Ellas son de las cuencas del Caudal y Nalón y ahora suman fuerzas 'para apoyar a los mineros'. Beatriz Delgado (38) Milagros González (61) Mari Vásquez (56) Pilar Rodríguez (60) y M. Jesús R (58) representan La plataforma de mujeres del carbón.
Son las 5 de la tarde en el barrio de Santa Marina de Mieres, Asturias. Es un jueves de agosto, la terraza elegida al azar revienta de calor y las sillas están vacías como la escuálida construcción de la otra calle que señala Maria Jesús: 'Aquellos pisos de protección oficial quedaron paralizados con la crisis'.
Ella trabaja desde hace 34 años en uno de los 14 economatos 'de momento en propiedad de Unosa' que se pondrán a la venta en enero 'por su supuesta falta de rentabilidad'. Con su sueldo mantiene a su hija pedagoga de 34 años, que hace trabajos esporádicos para el principado de Asturias pero que desde 2007 sigue a la espera de unas oposiciones 'que las tiene pagadas'.
En el caso de Beatriz, han transcurrido 9 años desde que dejó el pastoreo por la minería. Ahora trabaja siete horas veinte como vagonera del pozo de San Nicolás, tiene tres hijos y según ve las cosas 'si un día cierran la mina yo me encierro'. Y con rotundidad añade: 'las mujeres hemos optado por salir a la calle y no nos vamos a rendir; ya no somos el pañuelo de lágrimas ni del vecino ni del hijo ni del marido'.
Suman 2055 seguidores en Facebook y la cuenta aumenta todos los días. Se reúnen en el hogar del pensionista o en el local prestado de la asociación de vecinos y apoyan las marchas de los mineros, las protestas de salud o educación. Las camisetas negras que las identifican corrieron a su cuenta, como tantas otras cosas, porque no reciben apoyo de nadie. Beatriz sabe que a los sindicatos no les gusta el papel que ellas desempeñan: 'somos muy críticas pero nosotras demandamos que ellos hablen claro'.
Para Maria Jesús los fondos mineros que en su momento permitieron alumbrar Oviedo y poner en marcha la universidad Laboral de Gijón, entre otros proyectos, 'tuvieron que aprovecharse para fábricas, sin embargo se abandonaron las industrias. ¿Qué pasó con la siderúrgica? Se dejó marchar todo'.
Beatriz, por su parte, añade que 'tenemos contacto con plataformas de mujeres de León, Teruel, Aragón y lo cierto es no hay industrialización, ¡todas las cuencas están iguales!, ¿Qué hicieron?, ¡Se llevaron el dinero calentito!'. Explica que los fondos mineros 'son también para crear trabajo... ¡para que la gente no marche! ¡Mi hijo de 18 años tiene que ir a trabajar a algún sitio!' reclama. Sin embargo lo que no le parece normal es que se abran 'unas bonitas fábricas y a los cuatro días la gente se vea afectada por ERES'.
Milagros recuerda que su marido, prejubilado a los 43 años y afectado por problemas derivados de la minería, trabajaba en condiciones lamentables. No escapa de su mente la imagen de cuando 'venía por las noches con los codos destrozados'. Admite que ahora sus 2 hijos son afortunados por tener trabajo en la mina de Candín, pero aun así todos los días se preguntan qué pasará en 2019 cuando finalicen las ayudas que otorga la comunidad europea para el desarrollo de las cuencas.
Beatriz aporta su grano de arena. Ella 'renunciaría a las prejubilaciones a fin de que haya futuro más allá del 2019'. Ahora mismo en el pozo de San Nicolás hay alrededor de 200 jóvenes y 'sería una pena que se quedaran en el paro'.
'Renunciaría a las prejubilaciones a fin de que haya futuro más allá del 2019'
El orgullo se ve reflejado en el rostro de Mari. Su abuelo, primos, hermanos y padre han sido mineros, 'y ahora en San Nicolás también está mi hijo'. 'Aquí en la cuenca el que no tiene familiar minero tiene antepasados mineros' explica. Para ella no hace falta proyectarse hasta 2019 porque como 'sigan así las cosas lo que pueden hacer es desde Fajares, allá arriba-señala al monte-, volcar camiones de carbón para tapar Asturias. Pero pido que el carbón sea de aquí y no de fuera. Vale más morir de pie que vivir arrodillados'.
