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MÁLAGA.— Tiene un currículum de vértigo. Lo suyo ha sido una carrera de fondo, donde empezó paso a paso como actor para, sin dejar de serlo, alcanzar el reconocimiento como director de teatro. Un trozo invisible de este mundo, Continuidad en los parques o Tempestad hablan por sí solas del trabajo de Sergio Peris-Mencheta.
Es un creador de cultura, un transformador de la sociedad, un cuestionador de los principios que guían al mundo. Viene al Festival de Málaga de Cine Español para presentar Los Comensales. Una pausa entre tanta prisa, donde se rodea de sus compañeros Silvia Abascal, Juan Diego Botto, Denise Despeyroux y Quique Fernández para hablar sus miedos e ilusiones.
En esa mesa de Los Comensales los actores mostráis vuestros miedos, recuerdos, ilusiones… ¿Qué se muestra ahí?
Mi conclusión es que muestra todo lo que pasa, cuando no pasa nada. Es decir, lo que ocurre cuando le quitas toda la parafernalia, los tiros, los abrazos, la tensión sexual, el protagonista, el antagonista… y sólo queda el texto. Y ni siquiera dentro del texto hay un propósito de transcender… No. Es sólo hablar.
Sin pretensiones.
Ninguna. Ni siquiera la de venir a este festival… ni la menor intención. Queríamos probar qué pasa si se juntan unos amigos que se dedican a esto, que además no sólo se dedican a la actuación, hombre y mujeres, emigrantes y no… Y personas que tenemos un concepto parecido de las cosas. No se crea un debate. En la película hablamos con total intimidad, con la cámara lejos…
¿Qué sensación le produjo cuando se terminó?
Fue la sensación de qué poco hace falta para crear algo. Y me interesó mucho por ver algo tan mío. Yo soy muy crítico cuando veo algo mío y me digo… ¡Por favor! Pero en este caso, me dije… ¡Soy yo! Es Sergio Peris-Mencheta haciendo de Peris-Mencheta, y Botto de Botto, y Abascal de Abascal. Es como verte de repente por el agujero de una cerradura.
¿Se vio demasiado expuesto?
En algún momento sí. No sé si demasiado. Pero expuesto de una manera que me gusta verme, que tiene que ver con el amor. No expuesto en algo más vicioso o más oscuro. Lo que estoy exponiendo no lo expongo habitualmente, porque tenemos una educación que nos impide mostrarnos amorosos.
¿Por pudor o porque suena demasiado cursi?
Cursi o porque el amor muchas veces se confunde con el dolor. Cuando se va un ser querido no se llora por dolor, se llora por amor a ese ser. Es esta cosa de mostrarse en el amor más profundo. Cuando tienes un guión no lo haces. En una entrevista con una cámara, tampoco… Es que en Los Comensales no hubo ni preparación ni una meta o presión por conseguir algo, sólo hablar del teatro. Lo único que había cerrado era que yo proponía dirigir una obra que había escrito Denis, pero luego ni hablamos de ella.
Era la excusa.
Eso es. Y además, juntas a dos argentinos y a una uruguaya y yo que hablo por los codos y Silvia igual… conversación iba a haber (se ríe). Los cinco somos parlanchines, así que hacia delante.
Si leo su currículum, suma bastantes proyectos de calidad en los últimos años. ¿Se sentía poco valorado hasta ahora?
Es curioso porque, desde dentro, creo que el asunto está en no buscar el reconocimiento, sino en disfrutar con lo que haces. Yo he sido muy infeliz como actor durante una etapa de mi vida, hasta que me di cuenta de que lo era porque yo no me permitía dedicarme a lo creativo.
Primero… En este país los actores son interpretes y aquí actuar es así, actuar; pero no se llama jugar a actuar, que sí ocurre en alemán, en inglés, en japonés, en ruso… Punto dos. Los actores son claramente ese tipo que se pone delante de la cámara o de un público a decir un texto que ha escrito otro, a través de los ojos de un tercero y ya está. Y la calidad de su trabajo muchas veces depende del oficio que tiene para adaptarse a todas las circunstancias que le rodean: iluminado con la luz que ha seleccionado otro, con el sonido que está haciendo otro y el montaje lo va a hacer otro… Yo veía mis trabajos, y más que la caña que uno se mete, me decía… "Es que esto no me ha hecho feliz".
¿Y el cambio cuándo ocurre?
