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Se acerca el lanzamiento del sucesor del telescopio espacial Hubble

El observatorio James Webb, que puede resolver la polémica sobre la velocidad de expansión del Universo, inicia este mes el viaje a la base espacial europea.

El telescopio James Webb, plegado ya para su lanzamiento, durante las últimas pruebas en la empresa Northrop Grumman en California.
El telescopio James Webb, plegado ya para su lanzamiento, durante las últimas pruebas en la empresa Northrop Grumman en California. ESA

En julio, el telescopio espacial Hubble dio un pequeño susto a sus controladores, algo nada extraño si se tiene en cuenta que lleva trabajando sin descanso en las difíciles condiciones del espacio nada menos que 31 años. La avería, relacionada con la unidad de potencia de un ordenador, se pudo arreglar a distancia y el icónico instrumento, una maravilla de la ingeniería, está funcionando otra vez con normalidad, pero también es normal que pronto deje de hacerlo y su vida haya terminado. Mientras tanto, se acerca, por fin, la fecha de lanzamiento de su sucesor, el James Webb, que es igualmente un proyecto conjunto de Europa, Estados Unidos y Canadá. Será seguramente antes de fin de año, pero aún está por concretar.

Aunque se considere el sucesor del Hubble y lo vaya a explotar el mismo centro científico, el James Webb es muy diferente como instrumento y observará en un rango distinto de frecuencias. Sí que será el nuevo observatorio científico espacial de referencia, diseñado para hallar respuesta a las preguntas más importantes sobre el Universo y hacer grandes descubrimientos en todos los campos de la astronomía, explican las agencias espaciales de estos países. Mientras tanto, está a punto de empezar este mes su último viaje terrestre, en barco. Será desde California, donde se le han realizado las últimas pruebas, a su lugar de lanzamiento en la base espacial europea de la Guyana Francesa, pasando por el canal de Panamá.

La influencia de lo conseguido por el telescopio Hubble se deja sentir en todas las áreas de observación. Precisamente, una de las grandes preguntas respecto a las cuales la comunidad astronómica pone en el telescopio Webb sus esperanzas lleva el mismo nombre que su antecesor, el del ilustre astrónomo Edwin Hubble. Se trata de la constante de Hubble, que mide el ritmo actual de expansión del Universo (fue Hubble quien descubrió que el Universo se expande) y también su edad aproximada, y que tiene a los científicos hechos un lío. La última estimación del valor de esta constante se ha hecho precisamente sobre la base del enorme archivo de datos acumulado de las imágenes de 63 galaxias elípticas gigantes tomadas por la cámara principal del Hubble. El círculo se cierra.

El valor obtenido de la constante es 73,3, que significa que por cada 3,26 millones de años luz de distancia actual el ritmo de crecimiento del espacio se incrementa en 73,3 kilómetros por segundo. Aunque resulte algo difícil de visualizar, así lo explica John Blakeslee, director del equipo que ha publicado la estimación en la revista Astrophysical Journal. Lo importante, sin embargo, ahora no es tanto la visualización sino el hecho de que otras medidas anteriores han dado un mínimo de 67 para la constante y un máximo de 74. Una diferencia demasiado grande como para poder aceptarla sin más. Queda por ver si los dos bandos en que están divididos los especialistas (el de 67 más o menos y el de 74 más o menos) logran unirse gracias a los datos más precisos de la constante que obtenga el James Webb o si aquí pasa algo raro. "En ese punto", dice Blakeslee, "la tensión sobre la constante de Hubble desaparecerá o, como parece más probable, habrá pruebas de una nueva física básica". Es decir, que el Universo puede ser todavía más misterioso de que lo que parece ahora.

Sin embargo, para llegar a este momento queda todavía un largo y complejo proceso por el que el nuevo observatorio espacial llegará a su distante punto de observación (el Lagrange 2), empezará a trabajar. Por lo pronto se está preparando el cohete europeo que lo lanzará, un Ariane 5. Cuando llegue a Kourou, al James Webb se le harán más pruebas y se cargará de combustible. Dos días antes del lanzamiento se trasladará, encima del cohete, a la plataforma.
Se puede decir que el telescopio en sí es verdaderamente internacional porque en su desarrollo y construcción han participado, durante decenas de años en algunos casos, miles de profesionales de 15 países, que esperan el lanzamiento, retrasado en varias ocasiones, con expectación.

Una vez en el espacio y separado del cohete, el James Webb tardará un mes en llegar a su lugar de observación a casi 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección opuesta al Sol, mientras se despliegan lentamente su gran espejo primario segmentado, el trípode del espejo secundario, el panel solar y el toldo que protegerá los instrumentos del calor del Sol. Una vez en su sitio, faltarán otros seis meses de pruebas antes de que inicie las observaciones este telescopio espacial, el mayor y más potente jamás lanzado. Luego, casi todo es posible, incluidas grandes sorpresas.

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