaciones transmitidas. Luis Fabiano pudo recortar nada más comenzar la segunda mitad. Se quedó solo ante Diego López, pero estrelló el balón contra el cuerpo del guardameta.

Aunque el Sevilla, con Kanouté por el gris Negredo, asumió el control del juego, la retaguardia amarilla se mostró sólida. Esta seguridad defensiva también fue una novedad, porque lo mismo que los castellonenses gozan de fuerte pegada, suelen despistarse atrás. Pero ni el Sevilla terminó de asustar, ni los amarillos perdieron el fulgor inicial. El Villarreal, una vez cogida su presa, no dio muestras de querer soltarla. Terminó como empezó, trenzando con fuste y dejando una estela de equipo que va hacia arriba. Pires adornó al final la goleada. El Sevilla, en procesión.

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