"Si el teatro no habla de lo que pasa, no me interesa"
El clic creo que ocurre hace cinco años, en una película que hice en Galicia, llamada 18 comidas, una peli que pasó desapercibida por desgracia, hecha en base a improvisaciones. Estuve una hora y media improvisando con el personaje que interpretaba. Víctor Clavijo era mi pareja, y venía su hermano, que era súper de derechas y que no podría asumir que su hermano era homosexual y yo tenía que fingir esa relación. Estuvimos hora y media sin cortar. Lo que pasó ahí fue lo que hizo darme cuenta que me dedicaba a ser actor por esto, por involucrarme en el proceso creativo. Y si no estoy involucrado en el proceso creativo, no existo. Cuando veo proyectos y películas que hago, y sigo haciendo porque tengo que pagar la hipoteca, y no veo ninguna implicación en el proceso o tengo un margen pequeño… es muy probable que no esté bien, que no sea interesante, que esté exagerado, que caiga mal o que no sea reconocido. Cuando decido que formo parte del proceso creativo y me pongo a dirigir, que es el paso que tenía que dar, mi actor se coloca en otro sitio. Estoy más relajado.
En 2011, en plena crisis, crea la productora Barco Pirata. ¿Fue una manera de decir: estamos aquí?
Sí, por eso se llama así.
¿Pero pensó en irse en algún momento de España?
Yo sólo he pensado irme de España si Mariano Rajoy gana las elecciones. Es la única razón por la que me lo podía plantear. Decir… hostias, no pueden ser otros cuatro años.
¿Pero sólo si está Rajoy o también si sale el Partido Popular?
Fíjate… Soy claramente de izquierdas, pero tengo amigos de derechas y entiendo a mi conservador interior. Yo creo que si Rajoy ubicara a su Pablo Iglesias interior, y Pablo Iglesias a su Rajoy interior, que todos los tenemos, iría mejor. Yo estoy viendo gente joven en el PP que, insisto… Yo que soy gente de izquierdas y que no estoy de acuerdo con lo que dicen, pero hostias… es otra cosa. Sería una gran desilusión si se repitiesen estos cuatro años.
Ahí si se lo replantearía.
Sí, y de hecho tengo un pie en Estados Unidos, pero por una cuestión de supervivencia. Sé que si no me voy para allá, no voy a currar. Además, cuando uno se posiciona, deja de trabajar.
"Si no estoy involucrado en el proceso creativo, no existo"
¿Se ha sentido vetado o apartado?
Sí. Por ejemplo, hay programas de televisión a los que no he ido nunca y sé de buena tinta que es porque soy… un poco polémico. Y, realmente, soy un poco polémico desde hace poco, prácticamente desde que conozco a Botto.
Esa llamada al ministro Wert en los premios Max.
Por ejemplo. Fue hacer lo del premio Max y mi asesor fiscal me dijo: "Este año te va a caer una inspección de Hacienda". Y dije… "¡Anda ya! Nunca en mi vida me la iban a hacer". ¡Y, al final, tal cual! Ese año me cayó una inspección de Hacienda y creo que me ha caído una cada año, desde entonces.
Bueno, en los Papeles de Panamá no aparece.
No, no eso sí que no. Estoy en otros papeles. Y en esos papeles uno siempre siente que tienes puertas cerradas. Mucha gente no sabe diferenciar entre tu faceta artística y la personal. Yo he interpretado ídolos o iconos de gente de derechas. He interpretado a César Borgia, el Gran Capitán, El Cid Campeador, al Capitán Trueno… Y cuando yo a veces digo cosas en Twitter, no miro quiénes son mis followers pero sí recibo feedback de ellos, y que me dicen "pues te dejo de seguir por esto que has dicho". Y es gente con el escudo del Real Madrid. ¡Y yo soy del Real Madrid! Hay una esquizofrenia completa, y no hay que mezclar las churras con las merinas.
Quizás porque no todo el mundo es consciente de lo que cuesta crear cultura. ¿Algunos de sus obstáculos?
Los ayuntamientos pagan tarde, por lo que estás jodido mientras. En ese tiempo cubres tú hasta que te pagan. No te cubren el crédito que has tenido que pedir para poder pagar, porque nosotros pagamos a los actores y técnicos el día de la función. Y luego, el ayuntamiento abona dentro de tres meses, o seis, un año o incluso hubo uno de dos años. Pero parece que eso se admite como parte de la estructura. Somos una productora que no podemos tener más que un proyecto anual porque si no, no se sostiene. Por otro lado, te puedes encontrar con gente que te abre las puertas, pero luego te deja sin proyecto. Que esa es otra.
Y después de crear un proyecto se encuentran con un panorama donde hay gente que, en una situación precaria, no puede acceder a la cultura y; por otro, hay un sector institucional que desprestigia su trabajo.
