El poder religioso haciendo causa común con el económico, Iglesia y Estado como agentes de opresión, grandes cifras de desempleados, emigración masiva entre los jóvenes para buscar algún futuro, desahucios, enormes diferencias de clase... Podrían ser las claves del retrato de la sociedad española de hoy, pero en realidad son las de la Irlanda de 1932. Allí sitúa Ken Loach su nueva película, Jimmy's Hall, una historia ‘cazada' por su cómplice, el guionista Paul Laverty, sobre la vida real de James Gralton, un activista y líder comunista irlandés que se convirtió en el único deportado político de la República de Irlanda. Compromiso y lucha de la izquierda, narrados con el espíritu de la anarquista Emma Goldman, cuando dijo a los bolcheviques: 'Si no puedo bailar no quiero vuestra revolución'.
'La música y el baile son expresiones de libertad, siempre peligrosas para los que tratan de ejercer el control', afirma el cineasta Ken Loach, que cuenta en su película un episodio muy concreto de la vida de James Gralton. Diez años después de la Guerra Civil, Jimmy, que ha pasado ese tiempo trabajando en Nueva York, regresa a la casa de su madre, en el condado de Leitrim. Allí, los jóvenes le animan a que reabra el local que él y sus amigos construyeron para la comunidad, necesitan un lugar donde bailar, cantar, aprender... sin sentirse vigilados.
'Era un lugar para pensar, reír y bailar', explica Loach, que muestra cómo ese espacio de oportunidades educativas (allí se impartían clases, se leían poemas, se aprendía música...), de entretenimiento y de encuentro comunitario (se abría el debate político) en la era de la depresión se convirtió en la amenaza de los grandes propietarios y de la Iglesia. Y cómo éstos decidieron acabar con ello. 'Jesús o Jimmy', son las palabras del cura de esta historia, un tipo que incita al odio desde el púlpito, que califica de demoniaca la música que los jóvenes escuchan en el local de Jimmy, el jazz que ha traído de Nueva York, que tacha de comunista cualquier encuentro entre vecinos.
La película es una bocanada de aire fresco, de reivindicación de la diversión y la alegríaJimmy's Hall, una historia que sucede diez años después de la anterior película de Loach (El viento que agita la cebada), es, a pesar de mostrar el paisaje de 'la miseria en la tierra de la abundancia', una bocanada de aire fresco, de reivindicación de la diversión y la alegría. Y ahí, es fundamental el pensamiento de Gralton, que Laverty recoge espléndidamente en el discurso que éste hace antes sus vecinos. Unas palabras donde insiste en que ellos trabajan por necesidad, no por codicia, y donde anima a sus compañeros: 'Vivid y celebrad como seres humanos libres'.
Producida por otra irreemplazable del equipo de Loach, Rebeca O'Brian, la película está protagonizada por Barry Ward, a quien acompañan en los papeles principales del reparto Simone Kirby, Francis Magee y Jim Norton. Con ellos, el cineasta vuelve a revelar una incondicional confianza en los jóvenes y en su poder para no repetir y sí enmendar los errores cometidos por sus padres. Y ello asistiendo a la ficción desde la realidad. Jimmy's Hall está construida sobre informaciones aparecidas en la prensa y testimonio de personas que vivieron en primera persona aquella gran aventura. No pudo contar, sin embargo, Paul Laverty con los documentos sobre la detención y deportación de James Gralton del Archivo Nacional de Dublín, porque éstos desaparecieron hace tiempo misteriosamente.
'Jimmy's Hall' recuerda a las mejores producciones del cine clásicoEl guionista comenzó una búsqueda entonces de nuevo material sobre el que levantar su historia, convencido de la verdad de aquello que dijo Milan Kundera: 'La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido'. En este caso, su decidida intención de recuperar el recuerdo de James Gralton se encontró, una vez más, con el compromiso de Ken Loach y con su contagioso espíritu de libertad. Rodada sin complejos, Jimmy's Hall recuerda a las mejores producciones del cine clásico, en las que una gran historia se anima con buena música, poderosos personajes secundarios, una hermosa y delicada historia de amor...
'Creo que la situación en Irlanda es la misma que en muchos otros países europeos, todos estamos sometidos a los dictados del neoliberalismo. Si Jimmy viviera en la actualidad, se opondría a los grandes poderes, a las multinacionales que controlan prácticamente todo. Es ahí donde debe llevarse a cabo la lucha', aseveró Ken Loach durante la presentación de la película en el Festival de Cannes. 'Creo que si Jimmy estuviera con vida formaría parte de ese combate. Existe un punto en común entre las dos épocas: la alegría de vivir de los jóvenes de esta región de Irlanda, jóvenes que sienten una pasión por la vida que espero que la película haya sido capaz de expresar'. 'Mucha gente se parece a Jimmy Gralton -añadió el guionista Paul Laverty-, personas que intentan tender puentes entre los hombres. Esta película rinde homenaje a las personas modestas, que inyectan energía en su pueblo'.
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