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El Almería remonta a la contra

Gana 1-2 al Hércules

ÁNGEL GARCÍA

 

Oltra necesitaba sentirse entrenador, aunque fuera desde la grada. Sin excusarse, a falta de fútbol, al menos le quedó el resultado y sentirse protagonista de la fiesta que aún queda por abajo. Los goles justificaron su decisión de matar aún siendo moribundo. La invitación que le dieron obligaba a comparecer. Jugar con la cuerda ajustada al cuello supone respirar a borbotones, asistidos por la impaciencia.

El Almería aceptó el reto del Hércules y ambos asumieron su contagio con más dolor que juego, con interrogantes en un césped que no ofreció respuestas. Pese a sostenerse a impulsos, sobrevivieron. Y eso que los alicantinos tampoco están para dispendios. No les salen las cuentas desde que Drenthe se autodespidió. Que Valdez llame a la puerta es la última carta que les queda sobre la mesa. Incapaz de más, su espesura les mutila en cuanto sospechan que pueden crear peligro. Es más un problema de cabeza que de botas. Hasta Trezeguet camina en las tinieblas. Se le llama, pero comunica.

Por fortuna para ellos, estaba enfrente el colista que sólo despertó tras marcar Abraham Paz. Y lo hizo siguiendo el dictado de las contras. En dos minutos los almerienses voltearon el marcador con dos bofetadas de los que dejan herida. Esteban, sin apósitos, enmudeció ante el apagón de los suyos que, desde ayer, viven en puestos de descenso.

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