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MADRID.- Almudena Grandes ha hecho un paréntesis en sus Episodios de una guerra para mirar a la actualidad de una época marcada por la crisis económica, que para la autora es como si hubiéramos pasado una guerra, y ha escrito "Los besos del pan", una narración que reivindica "la cultura de la pobreza con dignidad".
"España siempre ha sido un país pobre, hasta con Felipe II, quien se llevaba la riqueza a Flandes, pero no pasaba nada, la pobreza no era una cosa humillante, se luchaba y se vivía con dignidad. Había ilusiones y se pensaba en un futuro. Ahora hemos perdido una guerra contra los especuladores financieros. Somos más pobres, pero somos dóciles y estamos atontados", explica la autora.
Y es que Almudena Grandes (Madrid, 1960), quien siempre se ha dedicado a narrar la vida de la gente corriente y a fijarse en los abuelos, fiel a su herencia galdosiana, ha construido en "Los besos en el pan", un conjunto de instantáneas, de breves relatos "impresionistas", sobre la consecuencia de la crisis.
Historias sobre la España de hoy, situadas en el barrio madrileño de Bilbao y alrededores, la zona donde siempre ha vivido la escritora; "flashes" de microhistoria, del día a día protagonizadas muchas de ellas por abuelos, aquellos que obligaban a besar el pan cuando se caía al suelo, o por abuelas que hacían esa pequeña tortilla francesa oscura y "asquerosa" con la yema que sobraba de los rebozados, porque no se podía tirar nada.
Una obra llena de personajes que luchan por su identidad, por ser como realmente siempre han sido, aunque para ello tengan que renunciar a tener más dinero. Como la historia de un divorciado al que se oye llorar tras un tabique, la de una niña que va al colegio sin comer y la madre no quiere reconocer su pobreza o la de una abuela que se hace campeona de videojuegos, entre otras muchas.
"La novela no es un catálogo de desgracias, sino una novela con la crisis como banda sonora y que representa la vida de mi barrio, una mezcla de gente de clase media, unos más ricos y otros más pobres, de casas con portero y mármol y otras sin él y con chamizos, en la actualidad", subraya la autora de Inés y la alegría.
Una novela que está escrita en presente con clara intención de la autora y con la que dice que ha aprendido mucho. "Está escrita en presente de indicativo, porque la cosa no está cerrada. Es el día a día y no hay certezas de lo que va a pasar. No hay distancia y todo queda abierto, pero escribir en presente es como boxear con el lector, muy duro", argumenta.
"Escribir una novela que mira al pasado es como tirarse en un lago y flotar -continúa-. Puedes bailar y hacer lo que quieras, pero en el presente, no, porque la mirada no se ha cristalizado todavía. Todo está ocurriendo y hoy por hoy solo tenemos la certeza del sufrimiento de la gente".
Almudena Grandes se acerca así a una literatura que pudiéramos llamar social, "sin prejuicio" -dice-, o de la nueva realidad, una mirada a su alrededor, como hacen también otros escritores, aunque de diferente manera, como el fallecido Rafael Chirbes o Isaac Rosa, Pablo Gutiérrez o Elvira Navarro, entre otros.
"El libro es lo más cercano a la literatura social que he escrito, porque aquí hablo de los nietos de los abuelos de los 'Episodios de una guerra', pero la literatura es la imagen de la realidad de lo que ocurre y estamos pasando un momento que nos sobrecoge a todos", añade la autora.
Crítica y decepcionada con Europa y la izquierda europea, Almudena Grandes señala que la izquierda española ha perdido una oportunidad de oro en este momento para poder ir unida y hacer algo.
"La izquierda española ha desaparecido en un momento tan importante. Siempre me acuerdo de una frase de Lenin que decía: 'Hacer la revolución es comprender la realidad'. Aquí nadie se ha puesto a comprender la realidad, solo se preocupan de intentar llegar al poder", recalca, como los de la CUP en Cataluña: "Su comportamiento me da vergüenza, siendo una persona de izquierdas".
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