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David Foster Wallace: el rey del aburrimiento

Este viernes llega a EEUU ‘The Pale king’, la novela póstuma del escritor realista estadounidense, en la que vuelve a cargar contra la voracidad de la sociedad capitalista

ROBERTO ARNAZ

Hace dos años y medio, David Foster Wallace decidió poner fin a su vida. Cuando alguien toma una decisión así lo de menos es que haya conocido el éxito gracias a su trayectoria literaria, que sus novelas se convirtiesen en lectura universitaria obligada o que fuera señalado por los medios y su editorial como el mejor de una hornada a la que llamaron Next Generation, en la que también sobresalían su íntimo amigo Jonathan Franzen, Chuck Palahniuk, Lorrie Moore, A. M. Homes, Jonathan Lethem o Dave Eggers.

La tarde del 12 de septiembre de 2008 fingió una indisposición y dejó a su mujer sola, camino de una intrascendente presentación artística. Acto seguido puso en marcha su plan. Colocó una silla junto a una de las vigas del porche del jardín trasero de su casa de Claremont (California), clavó un cinturón de cuero en la parte superior del soporte de madera, redactó una nota y dio un paso al vacío. Así murió el Wallace escritor y nació la leyenda del forense con menos reparos a hurgar en lo más profundo de la sociedad capitalista de finales del siglo XX y principios del XXI.

'El aburrimiento está asociado al dolor físico', escribe Foster Wallace Es inútil seguir buscando respuestas a actos que son una respuesta en sí mismo. El autor de La broma infinita decidió acabar con todo. Quizá se aburrió de contemplar y describir a una tribu deshumanizada y enganchada al trabajo y a las exigencias generadas con tantas otras responsabilidadesinútiles del mundo laboral.

'El aburrimiento es intrínsecamente doloroso [...] y está asociado al dolor físico. Las actividades aburridas no consiguen abstraernos de problemas más profundos que subyacen en nosotros y de los que tratamos de huir utilizando toda nuestra energía', asegura Wallace en el prólogo de esa memoria póstuma en forma de novela en la que se ha convertido The Pale King (El rey pálido), la obra en la que trabajaba en el momento de su muerte. Este viernes verá la luz en EEUU y en España el próximo noviembre, de la mano de Mondadori.
A los tres meses de que el escritor decidiera quitarse la vida, su editor de confianza, Michael Pietsch, viajó a la casa de Foster Wallace en California para ver si encontraba algo entre sus escritos huérfanos, convencido de que alguien tan prolífico como Wallace tenía un legado en el cajón. Estaba en lo cierto. Poco antes de morir, colocó un manuscrito cuidadosamente apilado sobre su escritorio. Se trataba de un borrador de 200 páginas, con los 12 primeros capítulos de The Pale King. Además, el editor de Brown, Little & Company rescató otras 3.000 hojas de anotaciones con el desarrollo de la trama, nombres de los personajes y versiones de distintos capítulos. Dejó el corazón de la novela a pleno rendimiento.

La trama principal retrata la lucha por el control entre dos grandes burócratas 'Mi trabajo fue bucear en todo ese mundo y encontrar las conexiones que sirviesen para contar la historia', aseguró recientemente Pietsch al programa de radio estadounidense The Takeaway. La viuda de Wallace, la artista Karen Green, dedicó estos años a ordenar el rompecabezas de 548 páginas en las que finalmente ha quedado armada su tercera novela, y de la que 'aproximadamente un 20% es material manuscrito, que David nunca llegó a pasar a limpio'.Su mirada crítica e irónica permanece en su obra póstuma e inconclusa. David Foster Wallace relata su experiencia como aprendiz de inspector de Hacienda durante los 13 meses que trabajó en el Centro Regional de Impuestos de Peoria (Illinois), a mediados de los años ochenta. La trama principal retrata la lucha por el control entre dos grandes burócratas, Merril Errol Lehrl y DeWitt Glendenning.

Lehrl es un firme defensor de la tecnología. Piensa en automatizar todos los procedimientos, quitar los escasos posos de humanidad que les queda a los empleados del IRS (el departamento federal de recaudación de impuestos estadounidense) y convertir la institución en una gran empresa privada al servicio del beneficio. Mientras, Glendenning quiere que los trabajadores acepten su deber y su responsabilidad como empleados públicos, para lo que les obliga, entre otras cosas, a recuperar el trato personal con sus compañeros. Foster Wallace volvía a adelantarse una vez más a su tiempo para denunciar las peores consecuencias de la voracidad capitalista.

En The Pale King hay mucho aburrimiento, pero en ningún caso es una novela aburrida. Sólo la afilada visión de David Foster Wallace es capaz de convertir un capítulo entero dedicado a contemplar cómo un empleado del IRS se pasa toda una pausa del café divagando sobre los problemas dermatológicos de otro de sus compañeros en un relato lleno de sentido del humor. Absolutamente marca de la casa.

De hecho, algunos de los mejores pasajes del libro los componen las caricaturas que Wallace hace sobre algunos de sus personajes. Así, destaca el episodio en el que un inspector, Chris Fogle, confiesa sus experiencias con las drogas, la homosexualidad de su madre o cómo la muerte de su padre hizo que acabase trabajando para Hacienda. Este tipo gris declara sus intimidades mientras cree que está siendo entrevistado para un vídeo promocional de la compañía. En otro pasaje, Wallace relata los problemas con el exceso de sudor de David Cusk, uno de sus compañeros en el centro de Peoria; o cómo Shane X Drinion es capaz de levitar mientras revisa los impuestos de los ciudadanos.

Con estos mimbres hilvana una novela que -además de lo que en apariencia es un retrato costumbrista de una época en pleno cambio social- se convierte en el perfecto libro de autoayuda para quienes, como Wallace, están hasta las narices de ver cómo la mediocridad triunfa a su alrededor. En esencia, The Pale King es una anatomía del aburrimiento, de cómo el tedio nos impide mejorar.

La novela cuenta su experiencia como inspector de Hacienda Según Pietsch, la motivación de Wallace fue hacer un libro que conectase con la vida diaria: 'No quería un libro que sirviera únicamente para ayudar, sino también que fuera una obra significativa y verdadera. Quería demostrar que la vida es una rutina, y que sobrevivir a la rutina es muy duro'. Este rey pálido vuelve a arrinconar al sentido clásico del género: no hay estructura lineal, intercala capítulos en los que el propio Wallace habla en primera persona sobre sus motivaciones para escribirla, incluye noticias de periódico, memorandos del IRS y relatos cortos, casi cuentos, en los que bucea en el pasado de algunos de sus personajes.

Los críticos estadounidenses con acceso a la obra póstuma de Wallace se han rendido a su ingenio. Pero también han surgido voces críticas como la de Tom Scocca de Slate Magazine, que afirman que el mejor representante de la denominada Next Generation de escritores estadounidenses 'únicamente escribió dos novelas y ninguna es The Pale King'.

Las primeras voces críticas han obligado a que Michael Pietsch pida a los lectores que tengan presente que se trata de una obra 'sin terminar', algo que desde la editorial no han dudado en dejar claro incluso en las propias tapas del libro, en las que además se esconde un mensaje de esperanza para los fans del autor: 'Esta novela es sólo una parte del legado no publicado de David Foster Wallace'. Es decir, que quizá 'El rey pálido' no sea la última sátira social con la que el genial literato estadounidense deleite a sus incondicionales.

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