Sentado medio encorvado sobre una peña, un hombre mira un horizonte sobre el que se ciernen nubes oscuras y amoratadas. 'Oscurece, por lo tanto amanecerá', dice el protagonista de la viñeta. En el instante en que ya no se puede decir nada más porque todo se ha sumido en una pastosa oscuridad, Andrés Rábago, El Roto, elige la luz. 'Uno de los mayores peligros es caer en la desesperanza, porque nos inhabilitaría para reaccionar', dijo ayer Rábago en la presentación de Viñetas para una crisis (Reservoir Books), una recopilación monográfica sobre sus tres últimos años de trabajo publicado en El País.

La viñeta del personaje que no pierde la esperanza llega al final del libro, después de otros 81 dibujos que penetran en las formas ocultas del sistema como si de una máquina de rayos X se tratara. Rasgos deformados y personajes grotescos pintados con la tinta negra de la contundencia, que hace transparente lo que la realidad nos entrega como opaco.

'Yo creo que las cosas no deberían estar estropeadas. Todo este sufrimiento que produce la crisis es innecesario, no es algo inevitable, como son las catástrofes naturales', explicó Rábago para justificar su confianza última en ese nuevo amanecer, antes de analizar las causas de nuestra larga noche actual: 'Si la crisis ha pasado es porque los gobiernos no se han atrevido a ponerle coto a los desmanes que se estaban cometiendo'.

El Roto cree en una sátira reflexiva, pero firme y fuerte: 'La ira te nubla el entendimiento. Es necesaria una calma intensa'. Y quizás dolorosa, pero esperanzada.