María Teresa Mallada, representante de Unosa (una de las empresas propietarias de las explotaciones mineras), ha mostrado interés en las minas de cielo abierto, además de la geotermia y la energía eólica. Respecto al posible beneficio de estas nuevas actividades en la zona, Maria Jesús sonríe. Opina que 'en las cuencas han trabajado más personas de lo necesario vinculadas a esas minas'. Sabe que Unosa abrirá una en Pola de Lena 'pero será un chamizo que creará 50 puestos de trabajo cuando eran 3000 o más en el Pozo de San Antonio, que ya no existe'.
En tono pesimista Pilar pregunta: '¿Y qué van a pedir a la población para acceder a esos puestos? Porque hoy en día para trabajar en la minería o en algún súper de Unosa hay que tener enchufe'.
Beatriz se muestra escéptica. De la geotermia no entiende mucho y de la eólica... A ella le parece que con plantar unos cuantos molinos de viento ya se hicieron los puestos de trabajo. 'Cuando voy por Castilla no veo trabajadores alrededor de esos sitios'.
Debido a la falta de oportunidades algunas personas se plantean abandonar las cuencas. 'Como antes' dice Mari y recuerda: 'Mi madrina emigró a Bélgica, mi padrino a Suiza'. Cuenta que ahora los checos y polacos que vinieron a trabajar en las minas se marcharon para Alemania. 'Nosotros queremos quedarnos en Asturias pero hay que tener trabajo, sino no se puede vivir' y enseguida previene: 'Si nos descuidamos vamos a terminar analfabetos y hasta habrá que pagar por un curso de formación profesional'.
Mari se pregunta qué pasará cuando los 'guelos' de más de 80 años ya no estén. A juzgar por los cambios suscitado por la crisis, piensa que 'ahora en vez de vivir en 2013 vivimos en 1941, solo hay que pasear un poco para darse cuenta'. Para Pilar está claro que si no fuera debido a la paga de los pensionistas las familias en las cuencas vivirían peor.
Si no fuera por la paga de los pensionistas las familias en las cuencas vivirían peor
Milagros cree que también es penoso que ahora haya gente que trabaja por 600 euros, 'pero qué remedio'. 'Hay algo que se le olvida' según Mari, y es que 'esa gente que gana ese sueldo lo hacen ahora a cambio de diez o doce horas de trabajo y todavía tienes que dar las gracias, eso es muy duro'.
Aunque Maria Jesús se alegra de que Beatriz ahora pueda trabajar 7 horas veinte, lamenta que su padre haya tenido que morir con 47 años, en activo y con el tercer grado de silicosis. 'El día que se le estaba enterrando llegó la carta desde el ministerio de salud de Madrid para retirarlo de la mina'. Su padre estuvo trabajando hasta 8 días antes de encontrarse mal. 'Entonces se trabajaba hasta los 65 años' y como dato añadido explica que durante el franquismo un domingo cada equis tiempo había que trabajar para el Estado.
Cierto, para Beatriz es una fortuna no trabajar más horas pero también se debe a un tema de peligrosidad. Gana 1200 euros, 'pero no por amor al arte, este trabajo afecta a la audición. Aún con ventiladoras hay polvo, humedad, se desprenden gases. Un barrenista a 30ºc debe picotear, colgar cuadros, llevar la parrilla'.
Explica que antes la gente trabajaba doce horas dentro de la mina y un chaval de 22 parecía de 80. 'El carbón de España es caro porque durante muchos años, pese a quien le pese, los mineros para ganar ciertos derechos hicieron huelgas, pasaron hambre, recibieron palos. Resulta que quieren enfrentar los derechos conseguidos con los de gente que extrae carbón en pésimas condiciones' lamenta.
Entre otras cosas y aunque no sucede con todos, para Beatriz es un logro el cómputo que permite reducir la edad física. Es decir 'nos retiramos con 52 años pero es como si lo hiciéramos a los 65, aunque todavía todo es incierto'.
A raíz de la huelga minera no se consiguió nada, admite María Jesús. Beatriz ironiza: 'Bueno sí, se consiguió que marchara gente despedida'. Se refiere a los mineros de Unosa, despedidos desde agosto del año pasado. La empresa pública recurre las demandas judiciales ganadas por ellos, asi que viven en el limbo. No cobran paro y van todas las semanas a manifestarse a Oviedo.
Teniendo en cuenta la situación, ¿hay luz en el pozo?. 'Se debe invertir en las cuencas mineras' señala Beatriz, y pide que la gente tome conciencia porque de ellos depende su futuro. Milagros prefiere no imaginar el futuro. Para ella y sus compañeras lo único cierto es que 'alrededor del carbón hay una comarca que vive de supermercados, comercios, hostelería, educación, sanidad' y lo cierto es que 'vamos a seguir la lucha porque no queremos vivir en un solar'.
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