Es que es así. La que se supone que tiene el nivel adquisitivo para ir al teatro, odia a todo lo que huele a artista. Yo creo que también son un poco clichés que nos hemos creado. Tengo la sensación de que todo el mundo, para empezar, puede pagar una entrada de cine o teatro, pero uno tiene sus prioridades. Es más una cuestión cultural que de bandos. La sociedad y la cultura no tienen un entramado que las una. Yo me siento en una terraza aquí, y en una conversación hablan de fútbol o política. Pero te sientas en una mesa en París, pueden hablar de Heidegger o Schopenhauer, o la última peli o una exposición… forma parte del tejido social. Lo otro es política, porque se crea a partir de identidades, y eso da mucho dinero. Promover ese enfrentamiento es muy rentable. Por lo tanto, mientras no caigamos en la cuenta de que, por ejemplo, cuando el Madrid y el Barca juegan juntos en el Mundial, todos están juntos. O si antes Portugal era un enemigo por enfrentarse a España en el campo, pero luego hay un jugador que nos lo traemos de allí a España para jugar con los nuestros. Si no aprendemos que estamos juntos, nos van a tener que atacar desde Plutón para darnos cuenta de que somos lo mismo. Nos polarizan. Si eres actor, eres de izquierdas. ¿Por qué? Es el único país donde sigue pasando esto. Tengo amigos de derechas que les da vergüenza decir que votan a Ciudadanos. ¿Por qué? No tengas pudor.
"Siendo antisistema es imposible cambiar al sistema"
Sus últimos trabajos siempre se vinculan con la realidad.
El teatro es el bufón del rey. Es el que puede decir al sistema esto no está bien y se ríe de ello. Hace de la crítica, arte. Y tiene la virtud de la inmediatez. Si el teatro no habla de lo que pasa, no me interesa. Puede hablar de una comedia de salón, como he dirigido hace poco, pero tiene que hablar de lo que pasa. El texto es el pretexto para hablar del contexto. Si no hay una relación con lo que está pasando, no me interesa.
Decía Federico García Lorca que en el teatro había que dar entrada al público de alpargatas.
¡Claro! Que el público desconecte de su realidad para conectar con la realidad del momento con la que vive. Que muchas veces, el problema es que tengo la agenda, el estrés y tantos problemas que, a la hora de votar, o no voto porque directamente me la suda o porque lo que me importa es mi problema. Y no te das cuenta de que tu problema empieza resolviéndose por ahí, con tu voto. El teatro es ese sitio donde desconectas de tu vida para conectar contigo mismo y las cosas que ocurren.
Fran Perea lanzó la iniciativa #LaCulturaEsRiqueza después de comprobar, en la pasada convocatoria, que ningún candidato nombró en los debates la palabra Cultura. Tenemos nuevas elecciones a la vista. ¿Alguna demanda?
Hay que salir a la calle, y protestar, y hacer campañas, pero creo que la mejor manera es desde el escenario. Es crear público, que venga al teatro y que se plantee preguntas que no se suele hacer. ¿Cómo hacer que vengan al teatro? Ahí está la madre del cordero.
¿Su propuesta?
En Valencia, en Un trozo Invisible de este mundo, el primero que se levantó a aplaudir fue Esteban González Pons, como si la cosa no fuera con él
Creo que con mucha imaginación, haciendo campañas, y probablemente contando con Pepito Flautas, porque lo han visto en la tele y atrae a la gente. Y es una oportunidad también para ese actor, porque lo verán en un registro diferente y evitas que se etiquete. No hay que ser antisistema, porque siendo antisistema es imposible cambiar al sistema.
¿Cómo?
Claro, lo único que haces es hacer más grande al sistema. Si yo tiro piedras al sistema, el sistema me pone un muro que va a hacer que sea más impenetrable todavía y desde fuera del sistema no se cambia. Yo hago muchos juegos de mesa y hay que ser un poco estratega. Es decir, aceptando que esto es la realidad que nos ha tocado vivir… pero no estamos contentos, ¿eh? No hay que bajar las orejas. No, al contrario. Con las reglas del juego que nos plantea el sistema, qué podemos hacer para que poco a poco deje de serlo. Este es el asunto. Si lo que hago es ponerme una coleta, me la aprieto bien y me digo, ¡a por ellos, a asaltar los cielos! Es complicado que cambies el sistema.
Me recuerda eso un poquito a Un trozo invisible de este mundo.
Sí, pero Botto lo dice desde el escenario y su personaje. Fíjate que en Valencia, en Un trozo invisible de este mundo, el primero que se levantó a aplaudir fue Esteban González Pons, como si la cosa no fuera con él. Porque la obra tocaba en la parte humana donde todos estamos de acuerdo… bueno, excepto Donald Trump y cuatro gatos que estarían en desacuerdo con eso.
¿Qué lección ha aprendido en estos últimos años?
Quizás sea la de poder estar de acuerdo a nivel instintivo, con el cerebro de abajo, como a nivel emotivo y cerebral. Que los tres estén centrados en lo que hago. Y juntar esos tres vértices hacen que afloren los lados oscuros de uno, esos que uno no quiere reconocer.
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