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La crisis frena el robot europeo para buscar vida en Marte

Los países de la ESA, entre ellos España, deberán poner más dinero si quieren llegar al planeta rojo

NUÑO DOMÍNGUEZ

A pesar del plantón de EEUU, Europa sigue adelante, de momento, con la misión de exploración marciana más ambiciosa de la historia. Se trata de ExoMars, un plan para mandar al planeta rojo un robot perforador que buscará vida donde muchos expertos creen que esta se esconde: a profundidades de hasta dos metros bajo tierra.

Es algo que nadie ha logrado hasta ahora y que para la Agencia Espacial Europea (ESA), líder de la misión, sería un triunfo histórico. Pero los laureles son cada vez más difíciles de alcanzar, ya que la agencia espacial de EEUU, que debía costear la mitad de la misión como compañera de la ESA en ExoMars, acaba de abandonar aduciendo escasez presupuestaria.

Los miembros de la ESA decidirán en marzo si continúan con el proyecto

Ahora, España y los otros 17 miembros de la ESA deberán decidir si siguen adelante o se rinden. Para ello hace falta más inversión y diseñar una tecnología propia para posarse en el planeta rojo, una tarea en la que misiones rusas y estadounidenses han fracasado antes.

La ESA discute hoy en París el varapalo que acaban de recibir de sus socios estadounidenses. El panel que controla ExoMars informará hoy de los recortes a los representantes de cada país y se barajarán posibles salidas hacia adelante. No será fácil, ya que la NASA ha reducido un 38% los fondos dedicados a la exploración de Marte y ha cancelado su participación en ExoMars, que incluía una sonda en 2016 para detectar gases producidos por microbios y el envío del robot taladrador dos años después. No es casual que en estos momentos la NASA tiene de camino a Marte al Curiosity, su robot de exploración más sofisticado. Charles Bolden, jefe de la agencia, dijo el lunes que EEUU sigue abierto a futuras misiones conjuntas a Marte, pero lo cierto es que los presupuestos publicados ayer incluyen dos años más de tijera hasta dejar los fondos para investigar el planeta rojo en casi la mitad de lo que son ahora. 'No podemos seguir esperando, tenemos que decidir si somos capaces de ir sin la NASA', explicó ayer a este diario el español Álvaro Giménez-Cañete, director de Ciencia y Exploración robótica de la ESA.

El futuro de la misión pasa ahora por Rusia. El país ha aceptado participar en el proyecto, aunque su entrada no basta para hacerla realidad. La agencia rusa Roscosmos aportaría los dos cohetes Proton para lanzar las misiones de 2016 y 2018. Para la primera, esto cubriría la mayor parte de las tareas pendientes. Lo más difícil sería el envío del robot en 2018. EEUU se había comprometido no sólo a poner los dos cohetes, sino también un nuevo sistema de aterrizaje capaz de depositar sobre Marte un robot pesado como el de ExoMars. Para ello, EEUU ha ideado un nuevo sistema de grúas que descuelga el vehículo sobre su punto de aterrizaje. El sistema no se ha probado nunca. De hecho será el Curiosity el que demuestre si funciona en agosto.

Rusia ha aceptado participar, pero su colaboración no es suficiente

'Colaborar con la NASA era lo mejor, porque ofrecía más seguridad', explica Giménez-Cañete. ExoMars 'se podría hacer con más dinero, pero no es una época en la que conseguirlo sea fácil', lamenta Giménez-Cañete. La última palabra la tienen los delegados de los 18 países de la ESA, que deberán decidir si siguen adelante en una reunión en París el 14 y 15 de marzo.

En juego no está sólo el prestigio y los importantes resultados científicos, sino los mil millones de euros que la ESA planeaba invertir en ExoMars y de los que ya ha gastado una parte. Es el caso de los 'más de siete millones de euros' invertidos en Raman, uno de los detectores del robot europeo, según explica el cristalógrafo de la Universidad de Valladolid Fernando Rull, coordinador del dispositivo. 'Es una misión totalmente novedosa que ilusionó mucho, pues nos permitió soñar con que Europa podía competir con EEUU de igual a igual', señala. Giménez-Cañete aseguró ayer que, aunque haya cancelación, esos sistema se aprovecharán en otras misiones, tal vez en 2020.

Desde la NASA también se duelen del tijeretazo. 'Es la primera vez en la historia de la exploración espacial que la NASA va a fallar a sus compromisos internacionales de forma tan desmedida', explica Alberto González-Fairén, investigador del Centro Ames de la agencia estadounidense. 'La investigación de Marte va a experimentar un estancamiento importante en los próximos años' debido a la reducción de puestos de trabajo y salarios en este campo.

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