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Escenarios poscovid: ¿hacia una nueva Ilustración?

Plagas, pestes, contagios... El progreso de la humanidad es inseparable al goteo de desastres que la han ido sacudiendo. Calamidades que han originado avances y que nos permiten vislumbrar cómo será el día después de la actual pandemia.

Una viandante atraviesa el puente Tyne en Newcastle durante la pandemia. REUTERS / Lee Smith
Una viandante atraviesa el puente Tyne en Newcastle durante la pandemia. REUTERS / Lee Smith

La humanidad se enfrenta a un escenario incierto. Discernir lo que se avecina es, quizá, el gran reto al que nos enfrentamos a día de hoy. Abundan, como siempre, los agoreros, aquellos que se encomiendan al apocalipsis para purgar los desmanes de una civilización que se creyó intocable. Los hay más comedidos también, partidarios de revisar tiempos pretéritos en busca de alguna pista que explique lo que nos duele.

Una mirada al retrovisor de la historia nos habla de pandemias pretéritas, huellas de un tiempo que ya no es y de cuya experiencia podemos extraer algo más que vaticinios funestos. "Hacer historia de larga duración de las epidemias nos permite determinar qué camino se abre ante nosotros y evitará que cerremos en falso la presente pandemia", apunta el historiador José Enrique Ruiz-Domènec, autor de El día después de las grandes pandemias (Taurus).

Un recorrido por más de 16 siglos de pestes y plagas nos acerca a un hipotético escenario de partida. Un marco histórico suficientemente amplio y calamitoso como para poder esbozar una respuesta al siempre inquietante y después qué. Aunque quizá, y como veremos, sería más pertinente un y después cómo. Sea como fuere, el progreso de la humanidad transita inseparable al goteo de desastres que la han ido sacudiendo desde tiempos inmemoriales. 

De la plaga que asoló al Imperio bizantino en tiempos de Justiniano y Teodora siguieron el primer esplendor del islam y el nacimiento de Europa. De la terrible peste negra del siglo XIV surgió el Renacimiento. Los contagios provocados por la llegada de los españoles a América en 1492, y la viruela que acabó con el Imperio azteca, propiciaron la creación de las bases de la construcción de una identidad latinoamericana reconocible todavía hoy.

Más adelante, en pleno siglo XVII, las pestilencias llevaron a Europa al borde del colapso, pero el espíritu revolucionario impulsó un mundo nuevo, ilustrado. Y finalmente la mal llamada 'gripe española', que desafió al confiado siglo XX, exigió una acción guiada por el conocimiento científico, artístico y literario. La historia del temido día después nos habla de pueblos y sociedades que lograron reinventarse, y de otras tantas que no lo hicieron y sucumbieron.

"Si algo debemos aprender es que la respuesta tiene que ser dinámica y ha de suponer un cambio morfológico de la sociedad tal y como la venimos conociendo", apunta Ruiz-Domènec. Una mutación que, según el profesor, pasa por un "reajuste de valores" que ahora consideramos imprescindibles, como renunciar a una pequeña parte de nuestra libertad individual en favor de una mayor "responsabilidad social". 

Empatía y educación

Jaume Claret, historiador de la UOC, pone el foco en nuestra capacidad de empatía como especie. Será este rasgo característico del sapiens sapiens el que permita (o no) que ese día después no se convierta en un sálvese quién pueda: "Si hay algo que nos ha permitido sobrevivir como especie es precisamente esa capacidad de empatía, hay huellas de los primeros homos que pertenecen a ancianos, hemos sido a lo largo del tiempo capaces de ser solidarios, confiemos en eso, de lo contrario nos vamos al garete".

Según Claret, la cuestión no es tanto si seremos capaces de desarrollar la tecnología que nos asegure un día después más o menos apacible, la pregunta es si aspectos que requieren una cierta multilateralidad serán gestionados con generosidad. "Ahí está el gran debate, cómo será el reparto de poder y de riquezas, ¿habrá países capaces de ceder su poder a cambio de que otros obtengan lo que otros ceden?". 

Sobra decir que la experiencia actual no invita al optimismo. Es tiempo, como dice el veterano historiador Ruiz-Domènec, de apostar por una "nueva Ilustración", una que nos permita abordar los retos que están por llegar. Un tiempo nuevo que exige, según el profesor, "volverse con sentido crítico hacia la marcha fatal de la historia reciente: sus falsos movimientos, sus mentiras, su codicia, su anhelo permanente de paraísos perdidos en los recodos del pasado, su inclinación a ver la vida como una free party".

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