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El cineasta James Gray tumba en 'Armageddon Time' la falacia del sueño americano 

El cineasta retrata la América racista y clasista de su infancia en los años ochenta, en la era Reagan, en una película que resuena con mucha fuerza en los EEUU de hoy. 

Una escena de la película, con el actor Anthony Hopkins.
Una escena de la película 'Armageddon Time', con el actor Anthony Hopkins. Universal Pictures

"Sí, yo era un capullo". Y como tal se retrata a sí mismo el cineasta James Gray (Z, la ciudad perdida, Ad Astra) en su nueva película, Armageddon Time, un drama familiar inspirado en su infancia, triste y dichoso al mismo tiempo, y con el que revela las dos Américas que existían en los 80 (la era Reagan) y que coexisten aún hoy. Un país racista y brutalmente clasista que el director retrata desde su experiencia de niño en una escuela pública de un barrio de los suburbios neoyorquinos.

Paul Graff, alter ego del cineasta en esta ficción, es un niño de 11 años, maleducado, despótico con su madre, impertinente e irresponsable. Su amigo en el colegio es un chaval negro pobre que vive con su abuela, que sufre, por ser de color, exclusión y malos tratos de los profesores. Juntos pasan el tiempo haciendo gamberradas, hasta que una de ellas convence a los padres de Paul de que deben enviarle a un colegio privado.

James Gray estudió a partir de ese momento en una escuela elitista, en la que uno de los miembros destacados del consejo de administración era el padre de Donald Trump. Momento que se muestra en la película con un discurso de aquel hombre y de su hija, y en el que Paul Graff, es decir, el mismo Gray, comprendió que "había sido el rey de la selva en la escuela pública", pero allí se "sentía inferior": "El mundo no se divide solo entre perdedores y ganadores, puede ser un ganador en una esfera y perdedor en otra, eso fue muy evidente para mí".

La educación privilegiada

Con Banks Repeta y Jaylin Webb en los papeles de los niños, la película cuenta con un maravilloso Anthony Hopkins interpretando al abuelo materno del pequeño y con Anne Hathaway y Jeremy Strong, como sus padres. Son miembros de una familia, descendientes de judíos huidos del nazismo -"nunca se debe olvidar el pasado porque no sabes cuándo vendrán a buscarte"-, a través de los que el cineasta subraya la importancia del legado y del pasado para crecer provechosamente en el presente.

El cineasta James Gray, en su reciente visita a Filmoteca Española.
El cineasta James Gray, en su reciente visita a Filmoteca Española. Universal PIctures

Un presente que, desgraciadamente, tiene mucho que ver con aquellos años 80 y con esa clase privilegiada que dominaba, y domina, escuelas privadas, instituciones, empresas… Por ello, James Gray ha incluido en su película aquel discurso en el primer día del colegio privado de Paul Graff.

"Ocurrió tal cual. Pedí a mi hermano que me contara lo que recordaba de ese discurso y comparamos sus recuerdos con los míos. Eran casi idénticos. Es una escena importante porque dice que es muy difícil darse cuenta de que hay un mundo fuera de tus bloques ideológicos y que tú puedes estar en lo alto de la pirámide y seguir pensando que has sufrido una opresión terrible. La hermana de Trump pensaba que el hecho de que fuera una mujer igual había sido una pequeña desventaja para ella, pero es absurdo. Yo recuerdo, como niño, cuando oí ese discurso, que ya me pareció absurdo. ¡Pero si tú tienes millones de dólares, qué dificultad ni que leches!".

Declararse comunista

Son ecos del pasado que resuenan con fuerza hoy, especialmente ante el anuncio de Trump de que se presentará de nuevo como candidato a la presidencia. "Es algo que hay que recibir con horror. A mí hoy Trump me parece un tipo disminuido, un perdedor y eso me parece fantástico. Hay algo patético en él ahora y creo que es una catástrofe que el partido Republicano, que son personas moralmente en bancarrota, se hayan aferrado a él. Estas elecciones han sido horribles para él, han perdido… y ha sido maravilloso ver lo que ha pasado. Ahora puede anunciar lo que quiera… no sé, ya veremos, la Historia tiene una manera de cambiar rápidamente..."

Tan rápido como cambió la vida para Paul Graff - James Gray cuando ingresó en la escuela privada, donde "todo el mundo parecía muy rico y muy guapo, y yo llegué y era el niño torpe, feo, y supe que el mundo había cambiado. Creo que la mayor diferencia es la educación de los jóvenes hoy es que las ideas de clase del sistema económico han invadido nuestra idea de quiénes somos, de nuestra identidad, y eso es peligroso y confirma el poder de las grandes compañías sobre nosotros. Esto ha empeorado. Ahora se cree muchos menos en una alternativa al capitalismo que antes. A finales de los 80 todavía pensábamos que alguien podría declararse comunista y que eso tenía algo de sentido en el mundo, pero hoy en día el mercado es dios".

Sistema de escuelas públicas

Tal vez, "dedicar más recursos al sistema de escuelas públicas sea crítico, creo que es muy muy importante, porque en la situación de hoy están claras las desigualdades que se crean. En EEUU la educación pública está financiada por los impuestos locales, lo que significa que los barrios ricos tienen escuelas fantásticas y los más pobres, no. Es un factor importante –explica el cineasta-.

Michael Banks Repeta y Jaylin Webb, los niños protagonistas.
Michael Banks Repeta y Jaylin Webb, los niños protagonistas de 'Armageddon Time'. Universal Pictures

En la crisis de 2008, con todos los problemas que hubo para pagar las hipotecas de las casas, donde mucha gente no se podía permitir pagar esos créditos, se descubrió que en el 70% de los casos, lo que pasaba era que los padres estaban intentando llevar a sus hijos a una escuela mejor. No es quisieran una casa más grande, si no que querían un barrio mejor con mejores escuelas para sus hijos. En EE.UU. hay miedo a que se pueda nacionalizar la educación".

Gray, que insiste en que todo lo que hay en su película "se acerca bastante a la realidad", reconoce que se dio cuenta muy joven de que él era un privilegiado al lado de sus compañeros del primer colegio en el que estudió y ha querido viajar a un recuerdo vergonzoso de aquella infancia en que no se atrevió a reconocer a su amigo Johnny, un negro pobre, ante los niños ricos de la nueva escuela.

"He dejado de culparme a mí mismo por sentir arrepentimiento porque no hay nada que se pueda hacer ahora –dice–, mi trabajo ahora es transmitir el mundo cómo lo veía y cómo lo veo, y no lo veo como me hubiera gustado. Uno se da cuenta de que no es mi tarea como cineasta intentar hacer cosas para mejorarme a mí mismo, sino, desde una experiencia que fue un mal rato, intentar arrojar luz para que el mundo lo vea y lo juzgue. Creo que hay mucho arte malo que intenta dar una dimensión moral y me parece que no se trata de eso".

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