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MADRID.- La muerte es un tema tabú. Lo es aquí, en España y más en Estados Unidos. Pese a ser inevitable, y la única verdad incuestionable que conocemos, solemos esquivar la conversación cuando se presenta para no tener que enfrentarnos a una verdad angustiosa: todo tiene su fin. Lo más normal, si la fatalidad no se presenta, es que vivamos plenamente hasta morir de viejos. Pero a veces la vida es traicionera, y ocurren desgracias como el fallecimiento prematuro de un marido o un hijo.
La escritora norteamericana Joan Didion padeció las dos, y en muy poco margen de tiempo. Un día, su hija, Quintana Dunne, sufrió lo que en un principio se pensó que era una gripe y finalmente se reveló como una infección cerebral que la mantuvo en coma varios meses. El mismo día que ingresó en un hospital de Nueva York, John Gregory Dunne, marido de Didion y también escritor, cayó fulminado de un ataque al corazón. Ocurrió cuando el matrimonio se disponía a cenar. Fue la necesidad de comprender la irracionalidad de esta tragedia la que la llevó a escribir El año del pensamiento mágico, un libro autobiográfico que trata de explicar la experiencia que vivió tras la muerte de su cónyuge y la enfermedad de su hija. Escrita en 2005, fue Premio Nacional de Estados Unidos a la mejor obra de no ficción.
"Fue la necesidad de comprender la irracionalidad de esta tragedia la que la llevó a escribir esta obra"
Pocos meses después de fallecer el escritor, Dunne, la hija de ambos, despertó del coma. Didion había decidido posponer el funeral, para que en un futuro esta pudiera despedirse de su padre. Tras la ceremonia, durante el regreso a su residencia habitual, en California, sufrió una neumonía pulmonar que acabó con su vida pocos meses después. Falleció con 39 años. A las pocas semanas de esta nueva tragedia la escritora decidió aceptar una oferta para llevar su libro a los escenarios. Bajo la dirección de David Hare, la actriz Vanessa Redgrave hizo de Didion en un monólogo marcado por el dolor y la necesidad de empatizar con los asistentes.
El estreno fue el 29 de marzo de 2007 en el Booth Theatre de Broadway. A La obra se le añadió un final diferente al del libro, que incluía la enfermedad de la hija, pero no hablaba de su muerte. Un año después, estrenaron en Londres, en el National Theatre. Entre los asistentes se encontraba Juan Pastor, director de teatro y dueño de la sala La Guindalera. “Había leído el libro, antes de la adaptación y me interesó mucho como estaba escrito. Me enteré que habían hecho una versión y que estrenaban en Londres, así que fui a ver el estreno. Cuando salí me dije que tenía que llevarlo a Madrid. La idea la metí en el cajón hasta que tuve la ocasión de montarla”.
Hoy, en la sala Margarita Xirgu del teatro Español se estrena la obra, con el papel de Didion interpretado por la veterana actriz Jeannine Mestre. “Es un reto, porque nunca había hecho un monólogo, además he estado magníficamente acompañada de Juan Pastor, con el que he trabajado durante tres meses. Es un texto tremendamente interesante por lo que trata y por cómo lo trata”, asegura la intérprete. La obra estará en cartel hasta el 14 de junio. Luego, el director no descarta que se represente en su sala, La guindalera.
“Dicen que cuando muere una persona cercana uno vuelve a pensar en la vida"
Pese a que la función trata el tema de la muerte no recurre a ella como eje principal. Habla más de los que se quedan que de los que se han ido. Un día, te sientas a cenar y la vida se altera. “Hay una actitud mental que tiene que ver con esto que llamamos pensamiento mágico. Uno cree que tiene poder para cambiar el devenir de los acontecimientos. Este pensamiento está en todas las religiones”, explica Pastor. La lógica de lo incontrolable, en definitiva, es un vago intento del ser humano por ser dueño de su destino.
“Dicen que cuando muere una persona cercana uno vuelve a pensar en la vida. Conceptos que tienes muy claros como la enfermedad, la frontera entre locura y cordura o el sin sentido de esta nos relata algo personal pero que transciende a todos nosotros”, reflexiona el director sobre la obra, y esa verdad incómoda que es inevitable para todos. Es por ello que en la función la intérprete trata de encontrar la complicidad con el público.
Al final, cada uno se enfrenta a la muerte como puede. Algunos con la naturalidad que el tiempo marca. En ocasiones, cuando esta se precipita, con más paciencia y una profunda necesidad de encontrar respuestas. Para Didion, escribir El año del pensamiento mágico fue su manera de salvarse de la locura.
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